La empresa Ward Walls ha puesto en venta parte de sus acciones, estas son compradas el mismo día por un misterioso personaje llamado J.M. Pero cuando el día de la gran reunión sucede, donde se supone que conocerán al nuevo socio, descubren con gran estupor que quien les ha salvado de irse a la quiebra, es una joven mujer de treinta años que deja caer una bomba en medio de la familia. Jessica Medina es la nueva socia, vino a hacer negocios y a poner el mundo de los hombres del famoso Clan Ward de cabeza. Registro SafeCreative 2006304607172
Leer másGreg no estaba seguro cómo había pasado eso, pero cuando tu mejor amigo te llama para pedirte que seas su padrino de bodas, solo te queda decir que sí.Volver con su Valkiria fue todo un proceso, ella continuaba ocupada con sus negocios y él tenía que regresar a San Francisco a trabajar para ponerse las pilas con los nuevos proyectos de construcción. ―¡Hay acciones que pagarle a la socia! ―le dijo una tarde mientras hablaban por teléfono; ella bajaba de un avión en ese momento en Boston, anunciándole que iba a quedarse lo que restaba de año en el país.Celebraron sus cumpleaños, los dos solos en el bote, navegando en el Pacífico. Flotando en su nube de felicidad se comportó como el peor primo del mundo, y mucho más terrible mejor amigo porque no se dio por enterado de todas las tretas que Geraldine hizo para reconquistar al moreno. Así que a principios
Jessica entró en el aeropuerto de Japón y se dirigió sin dilación a la sala de espera de la aerolínea. Joaquín le había llamado la atención al respecto de su reciente tendencia al despilfarro cuando los últimos vuelos que adquirió los hizo todos en primera clase. No obstante, tras tres semanas de haber dejado San Francisco, pasar un periodo menstrual en particular doloroso ―tanto física como emocionalmente― y sufrir tres días de jaquecas consecutivas mientras estuvo en Lisboa, le valía mierda si a Quín le parecía ostentoso y desagradable que gastara su dinero viajando en primera clase.De ese modo se evitaba el fastidio de tener que hacer filas para abordar, también podía relajarse en un espacio tranquilo antes de volar y subía de primera a la nave, lo que le permitía encerrarse en su cabina hasta que aterrizaba en su siguiente destino.E
Después del almuerzo familiar en casa de los abuelos, pareció que nadie estaba de humor para irse. Fred había escuchado a sus abuelos hablar sobre lo que hizo Jessica de devolverle las acciones a sus hermanos y a Greg, lo veían como un gesto de buena voluntad que cobraba sentido de un modo distinto tras la confesión del Vikingo sobre su amor por la latina.Fue casi imposible disimular, de hecho no lo consiguió del todo porque su abuela procuró consolarlo. Luego de que todos se dispersaran y los gemelos y Bruce arrastraran a Greg hacia el jardín para hablar sobre su hermana; ella le pidió que por favor la llevara a la terraza del piso superior.―¿Estás bien, Freddy? ―indagó con cariño, prendida de su brazo. Olive estaba sana, más allá del problema de su vista era fuerte como un roble―. Eso que dijo Greg debió ser duro para ti.Él compuso una muec
Dicen que las personas pueden presentir cuando algo malo va a pasar, Gregory lo creyó al momento en que Jessica entró en su departamento.Tenía montones de preguntas que hacerle pero el temor le atenazó las entrañas; nervioso y algo errático le preguntó si deseaba beber un trago, y cuando aceptó le sirvió un vaso de bourbon. Ella se sentó en el sofá de la sala, mirando el cielo nocturno por la ventana. Suspiró sin causa aparente, sin embargo el rubio, que no tenía mucha experiencia sobre emociones y amor, supo identificar la tristeza en sus ojos.―Gracias ―sonrió Jessica, débilmente. Recogió el vaso de la mesita de centro y sorbió.―Has venido a terminar conmigo ―se adelantó Greg, cuando ella colocó de nuevo el vaso en la mesa. La latina suspiró.―Algo así ―aceptó ella―. Aunque en realidad…
Greg sabía que los ánimos estaban caldeados pero no pensó que fuesen a estar tan densos como se sentían en ese momento. Jessica había llamado a la reunión durante la noche anterior, justo cuando él estaba bajándose del avión. El rubio le respondió que estaba bien y luego la invitó a quedarse en su apartamento.Es mejor que descanses, Vikingo. Mañana será un día pesado.Sabía que tenía razón, pero se moría por verla. Más desde que sentía que toda esa situación de mierda estaba afectándola más de lo que ella dejaba entrever.Cuando se sentó en su silla de la sala de juntas las caras de sus hermanos y el resto de la familia fue de funeral. Jessica entró acompañada de Tom Habott y Joaquín, que parecían venir dispuestos a pelear una guerr
El viaje de regreso a Norteamérica fue largo y no solo porque les tomó casi diecinueve horas de vuelo. Fred estaba sentado en su cabina privada de primera clase, contemplando la televisión sin prestarle atención en realidad.Jessica estaba en la cabina de al lado, solo debía inclinarse hacia adelante y podría verla sin problema, sentada en su silla.Durante la escala en Londres no se hablaron, el trayecto fue en silencio y sin reproches. Frederick no paraba de rememorar lo sucedido durante la noche; cada vez que el impacto del recuerdo del cuerpo desnudo de ella lo golpeaba, él se llenaba de júbilo y le faltaba el aire. Solo para recaer en la agónica tristeza que lo embargaba.Hicieron el amor una vez más, después de la declaración de amor que se hicieron, incluso cuando él le prohibió retribuírsela, el fuego seguía vivo y los cuerpos reaccionaron. El
Fred estaba en su habitación, sentado en el sofá de la salita de la suite, leyendo un libro. Después de tomarse una botella de vino con Jessica en el bar, decidieron que lo más conveniente era descansar. Todo se había aclarado demasiado rápido, tanto que ni siquiera le iba a dar tiempo a él de ajustar su reloj interno para dormir bien.Quince minutos antes había colgado la videollamada con Greg, la expresión agria de su rostro le dejó saber que ya estaba al tanto de la situación y que probablemente estuvo hablando con Jessica antes que con él.La conversación fue corta, en sí confirmó lo que seguro la latina le dijo: que viajarían el sábado en la noche y que el domingo estarían en San Francisco. El Vikingo le garantizó que también estaría de regreso ese día para enfrentar juntos a Leon Allen.―Vamo
El asistente de Frederick entró en su oficina con la documentación en la mano y una enorme taza de café. Antonio llamó su atención con gentileza para entregarle la humeante infusión. Desde la llegada de Malibú el moreno se concentró casi con obstinación en el trabajo, es especial en esos números que no le cuadran y que llegaron con el informe de Madrid.Después de su primo Greg, la segunda persona que habla un español fluido era Antonio, así que entre los dos habían ido cotejando paralelamente la información contenida en ambos informes.―Mañana debo tener esto listo ―le insistió al latino―. Para mostrarle todo en la reunión a Jessica.Fred se empeñaba en no pensar en ella, de hecho, su compulsión por el trabajo en esa semana se debió a eso; llegaba tan agotado a su casa que caía directo a la cama hasta el otro
Gregory quiso comunicarse con Jessica al día siguiente, no obstante, fue imposible porque la latina permanecía con el teléfono apagado. Estaba nervioso y desesperado por saber de ella, preocupado de que lo sucedido entre los primos hubiese sido por causa de él.Ya el domingo en la noche no se aguantó más. Los planes que habían armado se habían ido al demonio, pero eso no le importaba tanto como saber lo que pasaba. Tomó un taxi para ir a la casa donde se hospedaban y en el camino intentó hablar con ella, incluso le pasó mensaje pidiéndole que por favor atendiera la llamada.La situación se tornó extrema cuando se negó, así que en la puerta de la casa empezó a golpear con desesperación. Jessica apareció en la entrada, mirándolo con cara de pocos amigos.―¿Qué quieres? ―preguntó, mientras se hacía a