El momento de partir había llegado. Los niños y yo nos despedimos de todos, dejando atrás todo aquello que nos hizo daño, pero que al mismo tiempo nos volvió más fuertes.Ya en el barco, observé el lugar por última vez. No sentía ningún apego por estas tierras, ya que habían sido testigo de demasiadas muertes, sangre y horrores.—¿En qué piensas? —preguntó Eirik detrás de mí, su voz suave pero curiosa.Me di la vuelta lentamente y lo miré a los ojos.—En que no extrañaré este lugar para nada —le respondí con una ligera sonrisa.Eirik se acercó a mí, tomó mi cintura con firmeza y me atrajo hacia él. Su calor siempre me reconfortaba, incluso en los momentos más difíciles.—No puedo decir lo mismo — susurró con un tono serio —. No te lo había dicho, pero cada año debo volver y reunirme con los otros líderes. Tenemos que asegurarnos de que nada malo vuelva a suceder.Mis ojos se entrecerraron por un momento. Odiaba la idea de que él regresara a este lugar maldito, pero sabía que este era
Me levanté con la sensación de que hoy era el día. Mi corazón latía con fuerza, me sentía tan emocionada por al fin conocer a mi hija. Este momento lo había imaginado muchas noches. Miré a Eirik, que dormía plácidamente a mi lado, y lo estrujé un poco para que se despertara, mientras una suave sonrisa aparecía en mi rostro. Él se levantó de un salto de la cama, todavía medio adormilado, pero alerta.—¿Qué pasó? —me preguntó, alerta.—Va a nacer —le dije con una sonrisa que no podía esconder. Me sentía maravillada por lo que pasaría el día de hoy.Eirik asintió con la cabeza. Se veía desorientado, y sabía que aún no había procesado del todo lo que le había dicho. Poco a poco, sus ojos se fueron abriendo para después mirarme con preocupación.—¿Ya? —preguntó.Asentí con la cabeza mientras sonreía.—Llévame al lago más cercano —le pedí, mientras acariciaba mi vientre, sintiendo los pequeños movimientos de nuestra hija. Sabía que sería un lugar especial para recibirla.Eirik no lo dudó. S
Los niños amaron a la pequeña Helene desde el primer momento. Ella era perfecta, una bebé enorme y saludable. Kieran y Viggo estaban de pie junto a su cuna, observándola con fascinación y asombro. Los ojos de ambos brillaban con curiosidad.Viggo, que siempre tenía una expresión tranquila y serena, volteó a verme y me sonrió. Él se parecía tanto a su padre, pero sus ojos transmitían una paz que solo él tenía. Era un niño muy dulce.—¿Puedo cargarla? —me preguntó con su voz suave, casi como si temiera perturbar el sueño de su hermana.Antes de que pudiera responder, Kieran corrió hacia mí, moviendo la cabeza con fuerza.—Madre, no, ella aún está muy pequeña —dijo, con una preocupación que me hizo sonreír. A pesar de su corta edad, Kieran ya mostraba un instinto protector.Me acerqué a la cuna, recogí a la pequeña Helene con delicadeza y me senté en la cama con ella en brazos, invitando a los dos a acercarse. Ambos se aproximaron lentamente, con ojos llenos de expectativa.—Ustedes tiene
Odiaba las sesiones de fotos al aire libre, especialmente cuando se llevaban a cabo en bosques. Los zancudos y otros insectos eran repugnantes, y me hacían sentir incómoda. Mi asistente y yo íbamos rumbo a la ubicación en su coche, ya que el mío se había descompuesto hace un par de días.—Después de esto, quiero darme un descanso —le dije a mi asistente. Ella solo asintió con la cabeza, sin hacer comentarios.Como modelo bastante famosa, todas las marcas querían tenerme como imagen de sus productos, y me encantaba. Nací para ser el centro de atención, pero eso no significaba que disfrutara de los ambientes como este.Miré por la ventanilla y observé cómo nos alejábamos cada vez más de la ciudad. Ahora solo se veían árboles y más árboles.—¿El lugar es muy lejos? —le pregunté, con una nota de impaciencia en mi voz.Ella me miró y, aunque no lo dijo, pude notar lo molesta que estaba. Me encantaba molestarla.—Solo son un par de metros. Ya todos están listos, solo faltamos nosotras —me di
Mire a mi madrastra que llegaba al tribunal donde me darían una sentencia. Había sido detenida por la policía por conducir en estado de ebriedad y, no contenta con eso, le di un puñetazo a uno de los oficiales. Fue bastante malo lo que hice, pero siendo sincera no me arrepiento.— Pudiste morir, ¿acaso estás loca? — me regañó ella.Aparté la mirada, consciente de la gravedad de lo que había hecho, pero me daba igual. Ya no tenía a nadie. Mi padre había muerto hace un mes y mi madre el día en que nací. Así que, nada me importaba.— Tiana, por favor, sé que puedes tener una buena vida, solo debes dejar que te ayude — me dijo ella con voz suave.— Déjame en paz, es mi vida y tú solo estorbas en ella — le respondí, con frialdad.Pero en realidad la quería; ella había sido como una madre para mí, o al menos lo había intentado durante años. Tenía un lugar especial en mi corazón.El juez dictó la sentencia. Por no tener antecedentes, me sentenció a ochenta horas de servicio comunitario. ana,
Me tiraron al rústico suelo de piedra, como si yo fuese una bolsa de basura. Me levanté de inmediato y miré a los hombres allí presentes; todos eran tan desagradables. Vestidos con pieles de animales. ¿Donde m****a estaba? Yo no deseo estar aquí.— ¡La bruja quiere embrujarme! — gritó uno de ellos.Yo puse los ojos en blanco. Y me di media vuelta para no verle, pero alguien volvió a poner su espada en mi cuello. ¿Acaso estaban locos? Y si iban a matarme, que lo hagan de una buena vez.—Te mueves y te corto el cuello — me dijo uno de ellos.La puerta del salón se abrió y entró un enorme lobo color blanco. El tipo que me estaba apuntando con la espada se apartó de inmediato.— ¡Pero qué haces! Has algo con esa cosa, o nos va a matar — le grité al vikingo estúpido.El lobo, frente a mí, empezó a hacer movimientos raros, hasta que un hombre quedó a la vista. Yo miré a mi alrededor, tal vez, estaba alucinando, definitivamente estaba en coma por la caída y mi cerebro estaba construyendo una
Estaba boca abajo, amarrada a un tronco, esperando el inminente momento en el cual me prendieran fuego y morir de la peor manera.—¡Bruja! —dijo una de las mujeres que estaban acomodando los troncos y la paja para que el fuego fuera más vivaz.—Te voy a convertir en un cerdo y luego te comeré —le dije.La mujer empezó a gritar y muchas personas se acercaron.—¡Ha dicho que me convertirá en cerdo! —gritó.Yo puse los ojos en blanco. Era tan estúpido que ellos creyeran que yo fuese una bruja. ¿Una bruja? ¿Es jodidamente en serio? Toda esta gente está loca.—¡Quémenla o nos convertirá en cerdos a todos! —gritó alguien más.Yo empecé a llorar; nunca pensé que moriría tan rápido en mi otra vida y de una manera tan horrible. El tipo rubio y peligroso se acercó a mí.—Ahora no pareces tan valiente —dijo con una voz gruesa y rasposa.Yo lo miré. El bastardo venía con una antorcha prendida. Tragué en seco y miré a otro lado, pero fue peor; las miradas de esas personas eran más aterradoras que
Me lanzaron al frío suelo como si no fuera nada. Todos estos hombres eran unos animales. El tipo de cabello negro, al cual detestaba con toda el alma, me quedó mirando, casi de forma irónica.—¿Se te ha perdido una igual que yo? —le pregunté con enojo.Él se veía molesto.—No voy a arruinar mis planes por tu culpa, así que dame lo que quiero y te mandaré lejos —me dijo con frialdad.Lo miré sin comprender.—Pues jódete, porque no te daré nada —le respondí, furiosa.Me levanté y lo encaré. O al menos lo intenté, ya que el tipo medía como dos metros.—No me cabrees, y dame lo que quiero —insistió, su voz cargada de amenaza.Me crucé de brazos y me reí. ¿Qué carajos era lo que él quería? Y si yo podía dárselo, haría todo lo posible para no hacerlo.—Pues no te daré nada —le repetí.En un movimiento rápido, él agarró mi mandíbula. No apretó con fuerza, pero podía sentir la firmeza de su mano. Tragué en seco al sentir la calidez de su piel contra la mía. Lo miré a los ojos y algo dentro de