Los días transcurrían en una calma que casi parecía irreal. Eirik estaba tan tranquilo, y en general, todo a nuestro alrededor emanaba una paz inusitada. De hecho, era una tranquilidad que casi rozaba lo inquietante. Respiré profundamente, intentando disipar la creciente inquietud en mi interior. Odiaba permitir que los pensamientos oscuros me consumieran, pero después de haber vivido tanto tiempo en tensión constante, esta serenidad me parecía extraña, como si fuera el preludio de algo que aún no alcanzaba a comprender.Miré a lo lejos a los niños, que jugaban con espadas de madera. Ambos eran muy buenos, sus risas resonaban en el aire como una melodía que hacía eco en mi corazón. Sin embargo, cada uno era diferente, tan únicos en su ser. Poco a poco, había comenzado a descubrir sus personalidades, tan especiales. Entre ellos, la de Viggo destacaba con una fuerza particular. Viggo… ese nombre que el tiempo y el tumulto habían sepultado en el olvido, y que ahora volvía a mi mente con
Las horas pasaron, y el miedo comenzó a apoderarse de mí. Camine de un lado a otro en la habitación que ahora compartía con Eirik y los niños, incapaz de calmar la creciente agitación en mi pecho. Algo malo había sucedido, lo sentía en lo más profundo de mí.No pude soportarlo más y salí de la habitación en busca de Eirik, pero no estaba en ningún lugar de la casa. Mi corazón latía con más fuerza mientras salía al exterior, donde lo encontré de pie junto a varios hombres. Me acerqué rápidamente, con la preocupación pesando en cada paso.—Hakon aún no ha llegado con los niños —le dije, mi voz cargada de ansiedad.Sentía mi corazón acelerarse aún más, como si anticipara el peligro.—Relájate, la caza toma tiempo, y sé que Hakon cuidará muy bien de los pequeños —me tranquilizó Eirik con un tono calmado.Yo negué con la cabeza; sus palabras no eran tranquilizadoras, me llenaban aún más de preocupación.—Vamos a buscarlos, por favor —le supliqué.Eirik me miró y asintió de inmediato.—Sé a
La luz del sol que se filtraba por un pequeño agujero en la pared se desvaneció, indicando que la noche había caído. El sonido de pasos me distrajo, y pronto apareció un hombre alto, de cabello rubio casi blanco y ojos cafés. Me observó detenidamente antes de entrar a la celda, trayendo un plato lleno de frutas. Lo miré fijamente, notando al instante que no era un lobo. Mi cuerpo entero se puso en alerta.—Soy Graham, líder de las tropas del sur. Eirik me ha pedido que te alimente y proteja hasta que los niños regresen —dijo.Lo miré directamente a la cara. Su piel tenía una textura similar al mármol, y aunque sus ojos eran marrones, había algo anormal en ellos. Este hombre frente a mí no era humano.—No eres un lobo. ¿Qué eres? —le pregunté.Sonrió, mostrando unos dientes muy blancos, con caninos mucho más largos de lo normal.—Soy un vampiro, mucho gusto —respondió.Me reí, aunque a estas alturas ya nada debería impresionarme.—¿Te quemarás en el sol si sales? —pregunté, con una mez
Cuanto más nos acercábamos al territorio de Ivar, el olor a muerte se volvía cada vez más penetrante, envolviendo el aire con una sensación de dolor; era nauseabundo lo que se podía sentir en este lugar. Los hombres que estaban conmigo tenían muy claro que lo más probable era que perdiéramos la vida en este asqueroso lugar.Mi corazón comenzó a latir con una intensidad que no había experimentado antes. Era preocupante cuán rápido latía. Me pasé la mano por el pecho para calmarme un poco, pero eso no estaba funcionando. La preocupación se apoderó de mí, no solo por el peligro inminente, sino también por la desesperación de saber que mis hijos estaban en las garras de esa maldita bruja. La furia ardía en mi pecho; estaba dispuesto a destrozar cualquier cosa que se nos pusiera por delante.Mis hijos no merecían esto. Cada pensamiento, cada imagen de sus rostros inocentes me llenaba de una rabia incontrolable. No podía permitir que sufrieran a manos de esa hija de puta.—¿Crees que nos es
Me lancé contra Ivar con furia, arrancando un pedazo de su carne. Un alarido desgarrador emergió de su garganta, pero no se quedó atrás. Con una ferocidad igual a la mía, Ivar contraatacó; sus garras y colmillos se clavaron en mi cuello, un dolor intenso recorrió mi cuerpo. Lo lancé lejos de mí, para después atacarlo.Nos movíamos con rapidez; cada golpe y mordida eran aún más fuertes que el anterior. A pesar de la agonía que ambos sentíamos, no había lugar para la rendición. Sabía que esta batalla era una cuestión de vida o muerte.Un golpe al costado me desestabilizó, y caí al suelo, luchando por recuperar la compostura. Ivar no perdió tiempo y se lanzó sobre mí, su mandíbula cerrándose con ferocidad alrededor de mi cuello, intentando desgarrarlo. La agonía era intensa, pero en un destello de fuerza despertó dentro de mí.Con un rugido de determinación, usé mis patas para lanzarlo lejos, su cuerpo golpeando el suelo con un estrépito. No perdí un segundo: corrí hacia él, mordiendo co
Abrí los ojos lentamente y observé mi entorno. Estaba en la habitación. Al intentar moverme, un dolor agudo recorrió todo mi cuerpo. Solté un leve quejido y, con esfuerzo, logré sentarme en la cama, notando que solo estaba cubierta por un pedazo de tela. Los recuerdos de lo sucedido regresaron a mi mente, golpeándome con fuerza.Miré hacia la ventana; los rayos del sol se colaban a través de ella. Me envolví en la tela, bajé de la cama con esfuerzo y caminé hacia la puerta de la habitación. Justo cuando estaba a punto de llegar, la puerta se abrió. Graham entró, me miró y puso una expresión extraña.—Veo que no moriste —dijo en tono serio.Exhalé lentamente, dejando salir el aire que tenía en los pulmones, y seguí caminando hacia la puerta. No estaba de humor para hablar sobre lo que pasó ayer; de hecho, ese suceso lo borraría de mi mente para siempre.—Los niños han vuelto —agregó Graham.Me detuve en seco y lo miré a los ojos. Tenía una leve esperanza de que Eirik estuviera con ello
Estaba sentado en la cama, la mirada perdida en la nada, pero mi mente ardía con pensamientos oscuros. Lo que sentía ahora era primitivo, un hambre salvaje que me exigía devorar todo a mi paso, hasta que el mundo entero se arrodillara ante mí. Antes, la suerte de los inocentes me importaba, pero ahora comprendía una verdad simple y brutal: en la guerra, los sacrificios son inevitables. La sed de sangre y poder me consumía, y no podía esperar a saciarme. Tiana... ella volvería a mi lado, y juntos reinaríamos sobre las cenizas de quienes se atrevieran a desafiarnos.Me levanté, caminando con calma hacia la bañera llena de agua en la esquina de la habitación. Mientras avanzaba, la puerta crujió abriéndose de golpe. ella entró. Sus ojos recorrieron mi cuerpo desnudo, pero no me moví. Gytha se acercó con esa mirada fría y calculadora, deteniéndose justo frente a mí. Su mano se deslizó por mi pecho, como si tuviera algún derecho sobre mí. La alejé con brusquedad, repugnado por su atrevimien
Varios días pasaron, y no teníamos noticias de Eirik. La incertidumbre me consumía como un veneno que lentamente se filtraba por todo mi cuerpo. Graham, a pesar de ser excepcional en lo que hacía, no podía deshacer en tan poco tiempo lo que había tomado meses planificar. Estábamos contra el reloj, atrapados en una carrera desesperada donde cada segundo contaba. Necesitábamos más ayuda.Salí de la habitación, dejando a mis pequeños sumidos en un sueño profundo, ajenos a toda la mierda en la que habían sido involucrados. Necesitaba aire, un respiro que aliviara el nudo en mi garganta y el dolor que me taladraba el corazón. Sabía que, hasta que él no estuviera de vuelta, la tranquilidad seguiría siendo un jodido sueño para mí.Caminé un poco; a esta hora, todos estaban ya dormidos, y los que aún seguían despiertos vigilaban que nada malo sucediera.—Tiana—. La voz que había anhelado escuchar se deslizó en el aire como un susurro, y mi corazón empezó a latir con fuerza.Me giré con el cor