Capítulo 6: Bella

- ¿A qué clase de mujeres te refieres Bella?

- Yo no quería decir, bueno es que yo…

Me estaba haciendo un lío sola, porque acababa de recordar que mi jefe es un hombre comprometido, y quizá mis comentarios anteriores han podido ofenderlo.

- ¿No eres la clase de mujer que come algo antes de echarse a dormir?

- ¿Qué?

Me había descolocado completamente con esa pregunta, ¿qué es lo que quería decir?

- Si, me refería a que pensaba invitarte a cenar para compensar tus horas extra, y ya que tu hora de salida ha pasado, supongo que tendrás la nevera vacía y pocas ganas de ir al supermercado a llenarla. Pero si te he ofendido, me disculpo, no pretendía insinuar nada inapropiado, te lo aseguro.

¡Joder! La había liado con mi agresivo comentario. Al parecer Alfa Michel no tenía segundas intenciones con su invitación, y seguramente, en estos momentos, estaría pensando que soy una histérica que se cree el centro de atención.

-  Lo siento, yo pensaba…

- No, de verdad, lo comprendo, solamente trataba de ser amable, pero supongo que me extralimitado.

- Estaría encantada de cenar contigo. Es solamente que no he tenido muy buenas experiencias anteriormente.

Espero que piense que he tenido un jefe acosador, porque lo que bajo ningún concepto voy a contarle, es que mi padre es un lobo y que nunca he llegado a conocerlo. No, esa parte de mi historia es aún una herida abierta en mi corazón, y no quiero que nadie se entere de ello.

- En ese caso… Vamos a cenar, ya te he robado bastantes horas por hoy.

Yo me levanto, y lo acompaño un poco nerviosa, ahora que todo ha salido bien,que no me ha despedido por ser una borde, me doy cuenta de que no tengo ni idea de adonde nos dirigimos. Quizá me suceda como al mediodía, y vaya vestida inapropiada para el lugar.

- ¿Adónde vamos a cenar? Es que no tengo ropa para cambiarme, ya he usado mi blusa de repuesto.

- Tranquila, te aseguro que adonde vamos, da igual que no vayas vestida de noche.

Su tono hace que me estremezca y piense que después de todo, quizá si que haya descubierto mi trampa, y sepa que soy una espía.

Se encamina hacia el parking, y yo lo sigo como hago siempre que me lleva con él a su casa de la manada, en esos días en los que necesita que ejercer como Alfa, pero también quiere seguir siendo el CEO de la compañía, y me pide que avance trabajo mientras él soluciona los problemas de la manada.

Nos detenemos frente a su SUV oscuro, y como siempre cuando ocupo el asiento del copiloto, siento como el cuero de color crema abraza mi cuerpo. Este coche me encanta, en cómodo, veloz y subida en él me siento segura, casi como cuando estoy cerca de Alfa Michel, me dice mi subconsciente, pero yo reniego de esas palabras que se cuelan de forma traicionera en mi mente.

Me doy cuenta de que hoy está siguiendo un camino distinto al que suele tomar siempre que voy con él, y me pregunto adonde nos dirigiremos.

Tras varios minutos, me doy cuenta de que nos estamos acercando al centro de la ciudad, y me sorprendo cuando entra a un garaje particular, en medio de la ciudad, y aparca.

- ¿Adónde vamos?

- A un sitio muy privado, señorita Bella, lo vas a ver enseguida.

Y efectivamente lo veo pronto, en cuanto el ascensor que sale del garaje nos deja en la planta diez de una de las torres más espectaculares de la ciudad. Yo nunca he visto nada semejante, de hecho, solo puedo soñar con visitar un lugar como este, ya que el alquiler en estas torres es muy elevado, y no podría pagármelo ni aunque cobrara el doble de lo que me paga ahora Alfa Michel.

El décimo piso está dividido en tan solo dos apartamentos, y cuando entramos al que está a la izquierda, me sorprendo con la decoración moderna y sofisticada del lugar.  El salón es inmenso, de hecho, creo que la casa entera de mi infancia podría meterse aquí dentro, y aún quedaría hueco.

- ¿Es tu casa?

- Si, Bella, es el piso en el que vivo los días que salgo muy tarde, o cuando no es necesario que esté en la casa de la Manada.

- ¡Vaya! Es bastante espectacular, no tenía ni idea de que vivías en un lugar así.

- Bueno, es que llevas muy poco tiempo trabajando para mi. ¿Por qué no me acompañas a la terraza?

Me guía hacia un extremo del salón, donde una parte de la cristalera se abre y da paso a una preciosa terraza con vistas a toda la ciudad.

- ¡Guau! Es espectacular, nunca había tenido unas vistas tan buenas de la ciudad, si yo fuera tú, no podría moverme de esta terraza.

- No es para tanto, te aseguro que al cabo de un tiempo, te acostumbras. Pero de momento, ¿por qué no te quedas aquí y te traigo una copa de vino?

- No, gracias, no me apetece alcohol. Pero si tienes limonada, te lo agradecería mucho.

- Por supuesto.

Vuelve con un precioso vaso de cristal tallado a los cinco minutos, me lo ofrece, y me pide que me relaje,mientras enciende el hilo musical, que reproduce jazz en un tono perfecto para relajarse.

Me quedo obnubilada en aquella terraza, sentada en una de las butacas de ratán y bebiendo a sorbitos mi limonada, imaginando qué es lo que harán todas las personas que viven en aquella ciudad. No es que pueda ver a nadie, desde esa altura, y con la distancia que hay hasta el siguiente edificio, no se ve ni una sola persona.

Alfa Michel vuelve media hora más tarde, cargado con una enorme fuente de spaghetti, y dos platos vacíos. La comida hace que me ruja el estómago, y el sonido que emiten mis tripas es tan escandaloso que ambos nos echamos a reír cuando acaba de sonar.

- No sabía que supieras cocinar, creía que solo eras uno de esos CEOs obsesionados con el trabajo.

- Ummm.- dice él dubitativo.- realmente no sé cocinar, mis conocimientos ni siquiera me permiten preparar esta cena, pero tengo una asistenta maravillosa que me deja siempre comida recién preparada. Aunque bueno, no te creas, hoy me había dejado los spaghetti pre hechos, he tenido que cocerlos unos minutos para que acabaran de cocinarse.

Me echo a reir por su sinceridad y por las caras que pone mientras me explica como ha conseguido acabar de preparar la cena;  realmente, si no nos hubiéramos conocido en las circunstancias actuales, creo que Alfa Michel habría llegado a gustarme. De hecho, durante la cena me relajo observando la vida nocturna de la ciudad, charlamos como si no fuéramos jefe y empleada, sino nuevos amigos, y disfruto de una comida casera, algo que hacía mucho tiempo que no probaba, ya que con mi nuevo trabajo, y todas las actividades de los Cazadores, de lo único que me queda tiempo es de recalentar comida de lata que adquiero en grandes cantidades en el supermercado.

- Bueno, Bella, no quiero ser mal anfitrión.-dice Alfa Michel tras una sobremesa que ya se ha alargado mucho más de lo que es normal.- pero creo que debería llevarte a tu casa para que puedas dormir el número de horas necesario.

- No es necesario que me lleves, de verdad, puedo tomar un taxi, seguro que por esta zona pasan muchos.

Al final él se niega a que vaya sola a casa, y yo agradezco que me lleve, la verdad es que estoy muy cansada esta noche, he tenido muchas emociones durante el día. Voy al baño antes de salir, y a mi vuelta, observo que Alfa Michel se ha puesto en pie, y está mirando hacia la calle.

- Creía que después de un tiempo te acostumbrabas a estas vistas, pero veo que a ti aún te fascinan.

Se gira lentamente, algo que resulta extraño en un hombre de su estatura y complexión, y me mira con los ojos muy abiertos, como si quisiera leer en mi mente sin preguntarme nada. Durante un instante contengo la respiración, no digo nada, me limito a devolverle esa mirada profunda y devastadora, y observo como él contempla mis ojos, mi nariz, y más tarde, mis labios.

Podría haberme movido, podría haber roto la magia con una sola frase que hubiera salido de mi boca, porque sabía que el poder estaba en ese instante en mis manos, pero no lo hice, tenía curiosidad por probar sus labios, por descubrir si el sabor era tan embriagador como mi mente imaginaba. Quería oler ese perfume penetrante más cerca, tenerlo pegado a mi cuerpo.

- Voy a besarte.

Lo anunció como si fuera un hecho consumado, algo que iba a suceder inevitablemente, y yo, asentí imperceptiblemente, otorgándole acceso a mi boca sin limitaciones. Y él lo hizo, atrajo mi cuerpo hacia el suyo colocando su mano detrás de mi cuello, bajó su cabeza hasta que nuestros labios se encontraban a unos milímetros de distancia, y entonces, me besó. Y que beso,madre mia, sus labios tomaron el control de los míos, los acariciaron, los amaron, y los poseyeron mientras su lengua peleaba con la mia en una lucha injusta, porque pronto fui consciente de que Alfa Michel era un experto en besos. Besaba como si el mundo estuviera a punto de acabarse y yo fuera la última persona a la que iba a ver, y eso me gustó.

Su mano, que al inicio sujetaba mi cuello,recorría ahora mi espalda, acariciando unas terminaciones nerviosas que me hacían temblar de placer. Me sentía dentro de una nube, mientras respondía a su beso, y dejaba que mis manos exploraran aquel torso que tantas fantasías había generado en mi mente.

- Ésto no está bien.

Y con esas cuatro palabras, la magia desapareció sin más. De pronto él apartó su boca de la mia, y yo fui consciente de que era un hombre comprometido, mi jefe, y el Alfa al que los Cazadores me habían mandado a investigar. ¿Cómo era posible que hubiera caído en sus brazos como una colegiala aturdida?

Salí corriendo sin decir nada, sin despedirme, sin esperar a que volviera a ofrecerse a llevarme a casa, ni siquiera recuerdo si cerré al salir, solo sé que huí sin decir nada, sin pensar que quedaban menos de doce horas para que tuviera que volver a estar frente a él.

Cogí el primer taxi que pasó por la calle, le di mi dirección, y cerré los ojos intentando eliminar de mi mente lo sucedido. ¿Qué pasaría ahora? ¿Me despediría? ¿Se enterarían los Cazadores de como me había comportado?

Bueno, desde luego el recuerdo del beso se desvaneció de mi subconsciente en cuanto el taxi enfiló la calle en la que vivía, porque varios metros antes de llegar a mi portal, pude ver que Beau me esperaba a la puerta. ¡Cielos! ¿Cómo había olvidado que aún no había contactado con él desde este mediodía?

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