La Cazadora
La Cazadora
Por: Karen Bodouir
Capítulo 1: Bella

Esta es la misión más difícil que me han encargado hasta ahora. Llevo más de un año trabajando para Los Cazadores, la organización más famosa y mejor reconocida en lo que a caza de hombres Lobo se refiere. Más de un año desde que mi madre me confesó mis orígenes y me hizo sentir asqueada al decirme que era fruto de una relación extra matrimonial con un hombre lobo. ¡Yo! Y ese maldito cobarde que fue mi padre, que por lo que sé ya ha muerto, nunca se dignó a reconocerme, ni siquiera se planteó venir a verme, simplemente se desentendió de mi,y de mi madre. Por eso, odio a los lobos. Se aprovechan de los humanos, los usan, y los tiran y son solo piezas en su gran partida de ajedrez. Pero ahora yo he decidido darle la vuelta a la situación, ahora cazo a esos despreciables seres, y los llevo hasta el cuartel secreto de los cazadores, donde son juzgados y enjaulados, para que no utilicen a más humanos.

Pero por primera vez desde que llegué, estoy muy nerviosa, esta misión es extremadamente difícil. Soy la asistente personal del Alfa de la manada Cumbre Helada, y yo había pensado que este bastardo quería una secretaria, pero al parecer no, tengo que ser su sombra. Ni siquiera durante la noche me deja irme a mi propia casa, no, debo ocupar un cuarto en su manada, cerca de él, para ayudarlo con las tareas urgentes de primera hora.

Y lo que es peor, ese arrogante bastardo de ojos azules como el hielo y anchos hombros, me mira como si fuera capaz de leerme la mente; hay veces que llego a creer que lo ha conseguido, y sabe que mi organización de cazadores de hombres lobo me ha infliltrado en este lugar para que pueda servirles en bandeja al Alfa.

He de reconocer que tiene un físico imponente, ojos penetrantes, rostro esculpido, hombros anchos, y unos brazos que parece que pueden levantarte del suelo sin hacer esfuerzo… si no supiera que es un hombre lobo, pensaría que es un auténtico atleta de la época romana, porque ese cuerpo parece hecho para desear el pecado… pero no, yo soy Bella, la cazadora, y estoy en esta casa para cumplir la misión que se me ha encomendado: reunir información sobre el Alfa, conocer sus costumbres, y entregarlo a los cazadores en el momento justo. Esta es la misión más difícil e importante que me han encomendado hasta ahora, y no quiero liarla… no, necesito estar centrada.

Miro mi reloj de pulsera, compruebo que es la hora a la que debo llevarle el almuerzo al Alfa, y me levanto, alisando mi falda gris de tubo, y mi blusa blanca. De una nevera que hay en el enorme despacho que precede a la sala que ocupa el Alfa, saco un pequeño recipiente de cristal, vuelco su contenido en un plato y aliño la ensalada mientras pienso en como un hombre de ese tamaño es capaz de sobrevivir con una mísera ración de ensalada.  Si por mi fuera… yo comería todos los días filete, o hamburguesa, pero evidentemente, sigo las indicaciones que la última asistente del Alfa me dio antes de dejar su puesto para ir a atender a sus padres enfermos en un pueblo cercano.

Me encamino hacia su despacho con el plato perfectamente preparado, los cubiertos alineados en los laterales, y abro la puerta sin llamar, ya que aparentemente le molesta que lo interrumpan cuando está trabajando. Abro, camino dos pasos, y siento como el plato se vuelca contra un duro obstáculo que se ha interpuesto en mi camino.

- Señor.- digo abriendo mucho los ojos.- lamento profundamente el incidente, no sabía que estaba usted a punto de salir.

- Bella.- dice él con esa inexcrutable voz que enciende todas las alertas de mi cuerpo.- ha sido culpa mía por no avisarla de que no me sirviera el almuerzo este mediodía.

- ¿Ah, no?.- digo mientras intento limpiar la enorme mancha de su camisa blanca.- No hay ninguna cita en la agenda.

- Eso es porque no tengo una cita profesional, Bella.- dice él sonriente.- sino personal, con mi prometida.

Y diciendo eso se da la vuelta y comienza a desabrocharse la camisa. ¡Cielo santo! Esos músculos que están quedando al descubierto al quitarse la camisa, ¿son naturales? Si parecen recreados por ordenador…

- Bella, Bella, ¿me está escuchando?

Yo vuelvo a conectar mi mente a mundo real, y dejo de observar con descaro el cuerpo de este hombre.

- Si, por supuesto.

- Le decía que llame al restaurante, y pida que avisen a mi prometida de que llegaré tarde.

- Por- por supuesto, señor.- digo con la voz temblorosa.- ¿dónde iban a comer?

- En Sant’Angelos, y no tiembles.- dice con voz amable.- ha sido un accidente, ¿no, Bella? Solo llama para que limpien la moqueta, y lleva la camisa a la tintorería.

Llamo al restaurante para dar el aviso que este hombre me ha pedido, y mientras un amable camarero coge mi comanda, escucho ciertos ruidos en el auricular. Si, la organización debe de estar escuchando mi conversación, porque sé que ese ruido es el de un micrófono al captar mis palabras. No sé cuanto va a durar esta misión, pero si que sé que estar cerca de este Alfa con cuerpo de Dios, va a ser todo un reto para mi.

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