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Capítulo 2: Bella

Alfa Michel acaba de salir, y aún se nota en el aire el penetrante aroma de su caro perfume. Lo aspiro intentando descubrir que marca es la que lleva, pero no soy capaz de averiguarlo, a pesar de que desde niña he sido muy aficionada a adivinar las colonias con las que mis conocidos se perfuman.

Escucho el sonido del teléfono, que me desconecta del aroma que ha quedado en el despacho y lo cojo aún aturdida.

- Oficinas Greatmore, encantada de saludarle, ¿en qué puedo ayudarle?

- ¡Bella! - responde una voz enfadada- ¿qué demonios haces aún ahí?

- ¿Perdón?

- Soy Beau, ¿acaso te has olvidado de que tu verdadero trabajo es vigilar a ese asqueroso lobo y estás jugando a la secretaria eficaz?

Beau es el jefe de los cazadores; de hecho, es el jefe más joven conocido en toda la historia de esta organización, solo tiene veinticinco años, y sucede a su padre, que murió en un ataque a una manada de lobos. Al parecer, según cuentan los rumores que circulan por toda la sede de los Cazadores, al buen hombre lo despedazaron, y no quedó de él ni un solo miembro reconocible, ni siquiera la cara.

- Beau, lo siento, estaba distraída.

- Bella, nos jugamos muchísimo en esta misión, te he elegido a ti porque creo que estás preparada, pero si no es así, no me hagas perder el tiempo, dímelo y mandaré a otra persona a cubrir tu puesto.

- No, claro que estoy preparada, llevaba mucho tiempo esperando una misión en solitario.

- Entonces ve a ese restaurante, y averigua que demonios ocurre aquí, porque nosotros no teníamos constancia de que el lobo estuviera comprometido.

Me cuelga antes de que me dé tiempo a responderle que salgo inmediatamente, y azorada por las palabras de Beau, el líder de los cazadores, salgo casi corriendo de la oficina.

Trabajo en un inmenso edificio del centro de la ciudad, y aunque tiene seis ascensores, todos parecen estar ocupados en el momento en que yo pulso con fuerza los botones de bajada. Cuando al fin llego a la puerta, más de diez minutos después, ya que parece que es hora punta y que todos los ejecutivos de esta empresa van a salir a comer a la vez, me detiene el guardia de seguridad al que saludo cada mañana.

- Finn, voy con mucha prisa, el jefe se ha marchado de la oficina sin firmar unos documentos muy importantes.- improviso sobre la marcha, ya que no puedo decirle que en realidad trabajo para los Cazadores, y que me han mandado a hacer de espía del que es mi jefe y Alfa de una importante manada.

- Si, ya veo,pero es que llevas la blusa llena de manchas.

Y cuando bajo la mirada y compruebo que efectivamente parte de la ensalada del Alfa ha quedado sobre mi ropa, maldigo interiormente mi mala suerte. Si subo de nuevo, y me pongo la blusa de recambio que guardo en un cajón de mi escritorio, perderé tanto tiempo, que seguramente ni siquiera llegue a encontrar a Alfa Michel. Así que doy las gracias al guardia de seguridad por avisarme, y me desabrocho la blusa. Debajo de ésta llevo una camiseta de tirantes, que aunque no es la más apropiada para trabajar, servirá para ir por la calle.

Llego al restaurante sudando, porque aunque está muy cerca, temo no poder ver a la mujer que acompaña a Alfa Michel; ya ha pasado casi media hora desde que él salió a comer, y no suele pasar mucho rato fuera de la oficina al mediodía.

En el Sant’Angelos hay una absurda cantidad de personas esperando a ser atendidas por el host que los va colocando en las mesas que previamente habían reservado, y yo taconeo en el suelo intentando disimular mi nerviosismo. Cuando por fin me toca el turno, el host, que va con un traje elegante, de color oscuro, me mira fijamente, con cara de desdén que parece decir que yo no tengo suficiente categoría para estar en ese lugar.

- ¿Tiene usted reserva, señorita?

- No,no tengo…

Me corta antes de que pueda hablar, y me dice que en ese caso, no puede hacer nada por mi, porque el restaurante está completo.

- Lo que quería decirle es que vengo a buscar a mi jefe, para que firme unos documentos importantes. Él tiene una reserva para comer aquí.

- Ah, claro, en ese caso, dígame su nombre y veré si puede atenderla en este momento.

Lo fulmino con la mirada por la forma en que ese hombre me impide la entrada al restaurante, y espero en la entrada eternamente, pensando en todos los escenarios posibles que podrían darse, y en ninguno de ellos salgo bien parada; por suerte, el host aparece finalmente y me hace una seña para que lo siga. ¡Una seña! Como si yo fuera un perro, y él mi amo; aún así, lo sigo n silencio, observando con disimulo las delicias que sirven en todas las mesas. A fin de cuentas, yo ni siquiera he comido. Cuando al fin llegamos a la mesa, me encuentro con mi jefe y la mujer más hermosa que he visto nunca.

Tiene el cabello rubio platino, muy liso, y perfectamente peinado. Me fijo en la gracia con la que se mueve, en sus ojos de color acero observándome con curiosidad, y en la elegancia con la que viste, a pesar de que solo lleva un vestido de verano de color blanco con motitas rojas.

- Bella.- me dice Alfa Michel observando mi aspecto con una mirada que no consigo interpretar.- ¿Qué ha pasado?

Estoy pensando una mentira rápida, mientras busco en mi bolso la tablet con la que le presento todos los documentos que él firma durante el día, y entonces, su prometida, se inmiscuye en la converación.

- Michel, querido, no seas tan maleducado, la chica debe de haberse saltado el almuerzo para localizarte, ¿por qué no la invitas a comer?

Me siento a la vez contenta y molesta; contenta, porque si consigo pasar un rato a su lado, obtendré información muy valiosa para la organización de los Cazadores.

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