CAPÍTULO 1. LOS LOPEZ LUJÁN

Nunca he sido una chica que piense y analice las situaciones con cabeza fría, la mayoría de las veces, me dejó llevar por las emociones del momento y por lo general, me equivoco.  

Mis padres siempre me  sermoneaban al respecto, que debía aprender a actuar con calma, que por acelerada era que me salían las cosas mal, que consultara siempre con alguien idóneo y de confianza antes de tomar una decisión final, que dejará de ser tan terca y voluntariosa y me dejara ayudar.

Crecí y viví en un pequeño pueblo aledaño a la ciudad, en un país latinoamericano que podría ser cualquiera... en ese país donde tenemos el más exquisito café, el de paisajes maravillosos, el de culturas indígenas, el de acentos y dialectos diferentes, el de variedad de comidas según la región.

Con fauna y flora envidiable, el país de las más hermosas flores que cada San Valentín inundan el mundo entero, soy orgullosamente Colombiana, de mi país se habla mucho en el exterior, lamentablemente de las cosas malas, de narcotráfico y violencia, pero somos más que eso.

Mi casa, podría ser la tuya, una casa básica, en un barrio estrato medio, con gente trabajadora, como la de muchos.

Vivía en ese entonces con mis papás, me encontraba cursando ya el onceavo y último grado en el colegio mayor Juan Bautista, (dirigido por unas monjitas inmamables), dónde tenía una beca por rendimiento académico, mi disciplina dejaba mucho que desear pero hasta el momento no había cometido ninguna falta grave que ameritara perder mis beneficios o ser expulsada.

Admiro mucho a mis padres, porque contra viento y marea defendieron su amor, aunque papá nunca fue profesional, con mucho esfuerzo y trabajo duro, ha logrado darnos una vida digna con algunos privilegios.

Se puede decir que nosotros éramos esa parte desagradable de la familia que no encajaba en sus estúpidos estándares sociales; desde pequeña pude ver como nos hacían el feo, les parecía poca cosa que mi padre se desmpeñara como mecánico, cuando los "hombres de la casa" eran gerentes, abogados, ingenieros...

Poco a poco nos alejamos de ellos, dejamos de asistir a las reuniones familiares a las que nos invitaban por "protocolo" y en las cuales no desaprovechaban la oportunidad de pordebajear a mi padre, mamá les puso un alto en una navidad hace 3 años...

—¿Y cuéntanos López, que se dice en los suburbios? ¿Si llega al menos la luz por allá? —Preguntó mi tío Javier, hermano de mi madre, un poco ético abogado que defiende a los pillos de este país.

—Sabes algo Javier, —Dijo mamá,—Puede que la luz no llegue, pero si nos llegan los chismes, te felicito hermano mío, me enteré que Yolanda tu secretaria y amante va a tener un hijo tuyo, ¡un bastardo en la familia, tendremos un bastardo en la familia!

—¡Es falso! —Gritó ofuscado.

—Esperemos a qué nazca, aunque para un abogado corrupto como tú, debe ser muy fácil comprar un resultado falso de ADN para eximir la responsabilidad.

Aída, la esposa de mi tío no dijo una sola palabra, ella había perdido 3 embarazos y para nadie era un secreto que por conveniencias económicas no se habían divorciado, los rumores de las andanzas del prestigioso abogado eran del dominio público, pero su habilidad y persuasión, lograba mantener los escándalos lejos del escarnio público.

Mamá bebió mucho ese día y a todos les sacó sus secreticos a la luz, sin importarle que mis abuelos y tíos no le volvieran a dirigir la palabra jamás, ella amaba en ese entonces y ama aún tanto a mi papá, que no permitiría de ninguna manera que quisieran humillarlo.

—¿De qué les sirve tener títulos y dinero si no son felices? ¿Cuántos de ustedes pueden dormir tranquilos y con la certeza que nadie a su alrededor los engaña o traiciona? ¡Nadie! Porque todos son cortados con la misma tijera.  

Ese día, mi mamá se convirtió en mi heroína, quería ser como ella, no dejarme de nadie y defender firmemente mis convicciones.

Éste último año de colegio estuvo lejos de ser tranquilo y normal como los anteriores, el estrés del proyecto de grado, el baile de fin de año invención de las niñas que se creen gringas y la presión de lograr un cupo en alguna universidad de prestigio, nos tenían a todos con las emociones al límite.

Yo aún no tenía claro que carrera estudiar, pues varias me llamaban la atención, pero debía consultar el bolsillo de mis padres, si bien ellos estaban dispuestos a apoyarme, yo era consiente de la apretada economía que tendríamos a partir de mi entrada a la universidad. Quiería estudiar algo relacionado con el diseño o ser maestra, había tenido varias conversaciones con mis padres acerca de las licenciaturas, evaluando la viabilidad y rentabilidad de estudiar una. 

Mamá consiguió un trabajo de medio tiempo para ayudar con los gastos de la casa en un supermercado, una semana trabajaba en la mañana y la otra en la tarde, yo siempre valoré todo lo que hacían por mi y quería que ellos se sintieran orgullosos de lo que yo hiciera.

Fue duro acostumbrarme a ir sola al colegio cuando ella tenía turno de mañana, porque quedaba retirado de la casa y ella siempre me llevaba en el modesto auto familiar, como se encontraba a las afueras de la ciudad y cerca de la carretera principal, temía cruzar porque los tráileres y camiones muchas veces desobedecían las señales de tránsito y recurrentemente se presentaban accidentes, el exceso de la velocidad era evidente y como cosa rara, no se veía un policía de tránsito en kilómetros, el peatón era el perjudicado, ya que no había un puente peatonal cerca y tenía uno que atravesar la vía corriendo.

En un par de ocasiones en modo protesta bloqueamos la salida principal exigiendo un puente, pero jamás obtuvimos respuesta, porque fuimos pocos los que nos manifestamos, al ser un colegio de élite, todos tenían carro o viajaban en una ruta particular, así que nuestras palabras y actos no tuvieron impacto alguno.

Aunque nunca fui la más brillante, me esforzaba por cumplir con todos mis trabajos y mantener mis notas altas para no perder mi beca, el dinero que se ahorraba de las mensualidades, papá lo guardaba para mí universidad.

Así había empezado ese año, que sería fundamental para el futuro de muchos, sobretodo para mí,  más a nivel emocional que otra cosa, lo que me esperaba era poco para lo que me imaginé y la llegada de Joel partiría mi vida en dos y mi corazón en mil pedazos.

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