Abrí los ojos lentamente y observé mi entorno. Estaba en la habitación. Al intentar moverme, un dolor agudo recorrió todo mi cuerpo. Solté un leve quejido y, con esfuerzo, logré sentarme en la cama, notando que solo estaba cubierta por un pedazo de tela. Los recuerdos de lo sucedido regresaron a mi mente, golpeándome con fuerza.Miré hacia la ventana; los rayos del sol se colaban a través de ella. Me envolví en la tela, bajé de la cama con esfuerzo y caminé hacia la puerta de la habitación. Justo cuando estaba a punto de llegar, la puerta se abrió. Graham entró, me miró y puso una expresión extraña.—Veo que no moriste —dijo en tono serio.Exhalé lentamente, dejando salir el aire que tenía en los pulmones, y seguí caminando hacia la puerta. No estaba de humor para hablar sobre lo que pasó ayer; de hecho, ese suceso lo borraría de mi mente para siempre.—Los niños han vuelto —agregó Graham.Me detuve en seco y lo miré a los ojos. Tenía una leve esperanza de que Eirik estuviera con ello
Estaba sentado en la cama, la mirada perdida en la nada, pero mi mente ardía con pensamientos oscuros. Lo que sentía ahora era primitivo, un hambre salvaje que me exigía devorar todo a mi paso, hasta que el mundo entero se arrodillara ante mí. Antes, la suerte de los inocentes me importaba, pero ahora comprendía una verdad simple y brutal: en la guerra, los sacrificios son inevitables. La sed de sangre y poder me consumía, y no podía esperar a saciarme. Tiana... ella volvería a mi lado, y juntos reinaríamos sobre las cenizas de quienes se atrevieran a desafiarnos.Me levanté, caminando con calma hacia la bañera llena de agua en la esquina de la habitación. Mientras avanzaba, la puerta crujió abriéndose de golpe. ella entró. Sus ojos recorrieron mi cuerpo desnudo, pero no me moví. Gytha se acercó con esa mirada fría y calculadora, deteniéndose justo frente a mí. Su mano se deslizó por mi pecho, como si tuviera algún derecho sobre mí. La alejé con brusquedad, repugnado por su atrevimien
Varios días pasaron, y no teníamos noticias de Eirik. La incertidumbre me consumía como un veneno que lentamente se filtraba por todo mi cuerpo. Graham, a pesar de ser excepcional en lo que hacía, no podía deshacer en tan poco tiempo lo que había tomado meses planificar. Estábamos contra el reloj, atrapados en una carrera desesperada donde cada segundo contaba. Necesitábamos más ayuda.Salí de la habitación, dejando a mis pequeños sumidos en un sueño profundo, ajenos a toda la mierda en la que habían sido involucrados. Necesitaba aire, un respiro que aliviara el nudo en mi garganta y el dolor que me taladraba el corazón. Sabía que, hasta que él no estuviera de vuelta, la tranquilidad seguiría siendo un jodido sueño para mí.Caminé un poco; a esta hora, todos estaban ya dormidos, y los que aún seguían despiertos vigilaban que nada malo sucediera.—Tiana—. La voz que había anhelado escuchar se deslizó en el aire como un susurro, y mi corazón empezó a latir con fuerza.Me giré con el cor
La vi allí, mirándome como si fuera una bestia que debía ser exterminada. Eso me dolió profundamente. Se supone que ella me ama, pero ha cambiado. Desde que volvió, ya no es la misma, o tal vez nunca lo fue y me engañó para manipularme. Sí, debe ser eso. Ahora está con mis hijos, pero pronto los apartaré de su lado. Y en cuanto a Tiana... pensaré muy bien qué hacer con ella.Me di la vuelta y observé el lugar en llamas. Pronto los acorralaré y los haré salir como ratas; sé dónde están cada uno de los lugares en los que pueden esconderse.Sonreí. Tiana y todos ellos estaban en mis manos, no había dónde esconderse. Pronto, todos esos hombres me aceptarán como su líder.Caminé hacia un grupo de hombres que golpeaban a alguien con brutalidad. Aparté a uno de ellos y miré hacia abajo. Un chico de unos quince años estaba todo magullado, suplicando piedad.—Te concederé la libertad—le dije.El chico sonrió y asintió con la cabeza. Saqué mi espada y la introduje con fuerza en su frente, matán
Al llegar al primer lugar, lo único que encontré fue un puñado de hombres. Todos murieron intentando proteger la ubicación donde se encontraban las tropas y Tiana. Pero pronto daría con el lugar. La furia invadía todo mi cuerpo. Ella me estaba provocando, jugando con mis límites, y lo sabía. Cada gota de sangre derramada, cada vida perdida por su causa me enfurecía aún más. Estaba gastando energía innecesariamente. ¡Podría haber evitado todo esto, pero no!Mi corazón latía con fuerza, sentía cómo la rabia me consumía, ardiendo en mi pecho como un fuego que no podía extinguir. Me estaba cabreando, y cuando eso pasaba, lo que venía después era inevitable. Si ella quería convertir esto en una jodida cacería, entonces le cumpliría su deseo. Mi sed de sangre y venganza serían aún más grandes. No habría más control, no más humanidad.Me convertiría en la bestia que tanto miedo le daba despertar. Una bestia sedienta de sangre, sin piedad, sin razón. Si eso era lo que ella buscaba, lo iba a te
Ahora era el momento de trazar un plan nuevo. Si no hacía algo pronto, iba a terminar muerta, y no solo yo, sino todos nosotros; incluso Eirik sufriría el mismo destino. Sé que Gytha está jugando con fuerzas oscuras y, por lo que he visto, son inmensamente poderosas. Necesito con urgencia descubrir cómo detenerla y, además, cómo sacar a Eirik de ese trance en el que parece estar atrapado.—Estás muy callada —me dijo Eirik mientras caminábamos, rompiendo el silencio que se había instalado entre nosotros.—No tengo nada que decirte, tampoco tengo nada que preguntarte —le contesté de mala manera, sin ocultar mi enojo.Él agarró mi brazo con firmeza y me obligó a detenerme. Me di la vuelta bruscamente y lo miré directo a los ojos.—Ignorarte no es un delito, así que, por favor, deja de molestarme —le pedí, tratando de mantener la compostura aunque mi voz temblaba ligeramente.Él sonrió de medio lado, con esa expresión que lo hacía verse peligrosamente hermoso, como si disfrutara de mi eno
La noche finalmente llegó, y las estrellas junto con las dos lunas iluminaban nuestro camino de manera tenue pero constante. Yo ya estaba agotada; los pies me dolían de tanto caminar, como si estuvieran llenos de fuego. Por lo que podía escuchar, no era la única. Muchos de los hombres también se quejaban en voz baja, agotados como yo.—Quiero descansar —le dije a Eirik, mi voz cargada de cansancio y frustración.Él iba unos pasos delante de mí, pero al escucharme, se detuvo y volteó a verme, sus ojos reflejando una mezcla de exasperación e impaciencia.—No tenemos tiempo —me respondió con frialdad.Sin decir más, me dejé caer al suelo con un suspiro. Ya no me importaba lo que él pensara, mis pies ardían y mis piernas no daban más. No podía seguir.Eirik me observó por un momento, y entonces, inesperadamente, alzó la voz:—Nos quedaremos aquí esta noche —gritó a sus hombres.Los hombres, visiblemente aliviados, se detuvieron al instante y comenzaron a buscar lugares donde sentarse o re
El camino fue largo y agotador; cada paso era extremadamente doloroso, pero finalmente llegamos. Eirik y los hombres se detuvieron frente a las enormes puertas del lugar, sus respiraciones pesadas por el cansancio acumulado. Yo, atada de manos, me quedé allí, observando con incertidumbre lo que iba a suceder. Cada segundo que pasaba parecía estirarse interminablemente; era como si el tiempo se hubiera detenido.Después de unos minutos que parecieron horas, las puertas finalmente se abrieron con un crujido ominoso. Ella apareció acompañada de algunos hombres. Su semblante había cambiado por completo. Su piel, antes resplandeciente, ahora tenía un tono apagado, y su cabello rojo, tan brillante y lleno de vida, parecía marchito. Su energía, esa que una vez había sentido tan poderosa y temible, ahora era solo una sombra de lo que fue. Parecía enferma, consumida por algo oscuro que la debilitaba desde dentro.—Bienvenida a casa, Tiana. Te hemos estado esperando por mucho tiempo —dijo ella