LENI
—Es el precio, no hay ajuste.
Escucho a lo lejos una voz ronca que me eriza la piel, aún inconsciente puedo saborear la traición. Me remuevo inquieta, recordando que, al llegar a casa, después de una larga jornada, discutí con mi padre y mi hermanastro por dinero, al parecer, habían encontrado el escondite en donde tenía mis ahorros, se gastaron todo lo que había juntado en un año.
Después de eso, me acorralaron, mi padre me dijo que no tenían opción, que lo perdonara y que todo estaría bien si me portaba como una buena chica, ¿qué quiso decir con eso? Un golpe en mi cabeza y todo se volvió oscuro, hasta ahora.
—¡Ya te dije que la mercancía no se toca!
Un escalofrío recorre mi espina dorsal, al tiempo que abro los ojos para enfocar mi entorno, los latidos de mi corazón aumentan su ritmo, poco a poco soy consciente de que estoy atada de manos y pies, dentro de una enorme jaula.
A lo lejos diviso a un hombre ,una sonrisa socarrona cuelga de las comisuras de sus labios.
—Veo que has despertado —deja el fajo de dinero sobre el escritorio, moviendo el cuello con estrés—. Ya era hora.
—¿En dónde estoy? —murmuro con desconfianza, arrastrándome hacia atrás—. Por favor, déjame ir.
—Estás en el infierno, y no pienso dejarte ir, eres una mercancía muy valiosa, chica, alguien ya compro tu primera vez. —sisea mostrando sus dientes blancos.
—Por favor, te pagaré lo que pidas, por favor, déjame ir.—Le pido llorando.
El tipo no me responde, abre la reja con parsimonia, sacando una navaja que termina por cortar las cuerdas que mantienen inmóviles mis manos y pies, veo una pequeña oportunidad y trato de salir, esquivando su cuerpo, no obstante, es más fuerte y rápido que yo, tira de mi cabello con fuerza, empujándome de nuevo al interior.
—¡M*****a perra! —me abofetea dos veces.
El sabor de la sangre explota en mi boca al tiempo que mis rodillas se impactan contra el duro y frío suelo.
—¡No te vas, tu padre y hermanastro tenían una deuda que pagar, y tú fuiste el cobro, así que será mejor que aceptes tu destino si no quieres acabar muerta pronto!
El sale y entra un fortachón, supongo que es el que me compraba, se dirige hacia mi dirección.
—¡No, por favor, no!
—Nos vamos a divertir preciosa.
Siento sus asquerosas manos sobre mi cuerpo, intentando quitarme los pantalones, manoteo para detener esta locura, y justo cuando casi lo logra, la puerta sale volando, el golpe sordo parece dejar todo el sitio sumido en una densa asfixia, miro por encima, la sombra que se cierne sobre el hombre va tomando forma hasta dejarme ver a un chico de cabello oscuro y ojos grises.
—Mate, mate, mate —gruñe con mirada rabiosa, su pecho sube y baja con descontrolado frenesí.
Entonces, en un abrir y cerrar de ojos, aparta al violador de encima de mí, provocando que, por instinto, me haga un ovillo en la esquina de la habitación. Temerosa, observo cómo comienza a golpear al fortachón que suplica por su vida, miro en dirección a la puerta, el yace en el suelo, parece estar sin vida.
No puedo moverme, lo que veo parece irreal, un estremecimiento de cuerpo se apodera de mí, el aire se comprime en mis pulmones y solo puedo distinguir la furia con cada golpe que le da el chico al hombre quien ha dejado de suplicar por su vida.
—Mate, mate, mate —sigue repitiendo el chico.
Dejando caer como saco sin vida, el cuerpo del fortachon, mi mundo se inclina fuera de su eje y se astilla en pedazos sangrientos cuando su mirada de acero se dirige hacia mí y dejo de respirar, me abrazo a mis rodillas como si eso fuera mi escudo.
Parece agitado, respira acelerado, merma el espacio que hay entre los dos, despiadado, salvaje, y con una frialdad que pronto me congela hasta la muerte. Cada una de mis extremidades tiembla, pero nada de eso se compara con el ardor que siento al levantarme por los hombros sin esfuerzo, me acorrala contra la pared.
—Eres tú —su voz se vuelve ronca y amarga.
Respira en mi cuello, no, tacha eso, él está… ¿Olfateándome?
¿Quién es él? porque me salvo?
Antes de querer hacerle preguntas, su mano se envuelve alrededor de mi muñeca y con fuerza bruta me carga en brazos al estilo nupcial, y salimos de aquella habitación.
ARDIAN
Hace un par de minutos.
Admiro con curiosidad el enorme edificio delante de nosotros, con música a un alto nivel que pudimos percibir a kilómetros de distancia, luces azul neón brillan a través de las ventanas.
—¿Estás seguro de lo que estás haciendo?
Me pregunta Reinhold, un lobo beta y mi mejor amigo.
—Es este sitio, te informaron que aquí estaba ella, ¿no es así? No hay mucho que pensar —respondo sintiendo los brazos acalambrados.
Transformarse en lobo ha sido fácil con el paso de los años, pero mantener la transformación por más de veinte horas, no es cómodo para nadie.
—Eso dijeron, pero tenemos que andar con cuidado, este es el mundo de los humanos, no podemos arriesgarnos, recuerda que eres el príncipe alfa King —añade escudriñando mi rostro.
Asiento. Hace dos años que mi pequeña hermana menor, Leysa, murió en manos de una manada enemiga, sin embargo, los rumores de que la vieron con vida, se han hecho más y más grandes, hasta que Rein investigó, su informante le dijo que ella estaba en este club nocturno, el más grande de la ciudad.
—Registren todas las habitaciones —demando a mis hombres.
—¡Sí! —responden al unísono.
Cruzamos la acera, y justo al estar delante de la puerta custodiada por un tipo con cara de asesino, sucede, es como un enorme calambre recorriendo mi cuerpo, la piel se me eriza de un modo que pone en alerta todos mis sentidos, la velocidad con la que se aumenta mi ritmo cardiaco es brutal, un olor dulce y fresco me enloquece.
—¿Ardian? —Rein me llama.
Su voz desaparece, apago el mundo entero, me concentro solo en…
—Mi mate —gruño.
Sin importarme nada, arraso con todo el sitio hasta que la encuentro y mi deseo por marcarla me ciega cuando la saco de ese sitio.
—Ardian, no está —las palabras de Rein se quedan suspendidas en el aire al verme cargando a mi compañera.
Mi mirada se lo dice todo, me abre paso, ella tiembla, joder, sus brazos se aferran a mí con fuerza y mi instinto lobuno comienza a rasgar profundo, cuando salimos, camino a prisa hasta el otro extremo de la acera, en un callejón, no puedo resistirlo más.
La bajo para acorralarla contra la pared, y antes de que pudiera decir algo, la muerdo en el cuello, con fuerza, con posesividad cruda, ella chilla de dolor agarrando mis brazos, cavándome las uñas, aumento la presión hasta que saboreo su sangre. Mi corazón frenético golpea mi caja torácica y el miembro se me endurece.
Cuando me aparto, admiro mi marca en su piel, ahora ella es mía, todo el mundo lo sabrá.
—Me perteneces —arguyo.
Levanto su mentón y la beso con rabia, ella pone resistencia, no será por mucho tiempo, el deseo por poseerla crece, mis manos la aprisionan y la estrecho más contra mi cuerpo, mientras beso su cuello, hasta llegar a sus pechos.
—No, por favor, no —suena abatida.
El dolor en sus palabras me saca de mi visión roja de deseo, me aparto de ella cuando siento su miedo, su cabello rubio está desordenado, sus ojos verdes apagados, rastros de lágrimas marcan sus perfectas mejillas pálidas, tiene un rastro de sangre seca en la frente y marcas de haber sido golpeada, todo su cuerpo tiembla.
Debería sentirme mal, lava corre por mis venas y mi instinto asesino prevalece, queriendo matar a todo aquel que se haya atrevido a tocarla, un deseo retorcido me invade, no es el momento, apagando mi instinto lobuno de poseerla aquí por completo, solo hasta que nos unamos en la bruma, podremos ser uno por completo.
—Déjame ir, te lo suplico —parece desesperada—. Juro que no diré nada.
Agudizo mi sistema auditivo, escucho el sonido de sirenas y de autos a gran velocidad acercándose.
—Ardian —Rein se acerca—. No podemos quedarnos, los chicos consiguieron el auto.
—Tienen que huir —dice ella, enmascarando su miedo.
Mi respiración se agita, maldición, muero por hacerla mía, asiento, aunque dejarla no es una opción, me la llevo por la fuerza, metiéndola al auto, ella trata de gritar y salirse, nadie hace nada, nadie la toca, mucho menos la miran, se dan cuenta de la marca en su cuello, saben a quién pertenece y lo mismo pasará con cada lobo que intente abordarla.
—¡Por favor, solo déjame ir!
Rein pisó el acelerador conduciendo hasta la autopista, la policía seguía pisándonos los talones.
—¡No van a poder escapar, tienen que dejarme aquí! —insiste ella.
—King —cuando Rein me llama por mi apellido, es porque estamos en peligro verdadero.
Detiene el auto, ella se inclina hacia adelante por el movimiento brusco, no digo nada, extiendo la mano y agarro a mi mate con fuerza, sus protestas son nada para mí, llevándola hasta el interior del bosque, ella hace todos los intentos por liberarse de mi agarre, es una luchadora, eso me pone duro. Corremos hasta que me siento seguro.
Le indico con la mirada a una parte de mi manada que se adelanten, eso incluyendo a Rein, ella toma varias bocanadas de aire antes de mirarme fijamente a los ojos. M****a, es tan hermosa.
—¿Qué quieres de mí? —inquiere con cautela, retrocediendo un paso.
ArdianMi instinto lobuno regresa con más fuerza, tenso la mandíbula, no, no puedo poseerla aquí.—No sé tu nombre —me las arreglo para hablar.Ella parece pensarse las cosas dos veces.—Leni Marshall —la incertidumbre se cruza por sus perfectas facciones.—Mi nombre es Ardian King —me acerco hasta ella—. Y siento mucho que nos tengamos que conocer así.Acto seguido, le doy un golpe en la nuca que la deja inconsciente, atrayéndola a mi cuerpo antes de que golpee el suelo.—Estás a salvo, Leni, lo juro —le doy un casto beso en la frente.Convirtiéndome en lobo, la llevé conmigo, cruzando los límites que separan el mundo de los humanos con el mío. Llegando a la cabaña en donde sé que estará a salvo por ahora, veo que sale una anciana que conozco muy bien, Greta.—¿Qué sucede aquí? —pregunta en cuanto nos mira a todos con cara exhausta.Olfatea y frunce el ceño.—¿Por qué has traído a una humana? ¿No se supone que deberías haber traído a una princesa? Ardian.Greta fue mi niñera hace año
LeniLas horas pasaban, se estaba haciendo tarde y estos lobos no se iban, seguían quietos, sentados alrededor del árbol, aullando. Hubo un punto muerto en el que no había avances, no comprendo por qué parecían ansiosos y desesperados. El sol se estaba poniendo, dentro de poco anochecería, levanto la mirada y noto que hay un par de frutas silvestres moradas.El hambre que me atenazaba era tanta, que no dudé en estirar la mano para arrancar una, al probarla, un sabor dulzón explotó en mi boca, le di un segundo mordisco hasta que sentí que algo no andaba bien.Un aullido más feroz llamó mi atención, todos los lobos habían dejado de aullar, pero seguían rodeando el árbol, a excepción de uno de ellos, que era el único que aullaba en dirección del bosque, su aullido era más fuerte que el resto, firme, como si estuviera esperando a alguien.Las sombras frente a mis ojos y el entumecimiento de mi cuerpo hacían que viera doble, una ola de calor recorría mi cuerpo, era como estar en llamas, se
Leni—¡Mi padre es el príncipe Ardian, y esta es nuestra casa! —dice con exceso de alegría.Me congelo. Mi corazón da un vuelco por completo, las imágenes de lo sucedido vienen a mí como película repetida, el club, el chico que me salvó, la anciana en la cabaña, recuerdo haber subido a un árbol, luego caí en los brazos de Ardian. Todo me daba vueltas.¿Me había metido con un hombre casado? Y ¿cómo es eso de que es un príncipe? Algo no encaja, necesito salir de este sitio, necesito escapar.Busco como loca cualquier salida, hace un momento probé con abrir la puerta, pero está estaba cerrada por fuera, intenté por las ventanas, pero el alma se me fue a los pies al ver que estaba muy alto, literalmente había puro bosque abajo, sin contar que alcancé a divisar a varios hombres merodeando la zona.Permanezco temerosa y callada, sentada en una de las orillas de la cama, mientras comienzo a maquinar una manera de darle una respuesta razonable a todo esto.—¿Por qué no hablas? —inquiere el pe
Rein parece darse cuenta de mi reacción.—No puedo creerlo, ¿tu lobo está prendado de ella?Asiento lento.—Demasiado, ni siquiera pude controlarme cuando la encontré en aquel club, casi la hago mía en aquel sitio, Leni me descontrola.—Puede que ya estés entrando en la bruma, es normal —se justifica Greta.—No lo creo, esta vez es distinto.Tanto Rein como Greta se miraron el uno al otro, compartieron la misma mirada llena de preocupación.—Voy a estar bien —muevo el cuello con estrés.—Solo asegúrate de que sea cierto, eres un príncipe, Ardian, el alfa de la manada, incluso la bruma te afecta más, y el que tengas una luna digna y a la altura, gobernando a tu lado, es fundamental, si Leni es en verdad para ti, lo va a entender cuando despierte —finaliza Greta, saliendo de la habitación.Rein me lanza una mirada cargada de advertencia, siguiéndole el paso. Cuando me quedo solo, no dejo de observar lo hermosa que es, me quedo de ese modo lo que parece una eternidad, sigue sin despertar
ArdianPara cuando llegamos a su mundo, es de noche, me encargo deque la zona esté bien custodiada por mis hombres, mis enemigos están al acechoy no me puedo dar el lujo de que la perciban tan fácil.Entrando a su departamento, me doy cuenta de dos cosas, una,es que la zona en la que vive es demasiado peligrosa, y el edificio en donde meinvestigaron que vivía, está demasiado deteriorado, Rein solo me lanza unamirada llena de “te lo dije, es una plebeya” lo ignoro.Entrando, compruebo de que es pobre, es una condiciónprecaria, ni siquiera los pocos muebles que tiene están en buenas condiciones,me las arreglo para llegar a su habitación, lo sé porque el sitio estáimpregnado de su olor, la dejo sobre la cama y le doy un último beso.Odio dejarla, pero es lo mejor, por el momento. Cuandollegamos a mi hogar, noto un ambiente extraño, lleno de hostilidad.—¡Por fin llegas!Levanto la mirada.—Madre —gruño de mal humor.—Hemos estado esperándote por horas—ignora mi estado y viene a
LENIMe remuevo inquieta, siento una ola de calor recorrer micuerpo, el dolor estalla en mi cabeza y me siento mareada aun estando dormida,hay una sensación casi asfixiante que aplasta mi pecho, remojo mis labios antesde despertar poco a poco, diviso mi habitación tomando una larga respiración.—En casa —susurro sin saber por quéhe dicho eso.Al incorporarme, me agarro la curvatura derecha de micuello, me arde, me duele, es punzante y no dudo en ponerme de pie, correr albaño y ver mi reflejo en el espejo opacado. No hay rastro de un golpe, nada, mipiel está perfecta, aunque la siento como quemadura palpitante.—Me estoy volviendo loca —niego casien silencio.Me doy una ducha de agua caliente, reviso que mis cosasestén en orden para irme a trabajar a Dollcrow, la agencia de niñeras para laque trabajo, saliendo, reviso la nevera, no hay nada, saliendo del trabajotendré que hacer las compras, no espero a que mi padre y hermano esténdespiertos a esta hora.Saliendo, la brisa g
—Tranquilo —trato de que el lobomayor se aleje, en vano.Entonces, el lobo más grande se me viene encima al tiempoque mi cuello arde, pica y solo puedo esperar lo peor, cierro los ojos esperandomi muerte, no llega, los abro y casi me desmayo al ver a otro lobo, más grandede tamaño, pelaje negro, con ojos rojo carmín, rompiéndole el cuello, como sime estuviera protegiendo.Poco a poco me arrastro hacia atrás, sin apartar mi miradade los dos enormes lobos que están luchando, es el equivalente a ver una luchade titanes lobuna. El segundo gruñido a mis espaldas hace que me gire, elpequeño lobo se acerca a mí y me congelo.—Tranquilo, ya me voy… —musito porlo bajo, con el miedo invadiendo mi sistema.Dentro de la casa todo se empieza a romper debido a losenormes lobos, quisiera observarlos un poco más, ya que parecen irreales, noobstante, estoy en mi propia lucha. Llego corriendo hasta las escaleras, elpequeño lobo me pisa los talones, enseñándome sus pequeños colmillos, veo la
LENI—No puedo creer que seas tú —me dice Dax. Observo con ojos curiosos al chico que era mi vecino hace años, el mismo que un día, de la noche a la mañana, él y su padre desaparecieron como si nada hubiera pasado, como si jamás hubiesen vivido en la casa de al lado. Su cabello castaño es tal y como lo recuerdo, algo alborotado, y sus ojos grises… ¿Toda la vida los ha tenido de ese color? Recuerdo que los niños le hacían burla, porque decían que tenía los ojos de un gris que era casi blanco. En mi opinión, siempre supe que eran los ojos más hermosos que he visto en la vida. —La última vez que nos vimos, fue… —A los once años —me interrumpe con premura. Sopeso su respuesta. Cierto, haciendo un poco de memoria, fue en mi cumpleaños número once, intenté localizarlo, sin embargo, mi padre me informó que se habían marchado, en ese momento me sentí mal porque mi único mejor amigo me había abandonado. —Siento no haber asistido a tu cumpleaños ese día —su mirada se oscurece—. Todo suced