La luz del sol que se filtraba por un pequeño agujero en la pared se desvaneció, indicando que la noche había caído. El sonido de pasos me distrajo, y pronto apareció un hombre alto, de cabello rubio casi blanco y ojos cafés. Me observó detenidamente antes de entrar a la celda, trayendo un plato lleno de frutas. Lo miré fijamente, notando al instante que no era un lobo. Mi cuerpo entero se puso en alerta.—Soy Graham, líder de las tropas del sur. Eirik me ha pedido que te alimente y proteja hasta que los niños regresen —dijo.Lo miré directamente a la cara. Su piel tenía una textura similar al mármol, y aunque sus ojos eran marrones, había algo anormal en ellos. Este hombre frente a mí no era humano.—No eres un lobo. ¿Qué eres? —le pregunté.Sonrió, mostrando unos dientes muy blancos, con caninos mucho más largos de lo normal.—Soy un vampiro, mucho gusto —respondió.Me reí, aunque a estas alturas ya nada debería impresionarme.—¿Te quemarás en el sol si sales? —pregunté, con una mez
Cuanto más nos acercábamos al territorio de Ivar, el olor a muerte se volvía cada vez más penetrante, envolviendo el aire con una sensación de dolor; era nauseabundo lo que se podía sentir en este lugar. Los hombres que estaban conmigo tenían muy claro que lo más probable era que perdiéramos la vida en este asqueroso lugar.Mi corazón comenzó a latir con una intensidad que no había experimentado antes. Era preocupante cuán rápido latía. Me pasé la mano por el pecho para calmarme un poco, pero eso no estaba funcionando. La preocupación se apoderó de mí, no solo por el peligro inminente, sino también por la desesperación de saber que mis hijos estaban en las garras de esa maldita bruja. La furia ardía en mi pecho; estaba dispuesto a destrozar cualquier cosa que se nos pusiera por delante.Mis hijos no merecían esto. Cada pensamiento, cada imagen de sus rostros inocentes me llenaba de una rabia incontrolable. No podía permitir que sufrieran a manos de esa hija de puta.—¿Crees que nos es
Me lancé contra Ivar con furia, arrancando un pedazo de su carne. Un alarido desgarrador emergió de su garganta, pero no se quedó atrás. Con una ferocidad igual a la mía, Ivar contraatacó; sus garras y colmillos se clavaron en mi cuello, un dolor intenso recorrió mi cuerpo. Lo lancé lejos de mí, para después atacarlo.Nos movíamos con rapidez; cada golpe y mordida eran aún más fuertes que el anterior. A pesar de la agonía que ambos sentíamos, no había lugar para la rendición. Sabía que esta batalla era una cuestión de vida o muerte.Un golpe al costado me desestabilizó, y caí al suelo, luchando por recuperar la compostura. Ivar no perdió tiempo y se lanzó sobre mí, su mandíbula cerrándose con ferocidad alrededor de mi cuello, intentando desgarrarlo. La agonía era intensa, pero en un destello de fuerza despertó dentro de mí.Con un rugido de determinación, usé mis patas para lanzarlo lejos, su cuerpo golpeando el suelo con un estrépito. No perdí un segundo: corrí hacia él, mordiendo co
Abrí los ojos lentamente y observé mi entorno. Estaba en la habitación. Al intentar moverme, un dolor agudo recorrió todo mi cuerpo. Solté un leve quejido y, con esfuerzo, logré sentarme en la cama, notando que solo estaba cubierta por un pedazo de tela. Los recuerdos de lo sucedido regresaron a mi mente, golpeándome con fuerza.Miré hacia la ventana; los rayos del sol se colaban a través de ella. Me envolví en la tela, bajé de la cama con esfuerzo y caminé hacia la puerta de la habitación. Justo cuando estaba a punto de llegar, la puerta se abrió. Graham entró, me miró y puso una expresión extraña.—Veo que no moriste —dijo en tono serio.Exhalé lentamente, dejando salir el aire que tenía en los pulmones, y seguí caminando hacia la puerta. No estaba de humor para hablar sobre lo que pasó ayer; de hecho, ese suceso lo borraría de mi mente para siempre.—Los niños han vuelto —agregó Graham.Me detuve en seco y lo miré a los ojos. Tenía una leve esperanza de que Eirik estuviera con ello
Estaba sentado en la cama, la mirada perdida en la nada, pero mi mente ardía con pensamientos oscuros. Lo que sentía ahora era primitivo, un hambre salvaje que me exigía devorar todo a mi paso, hasta que el mundo entero se arrodillara ante mí. Antes, la suerte de los inocentes me importaba, pero ahora comprendía una verdad simple y brutal: en la guerra, los sacrificios son inevitables. La sed de sangre y poder me consumía, y no podía esperar a saciarme. Tiana... ella volvería a mi lado, y juntos reinaríamos sobre las cenizas de quienes se atrevieran a desafiarnos.Me levanté, caminando con calma hacia la bañera llena de agua en la esquina de la habitación. Mientras avanzaba, la puerta crujió abriéndose de golpe. ella entró. Sus ojos recorrieron mi cuerpo desnudo, pero no me moví. Gytha se acercó con esa mirada fría y calculadora, deteniéndose justo frente a mí. Su mano se deslizó por mi pecho, como si tuviera algún derecho sobre mí. La alejé con brusquedad, repugnado por su atrevimien
Varios días pasaron, y no teníamos noticias de Eirik. La incertidumbre me consumía como un veneno que lentamente se filtraba por todo mi cuerpo. Graham, a pesar de ser excepcional en lo que hacía, no podía deshacer en tan poco tiempo lo que había tomado meses planificar. Estábamos contra el reloj, atrapados en una carrera desesperada donde cada segundo contaba. Necesitábamos más ayuda.Salí de la habitación, dejando a mis pequeños sumidos en un sueño profundo, ajenos a toda la mierda en la que habían sido involucrados. Necesitaba aire, un respiro que aliviara el nudo en mi garganta y el dolor que me taladraba el corazón. Sabía que, hasta que él no estuviera de vuelta, la tranquilidad seguiría siendo un jodido sueño para mí.Caminé un poco; a esta hora, todos estaban ya dormidos, y los que aún seguían despiertos vigilaban que nada malo sucediera.—Tiana—. La voz que había anhelado escuchar se deslizó en el aire como un susurro, y mi corazón empezó a latir con fuerza.Me giré con el cor
La vi allí, mirándome como si fuera una bestia que debía ser exterminada. Eso me dolió profundamente. Se supone que ella me ama, pero ha cambiado. Desde que volvió, ya no es la misma, o tal vez nunca lo fue y me engañó para manipularme. Sí, debe ser eso. Ahora está con mis hijos, pero pronto los apartaré de su lado. Y en cuanto a Tiana... pensaré muy bien qué hacer con ella.Me di la vuelta y observé el lugar en llamas. Pronto los acorralaré y los haré salir como ratas; sé dónde están cada uno de los lugares en los que pueden esconderse.Sonreí. Tiana y todos ellos estaban en mis manos, no había dónde esconderse. Pronto, todos esos hombres me aceptarán como su líder.Caminé hacia un grupo de hombres que golpeaban a alguien con brutalidad. Aparté a uno de ellos y miré hacia abajo. Un chico de unos quince años estaba todo magullado, suplicando piedad.—Te concederé la libertad—le dije.El chico sonrió y asintió con la cabeza. Saqué mi espada y la introduje con fuerza en su frente, matán
Al llegar al primer lugar, lo único que encontré fue un puñado de hombres. Todos murieron intentando proteger la ubicación donde se encontraban las tropas y Tiana. Pero pronto daría con el lugar. La furia invadía todo mi cuerpo. Ella me estaba provocando, jugando con mis límites, y lo sabía. Cada gota de sangre derramada, cada vida perdida por su causa me enfurecía aún más. Estaba gastando energía innecesariamente. ¡Podría haber evitado todo esto, pero no!Mi corazón latía con fuerza, sentía cómo la rabia me consumía, ardiendo en mi pecho como un fuego que no podía extinguir. Me estaba cabreando, y cuando eso pasaba, lo que venía después era inevitable. Si ella quería convertir esto en una jodida cacería, entonces le cumpliría su deseo. Mi sed de sangre y venganza serían aún más grandes. No habría más control, no más humanidad.Me convertiría en la bestia que tanto miedo le daba despertar. Una bestia sedienta de sangre, sin piedad, sin razón. Si eso era lo que ella buscaba, lo iba a te