CAPÍTULO 3. EL TRATO

Desperté en la enfermería del colegio con un fuerte dolor de cabeza, a mi alrededor estaban la madre superiora, la enfermera y Joel.

—¿Qué pasó? —pregunté muy confundida.

La madre superiora tomó mi mano.

—Recibiste un fuerte golpe en la cabeza, pero no te preocupes, no es grave, todo estará bien.

—No siento mi cara.

—Es temporal, ahora debes descansar, necesito evaluar un par de cosas antes de llevarte al hospital —me dijo la enfermera.

—¿Hospital? ¿No se supone que no es grave?

—Por protocolos de la escuela y por ser un golpe en la cabeza, es imprescindible llevarte a hacer un chequeo para descartar cualquier eventualidad que se pueda presentar más adelante, como un hematoma interno o alguna secuela.

La enfermera y la madre superiora se salieron de la enfermería y me quedé con Joel, quién no podía ocultar la preocupación de su rostro, lo último que recuerdo fue verlo a él con un balón en las manos con la intención de tirarlo hacia mí, así que decidí preguntarle sí era el quien me había golpeado.

—¿Esto es obra tuya verdad?

—Alexa, me muero de pena contigo, la verdad es que esperaba que atraparas el balón y pues tampoco lo tiré tan fuerte, pero debo decirte que tienes unos reflejos nulos, eres demasiado torpe para estas cosas del deporte, lo siento, de verdad lo siento.

—No pues ya que, deberías pensar las cosas dos veces antes de hacerlas, sobretodo cuando son acciones estúpidas cómo ésta, creo que ya quedamos a mano con lo de la otra vez.

—Sinceramente ya tenía pensado lo que te iba a pedir, pero este evento cambió todos mis planes, entonces si, quedamos a paces nena.

Me dió un beso en la frente y se marchó.

Al menos esto me quitaba la preocupación de qué era lo que me iba a pedir, pero al mismo tiempo me quedaba con la duda de que era eso que esperaba a cambio de mí.

Me llevaron al hospital a hacerme varios estudios, la madre superiora llamó a mis padres a informar la situación para que llegaran al lugar, cómo era de esperarse, papá y mamá llegaron pronto y no podían ocultar su preocupación.

Ella les explicó todo lo sucedido y mi padre muy molesto la cuestionó por haberme metido en un salón de castigo con los patanes del colegio por una falta tan leve, más sabiendo aún, que era la primera vez en muchos años que sucedía.

Estuvimos en el lugar para aproximadamente 3 horas hasta que finalmente nos dejaron volver a casa, me dieron 3 días de incapacidad así que regresaría al colegio hasta el próximo lunes, mientras tanto, debía estar en reposo, siguiendo un par de indicaciones y estando alerta ante posibles signos que pudiesen presentarse; cómo mamá estaba en el turno de la mañana, permanecería sola prácticamente hasta las 2 o 3 de la tarde que ella llegara, le dije que mientras tanto, ayudaría con los quehaceres de la casa, pero no me lo permitió, ella siempre ha sido muy sobreprotectora y me dijo que no era mi obligación hacerlo, que me dedicara a descansar y seguir las indicaciones del médico.

Comí muy poco esa noche y me fui directamente a la cama, creo que de tantos medicamentos para el dolor que me dieron dormí profundamente.

Al otro día cuando me levanté, mamá ya se había marchado y me había dejado el desayuno y el almuerzo hecho, no sabía que hacer pues me aburría mucho así que puse algo de música suave, pues aún me dolía la cabeza, quise leer un rato, pero después de 5 minutos sentí más fuerte el dolor así que lo dejé, no me quedó de otra de poner algo en la televisión mientras pasaba la mañana y ella volvía.

Pasado el medio día, alguien tocó a mi puerta, me pareció extraño porque no esperaba a nadie, con desconfianza me asomé por la ventana y vi que era Joel, dudé en abrir la puerta pero como tocaba tan insistentemente lo hice.

—Hola, ¿Qué haces aquí?

—Vine a traer los apuntes y la tarea para que no te atrases.

Su gesto me pareció lindo, pero sentía que había algo más detrás de el, si embargo, lo invité a pasar.

—Muchas gracias, ven, pasa un momento, ¿Quieres jugo?

—Me gustaría más una cerveza, pero jugo está bien.

—Eres un idiota, ya te traigo tu jugo.

—Lo sé, pero con eso y todo serás mi novia.

—Si claro, como digas.

Le acerqué un vaso con jugo, y traje mis cuadernos para comparar que tanto debía adelantar, al abrir los suyos me quedé sorprendida al ver la calidad de la caligrafía de Joel, revisé uno a uno que estuvieran marcados con su nombre, no podía creer que fueran suyos.

—¿De quién son estos apuntes?

—Míos.

—No te creo, a ver, escribeme algo aquí, —le dije mientas le pasaba una pluma y uno de mis cuadernos.

"¿Quieres ser mi novia?"

Escribió en la parte trasera de mi cuaderno de química y efectivamente, era la misma perfecta caligrafía.

—¿Qué pasa nena, acaso alguien como yo no puede tener letra bonita?

—La verdad, no tienes el tipo.

—Deberías aplicar lo que tanto predicas, NO JUZGAR AL LIBRO POR SU PORTADA.

Tenía razón, siempre decía eso, pero yo me dejé llevar por una primera impresión y no le dí la oportunidad de darse a conocer. Empezaba a creer que no era lo que yo creía.

—Bien nena, no me has respondido.

—¿A qué?

—A lo que te pregunté —señala con su índice lo que escribió en mi cuaderno.

—Joel, déjate de cosas, tu y yo no tenemos nada en común, además, eres un chico guapo y puedes conseguirte a la chica que quieras.

—Tu eres la que quiero.

—Deja de tomarme el pelo y dime más bien a qué hora pasas por tus cuadernos.

—Nooo nena, yo no voy a hacer ese viaje dos veces, me quedo a esperar a que termines.

—Como quieras.

Llevaba 20 minutos adelantando las notas y no iba ni por la mitad, este año por ser el último, ha sido muy duro y los profesores se han empeñado en meternos la mayor cantidad posible de información, estamos reventados con tantos temas y evaluaciones.

De cuando en cuando le miraba disimuladamente, él estaba sumergido en su celular con un par de audífonos, imagino que estaba escuchando música, no sé de qué tipo, para mí tenía pinta de escuchar rock pesado o algo así, de un momento a otro se paró y me preguntó si había una tienda cerca, le di las indicaciones y me dijo que en un momento regresaba.

Pasaron unos 10 minutos regresó con varias bolsas, traía muchas cosas y me preguntó si podía usar la cocina.

—¿Para qué?

—Tengo hambre, quiero prepárame algo.

—Si es por eso, mi mamá me dejó almuerzo, podemos compartirlo.

—Nena, eso no me calza una muela, yo como bastante, aquí traje lo suficiente, dime, ¿Puedo usarla o no?

Me sentía apenada porque se muy bien que el colegio queda bastante retirado de aquí y su casa queda al otro extremo de la mía, entonces no pude negarme a su petición.

No sé qué tanto hacía pero olía delicioso, definitivamente Joel, era una caja llena de sorpresas, para nada parece un chico que sepa cocinar.

Llegó mamá de trabajar y preguntó que estaba haciendo, Joel salió de la cocina y le explicó la situación.

—Buenas tardes señora Luján, mi nombre es Joel, soy compañero de clase de su hija, disculpe las molestias, me tomé el atrevimiento de traerle a Alexa las notas de hoy para que no se atrase, ya que por estos días estamos adelantando muchos contenidos y como mi casa queda lejos de aquí, le pedí el favor de usar su cocina para preparar mi almuerzo, yo fui a la tienda y traje lo necesario para ir espero no le moleste.

—Para nada hijo, te agradezco infinitamente el gesto de ayudarle a Alexa, pero no te hubieras puesto a cocinar, aquí había almuerzo, suficiente has hecho viniendo hasta aquí.

—No se preocupe, lo hago con gusto, además, yo como mucho y no quería dejarlos sin mercado.

Mamá fue a la cocina a ver qué estaba preparando Joel y quedó fascinada, tal parece que resultó ser un prodigio en la cocina.

Sirvieron la mesa y me llamaron a almorzar.

—Mis queridas damas, les presento el menú, pollo en salsa de champiñones, ensalada agridulce y aros de cebolla apanados acompañados de arroz con ajonjolí, espero sea de su agrado.

A decir verdad, nunca en mi vida había comido algo tan delicioso.

—Bueno hijo, déjame felicitarte, eres todo un chef, imagino que le aprendiste a tu mamá, me encantaría conocerla.

—No señora, mi madre no cocina, me enseñó la Nana de la casa.

—Oh, disculpa.

—No tiene que disculparse.

Finalmente, terminé de adelantar, pero aún faltaban las tareas, así que le dije que se quedara un rato más y las hiciéramos, pero se negó.

—Lo siento, ya es tarde y debo irme, mañana vengo después de clases y te traigo los apuntes, me tienes almuerzo.

—Espera, toma, —Le pasé un papelito dónde iba el número de mi celular, —Me avisas cuando llegues a casa por favor.

Guardó el papel en uno de sus cuadernos, los puso en su mochila, se despidió y se marchó.

Mamá quedó encantada con él, que tan atento, que tan caballeroso, que tan guapo...

—Mamá, no te hagas ilusiones, ese chico y yo no tenemos ni tendremos nada, somos muy diferentes.

—Alexa, nunca digas nunca, a tu papá yo lo detestaba y ya ves, logró conquistarme.

—Esto es muy diferente mamá, el y yo somos de mundos opuestos.

—¿Y tu papá y yo qué somos? Aún con todo en contra aquí seguimos. Lo único que te digo es que jamás permitas que otros te digan a quien debes o no amar, en los sentimientos no se manda.

—Si mamá, entiendo tu punto, pero te aseguro que nada pasará.

—Como digas hija.

Preferí dejar la conversación ahí y me fui a mi cuarto, tenía nuevamente dolor de cabeza, me tomé mi medicamento y me recosté.

El sonido de mi celular me despertó, ya estaba oscuro, miré la hora y eran casi las 9:00PM, me habían entrado un par de mensajes, era Joel que me avisaba que ya estaba en su casa.

—Hola nena, ya estoy en casa.

—Hola, ¿Apenas? Es muy tarde ya.

—Ah si, es que debía hacer unas cosas antes.

—Bueno, lo importante es que llegaste ya, oye, nuevamente quiero agradecerte por venir hoy.

—No te preocupes, por mi culpa has tenido inconvenientes y quiero reivindicarme, hablando de eso, ¿Recuerdas que te había dicho que te pediría a cambio algo cuando te defendí?

—Si, pero habíamos dicho que quedábamos a paces.

—Lo sé, pero de verdad necesito este favor.

—¿Qué sería?

—Que me expliques química.

—¿Era eso? Ah... Claro que sí, no te preocupes.

—¿Qué pensaste que te iba a pedir?

—Pues con tu actitud, creí que me ibas a pedir algo de índole sexual.

—¿Quién crees que soy? Jamás haría una cosa de esas... aunque, si quieres, podemos negociar.

—Gracias pero no gracias, bueno, así quedamos entonces, que descanses.

—Igualmente nena, trato hecho entonces, saludos a mi suegra

Me sentí estúpida en ese momento, en fin, estaba descubriendo un lado de Joel que jamás pensé que tuviera.

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