La habitación se volvía cada vez más fría, el aire denso y gélido se clavaba en mi piel, haciendo que todo mi cuerpo temblara. A pesar del frío, no apartaba la vista de Gytha. Su aspecto empeoraba con cada segundo que pasaba, como si estuviera desmoronándose frente a mí, pero aún así, su mirada era desafiante. A mi alrededor, las criaturas que nos rodeaban permanecían inmóviles, como suspendidas en el aire. Todo parecía tan irreal, tan distorsionado.—Yo obtendré lo que quiero, y tú no podrás evitarlo —dijo Gytha, mientras su cuerpo se deshacía lentamente.De pronto, un estruendo sacudió la habitación, haciendo temblar el suelo bajo mis pies. el grito de Eirik atravesó el aire. Desesperado, su voz resonó por todo el lugar, llenándolo con una mezcla de pánico y furia. En un instante, las criaturas que nos rodeaban desaparecieron, como si nunca hubieran estado allí, como si solo hubieran sido una ilusión.La puerta de metal se abrió de golpe, y Eirik entró corriendo, su rostro pálido, s
Cabalgamos durante casi un día entero, hasta que finalmente llegamos a una fortaleza. Eirik me ayudó a bajar del caballo, y con pasos temblorosos pero decididos, seguí a Graham hacia el interior del lugar. Dentro de la fortaleza, vi a muchas mujeres y niños, pero lo que realmente capturó mi atención fueron mis dos pequeños, Kieran y Viggo, que estaban jugando felices a lo lejos.Mi corazón latía con tanta intensidad que sentía que podía salirse de mi pecho. Con lágrimas tibias cayendo por mis mejillas, me acerqué a ellos lentamente, cada paso llenándome de una mezcla de alivio y alegría. Finalmente, llegué a donde estaban.—Kieran, Viggo —los llamé con la voz agotada pero llena de emoción.Ambos voltearon a mirarme y, al reconocerme, se levantaron de un salto y corrieron hacia mí. Abrí los brazos y, al sentir sus pequeños cuerpos abrazándome, la felicidad se desbordó. Lloré al tenerlos por fin conmigo, sin miedo a que algo malo les pudiera pasar.Eirik se acercó y, en un gesto de ternu
Mire a mi madrastra que llegaba al tribunal donde me darían una sentencia. Había sido detenida por la policía por conducir en estado de ebriedad y, no contenta con eso, le di un puñetazo a uno de los oficiales. Fue bastante malo lo que hice, pero siendo sincera no me arrepiento.— Pudiste morir, ¿acaso estás loca? — me regañó ella.Aparté la mirada, consciente de la gravedad de lo que había hecho, pero me daba igual. Ya no tenía a nadie. Mi padre había muerto hace un mes y mi madre el día en que nací. Así que, nada me importaba.— Tiana, por favor, sé que puedes tener una buena vida, solo debes dejar que te ayude — me dijo ella con voz suave.— Déjame en paz, es mi vida y tú solo estorbas en ella — le respondí, con frialdad.Pero en realidad la quería; ella había sido como una madre para mí, o al menos lo había intentado durante años. Tenía un lugar especial en mi corazón.El juez dictó la sentencia. Por no tener antecedentes, me sentenció a ochenta horas de servicio comunitario. ana,
Me tiraron al rústico suelo de piedra, como si yo fuese una bolsa de basura. Me levanté de inmediato y miré a los hombres allí presentes; todos eran tan desagradables. Vestidos con pieles de animales. ¿Donde m****a estaba? Yo no deseo estar aquí.— ¡La bruja quiere embrujarme! — gritó uno de ellos.Yo puse los ojos en blanco. Y me di media vuelta para no verle, pero alguien volvió a poner su espada en mi cuello. ¿Acaso estaban locos? Y si iban a matarme, que lo hagan de una buena vez.—Te mueves y te corto el cuello — me dijo uno de ellos.La puerta del salón se abrió y entró un enorme lobo color blanco. El tipo que me estaba apuntando con la espada se apartó de inmediato.— ¡Pero qué haces! Has algo con esa cosa, o nos va a matar — le grité al vikingo estúpido.El lobo, frente a mí, empezó a hacer movimientos raros, hasta que un hombre quedó a la vista. Yo miré a mi alrededor, tal vez, estaba alucinando, definitivamente estaba en coma por la caída y mi cerebro estaba construyendo una
Estaba boca abajo, amarrada a un tronco, esperando el inminente momento en el cual me prendieran fuego y morir de la peor manera.—¡Bruja! —dijo una de las mujeres que estaban acomodando los troncos y la paja para que el fuego fuera más vivaz.—Te voy a convertir en un cerdo y luego te comeré —le dije.La mujer empezó a gritar y muchas personas se acercaron.—¡Ha dicho que me convertirá en cerdo! —gritó.Yo puse los ojos en blanco. Era tan estúpido que ellos creyeran que yo fuese una bruja. ¿Una bruja? ¿Es jodidamente en serio? Toda esta gente está loca.—¡Quémenla o nos convertirá en cerdos a todos! —gritó alguien más.Yo empecé a llorar; nunca pensé que moriría tan rápido en mi otra vida y de una manera tan horrible. El tipo rubio y peligroso se acercó a mí.—Ahora no pareces tan valiente —dijo con una voz gruesa y rasposa.Yo lo miré. El bastardo venía con una antorcha prendida. Tragué en seco y miré a otro lado, pero fue peor; las miradas de esas personas eran más aterradoras que
Me lanzaron al frío suelo como si no fuera nada. Todos estos hombres eran unos animales. El tipo de cabello negro, al cual detestaba con toda el alma, me quedó mirando, casi de forma irónica.—¿Se te ha perdido una igual que yo? —le pregunté con enojo.Él se veía molesto.—No voy a arruinar mis planes por tu culpa, así que dame lo que quiero y te mandaré lejos —me dijo con frialdad.Lo miré sin comprender.—Pues jódete, porque no te daré nada —le respondí, furiosa.Me levanté y lo encaré. O al menos lo intenté, ya que el tipo medía como dos metros.—No me cabrees, y dame lo que quiero —insistió, su voz cargada de amenaza.Me crucé de brazos y me reí. ¿Qué carajos era lo que él quería? Y si yo podía dárselo, haría todo lo posible para no hacerlo.—Pues no te daré nada —le repetí.En un movimiento rápido, él agarró mi mandíbula. No apretó con fuerza, pero podía sentir la firmeza de su mano. Tragué en seco al sentir la calidez de su piel contra la mía. Lo miré a los ojos y algo dentro de
Los ronquidos del hombre a mi lado, que sostenía con fuerza la soga con la que tenía mis manos atadas, no me dejaron dormir. El frío también contribuía a mi miseria. Jamás había pasado una noche tan mala.—Buenos dias, bruja —dijo una voz burlona.Miré a un lado y allí estaba él, resplandeciente como una mañana de verano. Su cabello largo, atado, acentuaba su virilidad.—No me llamo bruja —le contesté con firmeza.El hombre a mi lado dio un espantoso ronquido. Le di un golpe y se despertó de inmediato, levantándome a mí en el proceso.—Quiero darme un baño —le exigí.Él se acercó al otro hombre y le quitó la cuerda.—Vamos —me dijo con una sonrisa burlona.Esto debe ser una maldita broma de mal gusto.—Solo dime dónde ir —le respondí, tratando de mantener la calma.Él soltó una carcajada. Cerré los ojos por un momento, tratando de calmarme.—¿Y arriesgarme a que te escapes? Me costó mucho raptarte, y no hablo solo de tiempo; perdí hombres por ti —me dijo.—Entonces llévame tú mismo —l
El camino se extendía interminablemente ante nosotros, y el cansancio se apoderaba de cada fibra de mi cuerpo. Anhelaba sentarme, aunque fuera por un momento, y descansar mis piernas agotadas.—¿Falta mucho? —pregunté, tratando de mantener la compostura, a Eirik, que caminaba a mi lado.—Sí, pararemos cuando el sol esté a punto de ocultarse —contestó con indiferencia.Respiré hondo y observé mis manos aún atadas.—Suéltame, quiero caminar bien, no estar tropezando todo el tiempo —exigí, tratando de sonar firme.Eirik se detuvo bruscamente, obligándome a hacer lo mismo.—Estás atada de las manos, no de los pies —respondió, con una sonrisa burlona en su rostro.La ira me hervía por dentro; quería lanzarme sobre él y golpear esa enorme cabeza sin cerebro.—¿A dónde vamos? —pregunté, intentando cambiar el tema y aliviar la tensión.—A casa —dijo, y una sonrisa se dibujó en sus labios—. Te va a encantar, es hermosa. — me dijo con una sonrisa.—¿Está muy lejos? — le pregunte.—Un poco, pero