La Marca De Alfa King
La Marca De Alfa King
Por: Kleo M. Soto
Capítulo 01: La chica en la jaula

LENI

 

Es el precio, no hay ajuste.

 

Escucho a lo lejos una voz ronca que me eriza la piel, aún inconsciente puedo saborear la traición. Me remuevo inquieta, recordando que, al llegar a casa, después de una larga jornada, discutí con mi padre y mi hermanastro por dinero, al parecer, habían encontrado el escondite en donde tenía mis ahorros, se gastaron todo lo que había juntado en un año.

 

Después de eso, me acorralaron, mi padre me dijo que no tenían opción, que lo perdonara y que todo estaría bien si me portaba como una buena chica, ¿qué quiso decir con eso? Un golpe en mi cabeza y todo se volvió oscuro, hasta ahora.

 

—¡Ya te dije que la mercancía no se toca!

 

Un escalofrío recorre mi espina dorsal, al tiempo que abro los ojos para enfocar mi entorno, los latidos de mi corazón aumentan su ritmo, poco a poco soy consciente de que estoy atada de manos y pies, dentro de una enorme jaula.

 

A lo lejos diviso a un hombre ,una sonrisa socarrona cuelga de las comisuras de sus labios.

 

Veo que has despertado —deja el fajo de dinero sobre el escritorio, moviendo el cuello con estrés—. Ya era hora.

 

—¿En dónde estoy? —murmuro con desconfianza, arrastrándome hacia atrás—. Por favor, déjame ir.

 

Estás en el infierno, y no pienso dejarte ir, eres una mercancía muy valiosa, chica, alguien ya compro tu primera vez. —sisea mostrando sus dientes blancos.

 

Por favor, te pagaré lo que pidas, por favor, déjame ir.—Le pido llorando.

 

El tipo no me responde, abre la reja con parsimonia, sacando una navaja que termina por cortar las cuerdas que mantienen inmóviles mis manos y pies, veo una pequeña oportunidad y trato de salir, esquivando su cuerpo, no obstante, es más fuerte y rápido que yo, tira de mi cabello con fuerza, empujándome de nuevo al interior.

 

—¡M*****a perra! —me abofetea dos veces.

 

El sabor de la sangre explota en mi boca al tiempo que mis rodillas se impactan contra el duro y frío suelo.

 

—¡No te vas, tu padre y hermanastro tenían una deuda que pagar, y tú fuiste el cobro, así que será mejor que aceptes tu destino si no quieres acabar muerta pronto!

 

El sale y entra un fortachón, supongo que es el que me compraba, se dirige hacia mi dirección.

 

—¡No, por favor, no!

 

Nos vamos a divertir preciosa.

 

Siento sus asquerosas manos sobre mi cuerpo, intentando quitarme los pantalones, manoteo para detener esta locura, y justo cuando casi lo logra, la puerta sale volando, el golpe sordo parece dejar todo el sitio sumido en una densa asfixia, miro por encima, la sombra que se cierne sobre el hombre va tomando forma hasta dejarme ver a un chico de cabello oscuro y ojos grises.

 

Mate, mate, mate —gruñe con mirada rabiosa, su pecho sube y baja con descontrolado frenesí.

 

Entonces, en un abrir y cerrar de ojos, aparta al violador de encima de mí, provocando que, por instinto, me haga un ovillo en la esquina de la habitación. Temerosa, observo cómo comienza a golpear al fortachón que suplica por su vida, miro en dirección a la puerta, el yace en el suelo, parece estar sin vida.

 

No puedo moverme, lo que veo parece irreal, un estremecimiento de cuerpo se apodera de mí, el aire se comprime en mis pulmones y solo puedo distinguir la furia con cada golpe que le da el chico al hombre quien ha dejado de suplicar por su vida.

 

Mate, mate, mate —sigue repitiendo el chico.

 

Dejando caer como saco sin vida, el cuerpo del fortachon, mi mundo se inclina fuera de su eje y se astilla en pedazos sangrientos cuando su mirada de acero se dirige hacia mí y dejo de respirar, me abrazo a mis rodillas como si eso fuera mi escudo.

 

Parece agitado, respira acelerado, merma el espacio que hay entre los dos, despiadado, salvaje, y con una frialdad que pronto me congela hasta la muerte. Cada una de mis extremidades tiembla, pero nada de eso se compara con el ardor que siento al levantarme por los hombros sin esfuerzo, me acorrala contra la pared.

 

Eres tú —su voz se vuelve ronca y amarga.

 

Respira en mi cuello, no, tacha eso, él está… ¿Olfateándome?

 

¿Quién es él? porque me salvo?

 

Antes de querer hacerle preguntas, su mano se envuelve alrededor de mi muñeca y con fuerza bruta me carga en brazos al estilo nupcial, y salimos de aquella habitación.

 

ARDIAN

Hace un par de minutos.

Admiro con curiosidad el enorme edificio delante de nosotros, con música a un alto nivel que pudimos percibir a kilómetros de distancia, luces azul neón brillan a través de las ventanas.

—¿Estás seguro de lo que estás haciendo?

Me pregunta Reinhold, un lobo beta y mi mejor amigo.

Es este sitio, te informaron que aquí estaba ella, ¿no es así? No hay mucho que pensar —respondo sintiendo los brazos acalambrados.

Transformarse en lobo ha sido fácil con el paso de los años, pero mantener la transformación por más de veinte horas, no es cómodo para nadie.

Eso dijeron, pero tenemos que andar con cuidado, este es el mundo de los humanos, no podemos arriesgarnos, recuerda que eres el príncipe alfa King —añade escudriñando mi rostro.

Asiento. Hace dos años que mi pequeña hermana menor, Leysa, murió en manos de una manada enemiga, sin embargo, los rumores de que la vieron con vida, se han hecho más y más grandes, hasta que Rein investigó, su informante le dijo que ella estaba en este club nocturno, el más grande de la ciudad.

Registren todas las habitaciones —demando a mis hombres.

—¡Sí! —responden al unísono.

Cruzamos la acera, y justo al estar delante de la puerta custodiada por un tipo con cara de asesino, sucede, es como un enorme calambre recorriendo mi cuerpo, la piel se me eriza de un modo que pone en alerta todos mis sentidos, la velocidad con la que se aumenta mi ritmo cardiaco es brutal, un olor dulce y fresco me enloquece.

—¿Ardian? —Rein me llama.

Su voz desaparece, apago el mundo entero, me concentro solo en…

Mi mate —gruño.

Sin importarme nada, arraso con todo el sitio hasta que la encuentro y mi deseo por marcarla me ciega cuando la saco de ese sitio.

Ardian, no está —las palabras de Rein se quedan suspendidas en el aire al verme cargando a mi compañera.

Mi mirada se lo dice todo, me abre paso, ella tiembla, joder, sus brazos se aferran a mí con fuerza y mi instinto lobuno comienza a rasgar profundo, cuando salimos, camino a prisa hasta el otro extremo de la acera, en un callejón, no puedo resistirlo más.

La bajo para acorralarla contra la pared, y antes de que pudiera decir algo, la muerdo en el cuello, con fuerza, con posesividad cruda, ella chilla de dolor agarrando mis brazos, cavándome las uñas, aumento la presión hasta que saboreo su sangre. Mi corazón frenético golpea mi caja torácica y el miembro se me endurece.

Cuando me aparto, admiro mi marca en su piel, ahora ella es mía, todo el mundo lo sabrá.

Me perteneces —arguyo.

Levanto su mentón y la beso con rabia, ella pone resistencia, no será por mucho tiempo, el deseo por poseerla crece, mis manos la aprisionan y la estrecho más contra mi cuerpo, mientras beso su cuello, hasta llegar a sus pechos.

No, por favor, no —suena abatida.

El dolor en sus palabras me saca de mi visión roja de deseo, me aparto de ella cuando siento su miedo, su cabello rubio está desordenado, sus ojos verdes apagados, rastros de lágrimas marcan sus perfectas mejillas pálidas, tiene un rastro de sangre seca en la frente y marcas de haber sido golpeada, todo su cuerpo tiembla.

Debería sentirme mal, lava corre por mis venas y mi instinto asesino prevalece, queriendo matar a todo aquel que se haya atrevido a tocarla, un deseo retorcido me invade, no es el momento, apagando mi instinto lobuno de poseerla aquí por completo, solo hasta que nos unamos en la bruma, podremos ser uno por completo.

Déjame ir, te lo suplico —parece desesperada—. Juro que no diré nada.

Agudizo mi sistema auditivo, escucho el sonido de sirenas y de autos a gran velocidad acercándose.

Ardian —Rein se acerca—. No podemos quedarnos, los chicos consiguieron el auto.

Tienen que huir —dice ella, enmascarando su miedo.

Mi respiración se agita, maldición, muero por hacerla mía, asiento, aunque dejarla no es una opción, me la llevo por la fuerza, metiéndola al auto, ella trata de gritar y salirse, nadie hace nada, nadie la toca, mucho menos la miran, se dan cuenta de la marca en su cuello, saben a quién pertenece y lo mismo pasará con cada lobo que intente abordarla.

—¡Por favor, solo déjame ir!

Rein pisó el acelerador conduciendo hasta la autopista, la policía seguía pisándonos los talones.

—¡No van a poder escapar, tienen que dejarme aquí! —insiste ella.

King —cuando Rein me llama por mi apellido, es porque estamos en peligro verdadero.

Detiene el auto, ella se inclina hacia adelante por el movimiento brusco, no digo nada, extiendo la mano y agarro a mi mate con fuerza, sus protestas son nada para mí, llevándola hasta el interior del bosque, ella hace todos los intentos por liberarse de mi agarre, es una luchadora, eso me pone duro. Corremos hasta que me siento seguro.

Le indico con la mirada a una parte de mi manada que se adelanten, eso incluyendo a Rein, ella toma varias bocanadas de aire antes de mirarme fijamente a los ojos. M****a, es tan hermosa.

—¿Qué quieres de mí? —inquiere con cautela, retrocediendo un paso.

 

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