LOS CHICOS DE LOS QUE ME ENAMORÉ
LOS CHICOS DE LOS QUE ME ENAMORÉ
Por: IngamyDeOz
PRÓLOGO

El cielo se percibía particularmente hermoso hoy, absolutamente despejado, sin una sola nube en el cielo y un fulminante sol, me provocaba desnudarme y correr hasta el río y sumergirme.

A pesar de ello, un cálido viento nos golpeaba el rostro durante esta temporada, el aire de se sentía muy fresco; para mí, era el clima perfecto.

Mis compañeros se quejaban del clima y un par de niñas peleaban con el maestro Mora, que se le ocurrió sacarnos a hacer ecuaciones bajo el inclemente sol.

Joel de forma jocosa arrendaba a las chicas que saltaban como si el asfalto les quemara los pies. Se puede decir, que era el BADBOY de nuestro salón, lo habían transferido poco antes de iniciar el verano y jamás había cruzado palabra con él.

A decir verdad, tenía el tipo de chico malo, con ínfulas de rockero, a mí me parecía guapo, su oscuro cabello que caía coquetamente sobre su rostro, sus perfectas y pobladas cejas enmarcaban perfectamente esos ojos casi negros, todo en conjunto le daba un aire de misterio.

Todas morían por el, se puede decir que besaban el piso por dónde él caminaba y eso me aterraba, total, solo era un muchacho medianamente guapo.

Isabela, brincaba y gritaba porque su rostro perfecto se arruinaría por el sol, mientras Joel la imitaba con gracia 

Ella lo miró y soltó un suspiro, lamentándose al ver su actuar.

—Si sigues así, la harás llorar —le dije en un tono muy severo y casi gritándole, dejándole claro que, no le permitiría seguir con sus burlas y humillaciones. 

Me miró de pies a cabeza de una forma bastante despectiva, encogiéndose de hombros, no le importó nada de lo que le dije, me dió la espalda y siguió con sus monerías.

¡Tipo grosero ese! Pensé, muy lindo y todo pero con una forma de ser horrible.

—¿Qué pasa linda?, ¿Te molesta mi presencia? 

Le miré y no entendía por qué seguía haciendo eso, si sabía que alguien lo acusaría, aunque, pensándolo bien, no creo que le hubieran puesto una sanción por arremedar a una compañera, no lo hicieron hace un par de días cuando se burló de un maestro...

Si buscamos "imbécil prepotente" en el diccionario, podremos ver su fotografía. 

—Qué te diré... Pues sí, tu y tu actitud de malote me molestan demasiado, ¿puedes evitar hacer tus ridículas burlas frente a mí?

—No, no puedo, oblígame niñita mimada.

Me puse de pie y le rapé el vaso de soda a Leo y se lo tiré en la cara a Joel.

—A ver si con eso se le bajan los humos don señorito importante.

Pude escuchar el coro de los presentes: "Osh"

No quise discutir más, para mí, la conversación había terminado, así que opté por dar la vuelta e irme lejos de ahí.

—Huye cobarde —me gritó mientras me alejaba de él y sus igualmente descerebrados amigos.

Joel tuvo que quitarse su camisa pues lo dejé empapado de soda, mientras seguía mi camino, pude escuchar como varias de mis compañeras se desvivían ante su imagen ligeramente musculosa, claramente, en cuestión de cuerpo y rostro era lo más interesante que había pisado este colegio.

Llegaba yo a la puerta del edificio cuando sentí que alguien se aproximaba corriendo hacia mi, me asusté y aligeré el paso hasta mi casillero, lo abrí para sacar unos libros y al cerrarlo, justo detrás, estaba él.

—Me han hablado muy mal de ti últimamente, por los pasillos del colegio, se dice que eres una bruja loca.

—Me tiene sin cuidado lo que una partida de imbéciles piensen o digan de mi, a diferencia tuya, no vivo de apariencias ni del qué dirán. 

—Si, claro, te creo —dijo bacilando mientras bebió un sorbo de una botella de agua, que por el aliento que le sentí, percibí que lo que allí contenía era alcohol.

—Así que... No te importa lo que digan o piensen los demás... Interesante, creo que acabas de aprobar el último nivel —dijo mirándome fijamente, esbozando una leve y coqueta sonrisa, logrando sonrojarme un poco.

—¿Último nivel? ¿De qué? —Pregunté con la voz un poco temblorosa.

—¡Pues para ser mi novia! —respondió en tono de burla, a la vez que se encogía de hombros. —No tienes opción nena.

—¿Debería sentirme feliz? —pregunté molesta.

—Por supuesto que sí, muchas desearían estar en tu lugar.

—No pues qué maravilla, sabes qué, prefiero dejarle la vacante a alguien que "se muera" por estar en mi lugar, ¡no me interesa un tipo grosero, egocéntrico y borracho como tú! 

El sonrió, mordió suavemente su labio inferior, se me acercó y sopló su aliento alcohólico en mi rostro, sin pensarlo le puse una fuerte bofetada y me marché. 

—Así me gustan, que me peguen y me eduquen —Gritó mientras me alejaba de él.

Ese fue mi primer encuentro directo con Joel Vásquez, el chico malote, el llamado (en el argot popular), el tumba locas del colegio.

Jamás imaginé que mi existencia cambiaría tanto a partir de ese día, que su presencia me marcaría para toda la vida, que aprendería tanto de él, que por años, sería una constante en mi diario vivir.

Joel es el tipo de chico con el que se tendría un romance fugaz y a escondidas, no es el chico que le presentarías formalmente a tus padres como tu novio, más aún si provienen de una familia conservadora como yo.

En mi casa, por tradición, las mujeres se han casado con hombres íntegros e intachables (en apariencia), todas, se han dedicado a ser las esposas y madres perfectas, a estar siempre bonitas para sus maridos, no puedo recordar a ninguna dama con una carrera dentro de la respetada familia Luján, (mi familia materna), pero yo quería ser la primera.

No quiero vivir a la sombra de un hombre, si sueño con tener una familia e hijos, pero también anhelo tener una profesión, desempeñarme con éxito en el ámbito laboral y aportar económicamente a mi hogar.

No busco un hombre perfecto y cuadriculado como los que se ven en mi medio social, quiero alguien que me ame sinceramente, me respete, me apoye y quiera salir adelante conmigo, no creo que sea mucho pedir.

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