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Capítulo 8: Alfa Michel

Me estoy volviendo loco recordando una y otra vez el beso que acabo de compartir con mi secretaria. Bueno, Bella, porque en mi mente no es mi secretaria, sino mi futura Luna. ¿Es posible que ella se haya dado cuenta de lo que acaba de ocurrir? Bella es mi pareja destinada.

Lo más frecuente es que los compañeros destinados se den cuenta de que lo son en cuanto se ven, es como un reconocimiento mutuo que les impide apartar la mirada, y les revuelve las entrañas. En el caso de los Alfas… no siempre sucede así. Es más difícil que la compañera destinada sea reconocida de una forma tan sencilla, en concreto en mi caso, acabo de darme cuenta al besarla.

Reconozco que su perfume me volvía loco aunque cerrara la puerta que separa su despacho del mío, es como si se colara por debajo del quicio de la puerta y entumeciera mis sentidos… pero no sospechaba que era porque Bella es mi compañera elegida por la diosa Luna para mi.

Es solo mitad loba, y hasta donde sé, no parece haberse convertido nunca, pero eso no importa, porque sé que cuando la lleve a mi manada, y la presente como mi Luna, ellos la aceptarán como tal.

Desde luego, ahora que la he encontrado, comprendo a mis amigos cuando me explicaban la sensación de no querer separarte de ella jamás. ¡Cuanto se van a burlar de mi cuando lo sepan! Yo que renegaba de que algo así pudiera existir, me veo ahora contando las horas para que amanezca y pueda regresar a la oficina, donde sé que la veré de nuevo.

Camino por la casa en busca de mi teléfono móvil, y cuando lo encuentro, marco el número de Cathy sin dudarlo. Ella es mi falsa prometida, y sé que voy a tener que buscar otro modo de protegerla, ahora que ya no podrá ser mi prometida, por eso necesito que sea la primera en saberlo.

Descuelga al décimo tono, y su voz suena adormilada, supongo que porque ya pasa de la medianoche.

- Cathy, hola.

- ¿Ha ocurrido algo? ¿Has encontrado a mi hermana?

Su voz suena tan angustiada, que me arrepiento al instante de no haber esperado al día siguiente para llamarla y contarle las novedades.

- No, Cathy, tranquila, no es nada malo, lo siento,es muy tarde, te llamo mañana y te pongo al corriente, vuelve a dormir.

- Vamos, Michel,  no puedes colgar sin más, si me has llamado a esta hora, será por algo.

- Si, ciertamente si, pero es que verte angustiada me ha hecho sentirme mal por mi egoísmo.

- Vamos, cuéntalo ya.

- Bueno, es que he encontrado a mi Luna. Siento como si mi cuerpo se hubiera dado la vuelta por completo, es la sensación más extraña que he tenido nunca.

- Es Bella, ya lo sabía.

- ¿Qué? Pero, ¿cómo has podido saber algo así?

- Mira, en la comida de hoy quedó claro que era ella. No había más que miraros a los dos, ella se derretía cada vez que te olía, y tú nunca usas perfume, así que estaba claro que era tu olor corporal el que la embriagaba; y en tu caso, bueno, tu vena protectora, de Alfa, salió a relucir con aquel camarero que la estaba tratando mal.

- Pero si tú siempre te quejas de que soy poco amable con los camareros.

- Ya, eso es cierto,  pero normalmente no te comportas como un Alfa en sitios públicos, estaba claro que querías proteger a tu compañera.

- Bueno, pues si, llamaba para contarte que la he besado,  y he descubierto que es mi compañera. Quiero presentarla cuanto antes a los miembros de la manada, espero que les guste, aunque en realidad no me importa lo que piensen…

Cathy corta mi monólogo con un suspiro que me indica que la estoy aburriendo con mis frases sin sentido, encadenadas una detrás de otra.

- Michel, eres el Alfa, tu manada te adora, has mejorado las casas,el colegio, e incluso te molestas en que todos. Los lobos que viven bajo tu mando vayan al médico de vez en cuando, creo que nadie va a oponerse a que al fin les lleves una Luna que se ocupe también de ellos.

- Pero comprendes que ahora tendremos que buscar otra coartada para ti, ya no puedes ser mi prometida, si ahora tengo una prometida de verdad.

- No te preocupes,  Michel, buscaremos una solución, no te preocupes por eso. Además, en tu manada nadie sabe nada sobre nuestro acuerdo, ni siquiera conocen la historia de la falsa prometida, así que solo es necesario que me mude, y en mi nuevo refugio ya veremos qué historia contamos.

Su voz suena un poco apenada, como siempre que algo le recuerda a su hermana gemela, de la que no sabemos el paradero, o si sigue viva o muerta. Cathy vivía con su hermana, de hecho, desde que nacieron, jamás se habían separado. Ojalá mis investigaciones dieran sus frutos y pudiera localizarla, al menos, aunque recibiera malas noticias, Cathy podría continuar adelante con su vida.

En cualquier caso, si mis sospechas son ciertas, la vida de Cathy está tan en peligro como la de su hermana; así que no puedo desentenderme de ella; ya pensaré una buena solución para nuestra relación; aunque en algo tiene toda la razón, tenemos que cambiar de ubicación, y asegurarnos de que nadie,salvo ella y yo, conozcamos donde vive. Pero ese es un problema del que puedo ocuparme en los próximos días, ahora lo único que me apetece es ir a dormir y soñar con Bella. Aún no puedo creerme que ella sea mi Luna.

Me estoy cepillando los dientes,antes de acostarme, cuando escucho el tono estridente de mi teléfono móvil de trabajo. No suelo apagarlo, a fin de cuentas, siendo el CEO de la compañía, necesito estar informado en todo momento de lo que ocurre en la empresa. Normalmente no me llaman a esta hora, así que si está sonando, es que algo ha sucedido.

Me acerco a la mesilla de noche donde coloco siempre los teléfonos antes de dormir, y descuelgo al número oculto que me llama, que habla antes de que yo pronuncie palabra.

- Contraseña.- dice en un tono robótico, que a cualquiera salvo a mi le haría preguntarse si es una máquina o una persona lo que hay al otro lado.

- Boj y salvia.

- Correcto.- responde la voz, y tarda unos segundos en transmitirme la información por la que me está llamando.- he acabado el análisis del teléfono que me entregó señor.

Me había olvidado completamente de lo del teléfono. Si, es cierto, la mirada recelosa de Bella en el restaurante, esa forma de mirar que me generó una alarma mental, y por lo que decidí llamar a mi detective privado desde el baño del Sant’Angelos.

Le pedí que analizara el teléfono móvil que he visto que Bella guarda en su bolso personal, y que sin embargo no es el que usa para comunicarse con su familia, o amigos. Es un teléfono que solo saca a veces, y siempre guarda cuidadosamente antes de que nadie lo vea. Yo la he observado desde mi despacho, y por eso conozco de su existencia.

Ya había olvidado que le di todas esas tareas a Bella para mantenerla ocupada y que no se diera cuenta de que el teléfono ya no se encontraba en su escondrijo. Y la idea de la cena, inicialmente, fue para lo mismo, para evitar que descubriera que le había desaparecido del bolso el misterioso móvil.

Ciertamente,aquella cena con Bella me había revolucionado de tal modo,  que me había hecho olvidar el porqué la organicé. Pero por más que quisiera permanecer en mi nube de felicidad, sabía que si mi detective estaba llamando a esas horas de la madrugada, era porque algo no cuadraba en la información almacenada en aquel teléfono.

- Habla libremente, estoy solo.

- El teléfono estaba encriptado.- uf, eso pintaba muy mal, normalmente la gente utiliza contraseñas, pero no crea códigos difíciles de descifrar si lo único que esconde son memes vergonzosos, o vídeos de sus sobrinos.- ¿estás ahí, jefe?

- Si, aquí sigo, a la escucha.

- Pues eso, que me ha llevado muchas horas descifrar el código, y cuando al fin lo he hecho, lo único que he encontrado han sido registros de llamadas a números sin identificar, y mensajes de texto.

- Bueno, supongo que eso no es tan grave, ¿no?

- Depende de lo que quieran decir esos mensajes, porque están en clave, con textos como: “vienen diez amigos a cenar”, o “el gato está en el monte”. Tengo una gran experiencia analizando gente, y puedo asegurarte que no son mensajes que alguien envíe sin más. Y si eso te parece poco, he analizado los números que llaman a este móvil, o a los que se envían los mensajes, y he localizado dos. Uno de ellos, es el número de Beau Anders.

- No, eso es imposible.

- Michel, llevamos juntos en ésto una eternidad, hemos investigado mucho, hemos creado bases de datos potentes con toda la información que obtenemos de los cazadores que conseguimos apresar cuando entran a la casa de la manada, y te aseguro que el número que utiliza Beau Andrés es ese.

- ¿No es posible que te estés equivocando?

Sé como suenan mis palabras, incluso estoy seguro de lo que yo mismo diría si me lo contara otra persona, pero no soy capaz de procesar que mi compañera destinada a pasar conmigo toda la vida, sea una mentirosa, una tramposa, una mujer hermosa a la que han coocado frente a mi solo para que me deslumbrara y pudiera obtener los datos necesarios que permitan a los cazadores masacrar a mi gente. Y lo peor de todo ésto: yo la he dejado entrar.

- Michel, por si estaba equivocado, he analizado su currículo, he comprobado cada dato que incluyó en su solicitud de empleo, y no hay nada cierto. No puedo garantizarte ni que su nombre real sea Bella.

Suspiro y supongo que al otro lado del teléfono se percibe como un gruñido, porque veo los intentos de mi detective privado por apaciguarme.

- Mira, es una espía colocada ahí por los cazadores, de eso estoy muy seguro, pero lleva poco tiempo, no creo que haya obtenido suficiente información como para causar daños irreparables, ¿no?

Vuelvo a suspirar y pienso que claro que ha hecho un daño irreparable, porque mientras ella siga con vida, yo no podré encontrar otra compañera, y desde luego, con esta pareja destinada, no puedo aspirar a nada.

Me despido con prisas, y le cuento una mentira al pobre hombre que ha trabajado sin descanso todo el día. Lo único que quiero es borrar de mi mente esa llamada que me ha roto en pedazos, y volver a cuando era el hombre más feliz de todo el universo.

En momentos así, lamento estar en la ciudad, ahora mismo, lo único que necesito es quitarme la ropa, dejar que mi lobo tome el control, y correr hasta que me duela todo el cuerpo por el esfuerzo.

En fin, me digo mientras me sirvo una generosa copa de licor, más vale que hoy me adormezca a base de alcohol, porque mañana va a ser un día muy, pero que muy duro, y lo que más necesito, es estar descansado para poder llevar a cabo lo que tengo que hacer.

Me duermo en el sofá alrededor de las cinco de la mañana, a mi lado descansa el vaso y una botella de licor vacía; no es que consiga conciliar un sueño reparador,  pero al menos para cuando suena el despertador, ya sé lo que voy a hacer con Bella., y estoy bastante seguro de que no va a gustarle, ni a ella, ni a sus compañeros cazadores que me la han enviado como reclamo. ¿Quieren jugar a mandar un cebo fresco y jugoso? Pues quizá deberían haber pensado que a veces el pez se come el cebo, pero es lo suficientemente listo para no picar el anzuelo.

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