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Capítulo 7: Bella

Pagué al taxista, y bajé del coche sin esperar a que me diera el cambio; estaba demasiado nerviosa, ¿y si Beau se daba cuenta de que había besado a Alfa Michel? No podía ni imaginarme su cara de decepción al descubrirlo.

- Beau. No esperaba encontrarte aquí.

- Oh, menos mal que llegas.- me responde él con una expresión inescrutable en sus ojos verdes.- llevo horas esperándote, ¿dónde estabas?

Podría confesar la verdad, pero temo tanto que descubra que he besado a un lobo (a pesar de que ese beso haya sido el mejor de mi vida), que miento con una excusa estúpida e improvisada.

- Siguiendo a la prometida del Alfa.

- ¿De verdad? Vaya, vaya, muy bien, novata. No podía imaginarme que hicieras algo así por tu cuenta.

- Si, si, se me ocurrió en cuanto llegué al restaurante.

- Bueno, ¿y qué has descubierto?

Y ahí es donde mi plan terminaba, ¿cómo podía haberme inventado una excusa tan terrible? Después de la comida en Sant’Angellos yo volví a la oficina, y Cathy comentó que tenía unas compras que hacer antes de volver a su casa. Y aunque yo intuía que no vivía en la ciudad, tampoco tenía ni idea de donde vivía.

- La seguí por el barrio comercial. Compró un par de cosas, entró a varias tiendas, y finalmente tuve que regresar al despacho y no descubrí mucho más. Como regresé tan tarde, he tenido que hacer horas extra para poder acabar todo el trabajo pendiente.

Beau sigue interrogándome sobre los hábitos de Cathy, y como no tengo ni idea, y sé que ya no puedo desdecirme, invento un montón de mentiras sobre la pobre chica. En el fondo, me gusta imaginar que es la persona que estoy relatando, una criatura frívola, que dedica el dinero de mi jefe a compras absurdas. Y mientras cuento esa historia, trato de no pensar en porqué quiero creer que la encantadora y empática mujer del restaurante es una estúpida. Supongo que dentro de mi hay ciertos celos porque ella vaya a pasar el resto de su vida con Alfa Michel, pero no puedo ni siquiera reconocerlo.

- Bueno, la próxima vez ponte en contacto con la organización.- dice Beau cuando acabo de explicarle todo lo que me he inventado sobre Cathy.- temía que te hubieran descubierto, y la misión se hubiera visto comprometida.

- Si, es que he perdido el móvil.-  digo mordiéndome los labios porque no sé como va a reaccionar.- de todas formas, te aseguro que soy la primera interesada en que no me descubran, si eso sucede, las consecuencias para mí serán mucho peores que una misión abortada, te lo aseguro.

Beau alarga su mano, y me acaricia el mentón, manteniéndome el rostro en alto, para poder mirarme a los ojos mientras me habla.

- Bella, soy consciente del peligro que corres, ¿por qué crees que estaba esperándote a la puerta? Quería asegurarme de que volvías a casa sana y salva.

- Gracias, Beau, es que ya sabes que no es fácil estar infiltrado con el enemigo.

La palabra enemigo me sabe ácida, como si me abrasara el esófago según la estoy diciendo, pero en el fondo es lo que Alfa Michel es, el enemigo. Puede ser un enemigo con los labios más suaves que he probado, pero sigue siendo un lobo.

- Eres muy valiente, y aunque no lo parezca, en la organización, todos valoramos mucho que te hayas implicado tanto llevando tan poco tiempo con nosotros. Eres una de nuestras mejores agentes.

No soy capaz de decir nada, porque me siento una farsante atrapada entre dos mundos; hace menos de una hora que estaba disfrutando de los besos apasionados de un lobo que además está comprometido con otra; y ahora, estoy aquí, prometiendo al líder de la organización que captura hombres lobo que seré capaz de servirles en bandeja de plata a ese mismo hombre que me hacía suspirar de placer.

De pronto, sin que me dé cuenta de lo que está sucediendo, porque mi mente está perdida, navegando en los recuerdos de lo vivido hace tan solo un rato, veo como Beau se cierne sobre mi rostro, y se abalanza sobre mi boca.

Quiero detenerlo, parar ese sin sentido, si reconozco que hace tan solo unas semanas Beau me parecía el hombre más guapo e interesante que hubiera conocido nunca; pero no quiero besarlo, al menos,no ahora, cuando aún tengo el sabor de otro hombre pegado a mis labios.

Su beso no es exploratorio, ni dulce, ni siquiera creo que espere que yo responda; simplemente ha invadido mi boca, y está intentando arrasarla. Intentó despegarme de su indeseado beso, de sus brazos que parecen aprisionarme como si de una jaula se tratara, pero nada hace que Beau se detenga, hasta que finalmente se aparta para coger aire.

- Bella, eres increíble, tan hermosa, tan valiente, cuando estés de vuelta en el cuartel de los Cazadores creo que tú y yo tenemos que vernos más.

- No sé si es lo más apropiado, tenía entendido que las relaciones personales no están precisamente bien vistas entre los cazadores.

- Bueno, Bella, soy el jefe, seguro que podemos romper alguna que otra regla. Además, ese beso no me ha dejado ninguna duda, tú estás tan interesada en mi, como yo en ti; así que ya no tienes porqué disimularlo más.

Después de esas palabras, me quedo boqueando como un pez, intentando explicarle de forma amable que no me ha gustado lo que ha hecho, y que aún menos comprendo como es que él cree que si; pero no me da tiempo a decir nada, porque él se va antes de que yo hable.

Una vez ha salido, cierro con llave la puerta de la entrada, apago todas las luces, y me voy a mi cuarto, aunque estoy bastante segura de que esta noche me va a costar conciliar el sueño, si es que lo consigo.

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