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Capítulo 5: Bella

No puedo creer lo exigente que está siendo esta tarde Alfa Michel. Llevamos al menos cuatro horas en su despacho, con él dictándome mensajes, respasando su agenda, pidiéndome infinitas cosas que ni siquiera sé como se hacen…

- Anotado.- digo cuando acabo de apuntar la última tarea en la lista.- ¿hay algo más que pueda hacer por usted ahora?

- No, todo bien.- responde Alfa Michel con su sonrisa enigmática.-  puedes volver a tu sitio.

Me giro para salir por la puerta, pensando en que tengo que llamar urgentemente a Beau para ponerlo al tanto de la situación, y antes de que me haya dado tiempo a dar un paso,  Alfa Michel vuelve a llamarme.

- Bella.- dice. Con un tono mas dulce.- no es necesario que me llames de usted, ya hemos comido juntos, creo que es suficiente para romper el hielo. Puedes tutearme.

Cabeceo para hacerle saber que me parece correcto, y salgo del despacho al fin. Voy al baño, me coloco un poco la ropa, el pelo, retoco mi maquillaje, y a la vuelta, con disimulo, busco el terminal que los Cazadores me entregaron para estar en contacto con ellos en todo momento.

Siempre está en un bolsillo exterior de mi bolso, pero hoy, no lo encuentro. Rebusco con más afán, perdiendo todo atisbo de sutiliza, saco algunas cosas, meto la mano hasta el fondo, pero nada, ese móvil no está en ninguna parte.

¿He podido perderlo cuando salí a comer a toda prisa? Espero que no, quizá solo lo haya puesto en alguna parte que no recuerdo, y aparecerá en cualquier momento.

- Bella.- dice Alfa Michel saliendo del despacho.- ¿Ha sucedido algo?

- ¿A qué se refiere?

- Pues al desorden de tu mesa, a que estás como alterada.

- No, es que creo que he perdido un… pintalabios.

No puedo decirle a Alfa Michel que he perdido un teléfono, porque si aparece, y alguien descubre que es un móvil que conecta con los Cazadores, sabrán inmediatamente que soy una infiltrada en esta oficina. No, he hecho bien en desviar la atención.

- Bueno, Bella, tranquila, creo que te pago suficiente como para que compres uno nuevo.

- Si, si, claro.- digo intento parecer indiferente.

Se gira para regresar a su despacho, y suspiro aliviada, cuando de pronto, vuelve a darse la vuelta.

- Y Bella.- dice él con un tono que hace que se me pongan los pelos de punto.- tutéame.

Siento como el sudor corre por mi cuerpo, y siento que he esquiavado un gran problema. Porque si mi jefe descubre que soy una espía de los Cazadores, dudo que mi castigo sea tan benevolente como el del camarero al que ha conseguido que echaran de su puesto de trabajo esta misma mañana.

Cuando al fin regresa a su despacho, me calmo, y me digo a mi misma que son nervios de principiante, ¿acaso seguiría aquí sentada con acceso a todos los documentos de la empresa si sospechara que yo tengo alguna implicación con la organización secreta que intenta exterminar a todos los hombres lobo del mundo? No, claro que no.

Las horas se me pasan volando, porque aunque sea una infiltrada, el trabajo lo tengo que realizar de verdad, o de lo contrario podría sospechar de mi, o despedirme por incompetente. Así que, si,este es un trabajo real, y me paso a tarde sin parar, elaborando informes, agendando reuniones y transcribiendo algunas de las cartas que me ha dictado Alfa Michel cuando me llamado a su despacho. Hacia las siete de la tarde, ya pasada mi hora de salida, Alfa Michel sale de nuevo de su despacho y me mira sorprendido.

- ¿Aún estás aquí, Bella?

-Si, señor, las tareas que me ha encomendado esta tarde son bastante exigentes y no me gustaría que se me acumulara el trabajo. De todas formas, no pasa nada, no tenía nada importante que hacer después de trabajar.

- ¡Vaya! Quizá esté siendo demasiado exigente contigo, ¿es posible?

No me atrevo a decirle que si, que es un persona muy mandona, y que la mayor parte del equipo le tiene miedo, pero supongo que mi mirada es más que suficiente para hacérselo saber, porque se acerca a mi mesa, y me mira con falso gesto compungido.

-¿Soy realmente tan mal jefe?

- No, por supuesto que no, en ningún momento he querido decir eso; es que soy nueva aquí, y es todo un reto ponerme al día con toda esta información.

- Eso es cierto, a fin de cuentas,llevas muy poco tiempo aquí.deja que te compense.

- ¿Perdón?

- Si, me siento mal, es tarde, y eres nueva aquí, quizá debería haberme dado cuenta de que necesitas un poco más de tiempo para adaptarte. Deja que examine esos hombros, tienes todo el aspecto de estar tensa y de que no puedes ni mantenerte recta en la silla.

Me doy cuenta de que es cierto, que tengo los hombros en tensión, y cuando Alfa Michel da la vuelta a mi escritorio y se coloca detrás de mi, invadiendo con su inmensa sombra la habitación, me encojo un poquito.

- Relájate, Bella, puedo notar tu tensión incluso antes de colocar las manos sobre tu espalda.

Y con esas simples palabras, acerca las manos a mi cuello, y evalúa el estado de los mismos.

-Ummm.- exhalo en cuanto sus manos masajean la carne dolorida, y me revuelvo en mi silla, dejando que el placer de ese contacto inesperado se extienda por mi espalda.

- Si que estabas tensa, si, estos hombros están como una piedra.

Continúa con su masaje, haciendo círculos con sus dedos en mis omóplatos, y presiona un punto que estaba torturándome. Puedo percibir ese aroma que no sé a qué perfume pertenece, y me vuelven loca esas manos grandes y fuertes que sanan mi cuerpo con su simple caricia.

- Bella.- susurra Alfa Michel.- deja que esta noche te compense un poco más.

Sus palabras me hacen volver a tensarme, ¿qué es lo que quiere decir con compensarme un poco más? Yo no estoy en venta, pero claro, debería haber imaginado que es un lobo, y como tal, su intención es usar a los que trabajan para ellos.

Alfa Michel debe de notar como los músculos de mi espalda se tensan bajo su contacto, porque detiene los movimientos circulares, y me pregunta:

- ¿He dicho algo que te resultara molesto?

- No sé a que te refieres con compensarme un poco más, pero yo no soy una de esas mujeres.

Quería gritarle que ella jamás se acostaría con su jefe lobo, para el que acababa de comenzar a trabajar, porque ella tenía otra case de principios,pero la respuesta de Alfa Michel la dejó con la boca abierta.

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