Los ronquidos del hombre a mi lado, que sostenía con fuerza la soga con la que tenía mis manos atadas, no me dejaron dormir. El frío también contribuía a mi miseria. Jamás había pasado una noche tan mala.
—Buenos dias, bruja —dijo una voz burlona.
Miré a un lado y allí estaba él, resplandeciente como una mañana de verano. Su cabello largo, atado, acentuaba su virilidad.
—No me llamo bruja —le contesté con firmeza.
El hombre a mi lado dio un espantoso ronquido. Le di un golpe y se despertó de inmediato, levantándome a mí en el proceso.
—Quiero darme un baño —le exigí.
Él se acercó al otro hombre y le quitó la cuerda.
—Vamos —me dijo con una sonrisa burlona.
Esto debe ser una m*****a broma de mal gusto.
—Solo dime dónde ir —le respondí, tratando de mantener la calma.
Él soltó una carcajada. Cerré los ojos por un momento, tratando de calmarme.
—¿Y arriesgarme a que te escapes? Me costó mucho raptarte, y no hablo solo de tiempo; perdí hombres por ti —me dijo.
—Entonces llévame tú mismo —le reté.
Él haló la cuerda con fuerza, casi haciéndome caer, pero logré mantenerme en pie.
—Eres despreciable —le espeté.
Él se encogió de hombros y comenzó a caminar. Lo seguí como un perro domesticado. Caminamos unos minutos hasta llegar a un pequeño lago.
—Báñate rápido, que tenemos que irnos —me ordenó.
Negué con la cabeza. No me iba a bañar en ese lugar; el agua debía estar helada.
—Entonces nos devolvemos, pero quiero que sepas que estaremos días vagando hasta que lleguemos a casa —me advirtió.
Respiré profundamente y asentí. Él se acercó y me quitó las ataduras de las muñecas. Me di la vuelta de inmediato y me acerqué al lago. Me detuve en seco al ver mi reflejo. No reconocía a la mujer que me devolvía la mirada. Me tiré al suelo, cubriendo mi rostro con ambas manos. Esto era una locura.
—¿Estás bien? —preguntó él a mis espaldas.
Me levanté y lo encaré.
—¡No! Ni siquiera sé quién soy —le grité.
—Ella —señalé mi rostro—, no la conozco, este no es mi cuerpo. No sé qué hago aquí. Necesito volver a casa —le dije en medio de mi desesperación.
Me miró como si estuviera loca. Y no era para menos.
—Creo que estar en compañía de mi hermano te ha afectado —dijo con sarcasmo.
Lo empujé con fuerza y se tambaleó un poco.
—Este no es mi cuerpo. ¡Esta no soy yo! —le dije, desesperada.
Él me miró de arriba abajo.
—¿Entonces cómo se supone que eres? —me preguntó, incrédulo.
—Soy rubia, tengo los ojos azules… —comencé a decir.
Él levantó una ceja, escéptico.
—¿Rubia y con ojos azules? ¿De qué demonios hablas? Tú eres rubia y de ojos azules —preguntó, visiblemente molesto.
Puse los ojos en blanco y volví a mirar mi reflejo en el lago. Me di la vuelta y caminé hacia él.
—Esta no soy yo. Pensé que al desear estar en otro lugar, simplemente me había transportado aquí, pero no. Yo… tal vez estoy muerta y mi alma ocupó este cuerpo —le dije.
Él me miraba como si estuviera delirando.
—¿Qué es eso que se supone tengo que darte? —le pregunté.
Él respiró con molestia.
—Sabes muy bien lo que quiero. Mi hermano tiene meses persiguiéndote, ha matado a muchas de las tuyas para llegar a ti, como para que me digas que no eres lo que estoy buscando —me dijo.
—Te digo la verdad. No pertenezco a este lugar, este no es mi cuerpo. Una mujer extraña me empujó por un balcón y terminé aquí —le expliqué.
Asintió lentamente, tratando de comprender. Pero era obvio que creía que estaba loca.
—Eres la bruja que vendrá de otro mundo. Debes saber lo que quiero y cómo conseguirlo, así que deja de jugar y ve a bañarte rápido —dijo con irritación.
Puse los ojos en blanco nuevamente.
—Si supiera qué es, ya te lo habría dado. Yo solo quiero volver a casa con mi madrastra, no seguir viendo tu fea cara —le dije, exasperada.
Él arrugó el entrecejo, incrédulo.
—Busco un amuleto. La bruja me llevará a él, y entonces tendré todo el poder para derrocar a mi hermano —reveló.
Abrí la boca de par en par, segura de que el amuleto que buscaba era el mismo que aquel infeliz me había arrebatado.
—Él tiene el amuleto —le dije.
Él me agarró con fuerza del brazo, mirándome a los ojos.
—¿De qué hablas? Se supone que ese amuleto está resguardado —me dijo.
Me encogí de hombros. Todo era un enigma.
—Ese amuleto fue el que me trajo aquí, estoy segura —le dije.
Él negó con la cabeza, visiblemente estresado.
—Si mi hermano lo tiene, entonces todo se jodió —dijo con un tono de desesperación.
Me soltó y comenzó a caminar de un lado a otro, sus pasos resonando en la noche.
—Creo que es mejor que me dejes ir, ya no soy de utilidad para ti —le dije.
Él se detuvo de golpe y me quedó mirando. Se acercó a mí, me cargó y caminó conmigo hasta el lago.
—No soy un idiota y tú me darás lo que quiero —dijo antes de lanzarme al agua—. Y ahora date un buen baño, porque tenemos un largo camino por recorrer —me ordenó.
Yo le lancé agua y lo fulminé con la mirada. Se iba a arrepentir cuando descubriera que yo no era lo que estaba buscando y que había perdido el tiempo.
...
Mi estómago sonaba de una manera exagerada, ya que no había comido nada desde ayer. Miré al tipo a mi lado, quien observaba a sus hombres.
—Soy Tiana, ¿y tú? —le pregunté.
Él volteó a verme.
—Eirik Ragnarsson, hijo de Ragnar Kjellsson, legítimo rey de Escandinavia —me contestó.
Yo lo miré despectivamente.
—Con decir tu nombre me bastaba —le respondí.
Él me miró mal y me dio un golpe en la cabeza. Un tipo de aspecto grotesco se acercó a nosotros con un cuenco en la mano, el cual se lo dio a Eirik. Yo miré el contenido con horror. Habían pedazos de lo que parecía ser un ave.
—¿Quieres? —me ofreció.
Yo negué de inmediato.
—No como animales —le respondí.
Él me quedó mirando por un momento para después empezar a reír.
— La bruja no come animales —dijo en voz alta.
Todos allí empezaron a reír. El tipo que le trajo la comida a Eirik se acercó a mí con otro cuenco.
— Le he traído algo especial —dijo él.
Me lanzó el cuenco a los pies y la cabeza de una gallina terminó sobre ellos. Me levanté de inmediato.
— ¡Todos ustedes son unos bárbaros sin corazón! —les grité.
Eirik haló la cuerda y me hizo sentar.
— O comes lo que se prepara aquí, o te mueres de hambre —me advirtió.
Yo lo miré con la barbilla levantada. Prefería morir de hambre a comerme un inocente animal.
El camino se extendía interminablemente ante nosotros, y el cansancio se apoderaba de cada fibra de mi cuerpo. Anhelaba sentarme, aunque fuera por un momento, y descansar mis piernas agotadas.—¿Falta mucho? —pregunté, tratando de mantener la compostura, a Eirik, que caminaba a mi lado.—Sí, pararemos cuando el sol esté a punto de ocultarse —contestó con indiferencia.Respiré hondo y observé mis manos aún atadas.—Suéltame, quiero caminar bien, no estar tropezando todo el tiempo —exigí, tratando de sonar firme.Eirik se detuvo bruscamente, obligándome a hacer lo mismo.—Estás atada de las manos, no de los pies —respondió, con una sonrisa burlona en su rostro.La ira me hervía por dentro; quería lanzarme sobre él y golpear esa enorme cabeza sin cerebro.—¿A dónde vamos? —pregunté, intentando cambiar el tema y aliviar la tensión.—A casa —dijo, y una sonrisa se dibujó en sus labios—. Te va a encantar, es hermosa. — me dijo con una sonrisa.—¿Está muy lejos? — le pregunte.—Un poco, pero
Nos detuvimos y todos los hombres allí comenzaron a desempacar algunas cosas. Miré a Eirik esperando algún signo de preocupación por mi bienestar, pero me ignoró por completo. Para este momento, ya no tenía las manos atadas. De hecho, le daba igual si salía corriendo; era consciente de que moriría si trataba de escapar.— Tengo hambre — le dije con mal genio.Él volteó a verme y se encogió de hombros.— Está en ti comer o no lo que se te dará — me dijo como si nada.Me acerqué a él y pasé mi mano por su pecho, mirándolo a los ojos y batiendo mis pestañas.— Tengo hambre, Eirik, mucha hambre — repetí, intentando un tono más seductor.El sonrió de medio lado, para volverse a encoger de hombros.— O comes lo que se te da o te mueres de hambre — respondió de nuevo, sin inmutarse.Me senté y miré hacia otro lado. Era obvio que en este lugar mis exigencias no serían escuchadas, y si seguía así, iba a morir de inanición. Así que, con todo el dolor en mi alma, tenía que ceder, al menos hasta
Yo no podía apartar la vista de Eirik, eso que había soñado aún estaba muy presente, fue tan extraño. Él volteó a verme y se acercó a mí. Yo intenté alejarme, pero él me detuvo sosteniendo mi brazo con fuerza.— ¿Estás bien? — me preguntó.— Sí, solo quiero darme un baño — le mentí.Él asintió con la cabeza y empezó a arrastrarme con él. Me resistí lo más que pude, pero era inútil; Eirik era enorme y podía pesar tres veces más que yo.— Cerca hay un riachuelo, creo que te gustará — me dijo.Yo me dejé llevar, pero siempre alerta. Si él trataba de hacerme algo, yo me defendería, no me importaba si en el proceso moría. Llegamos al riachuelo y él me soltó.— Báñate rápido, hoy tenemos que llegar a los barcos — me dijo.Yo me volví para verle inmediatamente.— ¿Barcos? — pregunté.Él asintió con la cabeza.— Pensé que tu casa quedaba aquí — le dije.Él sonrió y negó con la cabeza.— Mi casa jamás será esta tierra, aunque espero gobernarla — me respondió.Yo no estaba entendiendo nada.— ¿
Mi corazón estaba latiendo demasiado rápido, la noticia de que nos estaban vigilando era aterradora, yo no deseaba ayudar a ninguno de los dos bandos, aunque tampoco sabría cómo hacerlo. Eirik dejó de caminar y empezó a mirar de un lado a otro.—No quiero morir y menos por tu culpa, ahora sácame de este lugar —le dije. Él me miró, su expresión seria. —No morirás, al menos no el día de hoy. — me dijo para tranuilizarme.El bosque alrededor de nosotros parecía cobrar vida con cada sombra y sonido. Podía sentir los ojos invisibles observándonos, esperando el momento perfecto para atacar. Mi piel se erizó y la sensación de peligro se intensificó.—¿Qué hacemos ahora? —pregunté, tratando de mantener mi voz firme.—No te preocupes, yo te protegeré —me dijo él con voz calmada.Yo volteé a verlo, quería decir algún comentario mordaz, pero este no era el momento.—¿Y si gritamos para que tus hombres vengan a rescatarnos? —le sugerí.Él me miró como si yo hubiese dicho la cosa más estúpida del
Llegamos a la orilla, varios hombres se acercaron a nosotros, mirándome con curiosidad. Eirik me bajó y empezó a hablar con los hombres allí presentes. Hasta hace un momento, no lo veía como un líder, pero verlo así con todos esos hombres, era obvio que el tipo era… poderoso.—Tiana, ven, tenemos que subir —me dijo Eirik.Yo negué con la cabeza. No quería irme, no sabía lo que realmente me esperaba en ese lugar.—Tenemos que irnos ya, o seremos emboscados —me dijo.Yo volví a negar con la cabeza. Me iba a resistir lo más que pudiera, tal vez se aburra y me deje aquí.—Si me acerco, te juro que te lanzaré al barco y me va a importar muy poco si te partes algún hueso —me amenazó.Yo me encogí de hombros. Los hombres a su alrededor empezaron a reír y a murmurar.—Me estás poniendo en ridículo frente a mis hombres —me dijo.Yo volví a encogerme de hombros. Él empezó a caminar hacia mí y yo corrí. Sí, corrí. Como una estúpida, siendo atrapada por él al instante.—Deja de cabrearme, y esto,
Apenas entramos a mi casa, llevé a Tiana a mi habitación. Si ella creía que iba a dormir en otro lado, estaba completamente equivocada. Yo quería tenerla cerca, tocarla en las noches y beber de ella cuando se me diera la gana.— No dormiré contigo — me dijo ella al entrar a mi habitación. — Así que ve quitando de tu enorme cabeza que algo podría pasar entre tú y yo.— Sí va a pasar, y muchas veces — le dije.La cargué y la llevé a mi cama, la deposité con cuidado. Abrí sus piernas, subiendo con lentitud la falda de su vestido. Me instalé entre ellas y observé su rostro con atención.— Creo que hemos perdido el tiempo por mucho tiempo, ¿no lo crees? — le pregunté. — Es momento de recuperar todo ese tiempo perdido.Subí más la falda de su vestido, dejando al descubierto su monte de Venus. El olor a sexo que desprendía de su cuerpo era abrumador.— Si me tocas, te corto las manos — me amenazó.Yo llevé mi mano a su coño, pasando mis dedos por la hendidura. Metí uno dentro y la jugosidad d
Los hombres en la habitación me miraron apenas entré. Todos tenían preguntas que hacerme, y yo no estaba seguro de poder contestarlas.—¿Es ella? —preguntó uno.Asentí con la cabeza.—¿Cuándo te dará el amuleto? El tiempo pasa, Ivar se vuelve cada vez más fuerte. Los sajones vendrán y nos matarán a todos —me dijo.Todos allí reunidos asintieron con la cabeza. Yo estaba en una enorme encrucijada. No podía obligarla a darme lo que quería.—Pronto lo obtendré —respondí.Uno de ellos se levantó y se acercó a mí.—Necesitamos con urgencia derrotar a Ivar y vengar a tu padre —me dijo.La sala estalló en murmullos.—Necesitamos que soluciones esto ya —dijo uno con furia.Salí de la sala, sintiendo el peso de sus miradas en mi espalda. Caminé hacia donde ella estaba. Tiana me miró.—Necesito que me entregues el amuleto —le dije.Ella se rió un poco.—No sé cómo dártelo, ya te dije que has traído a la mujer equivocada —me dijo.Me acerqué con rapidez y la agarré de los hombros con fuerza.—No q
Freidys entró a la habitación y me quedó mirando. Caminé hacia ella para sacarla, pero se movió rápidamente a otro lugar.—Se supone que nos casaríamos —dijo.Me reí un poco. Mi padre era el que quería tal cosa; yo jamás acepté, pero ella y su familia estaban seguros de nuestra unión.—El que folláramos un par de veces no quiere decir que haya aceptado, así que no me molestes, tengo cosas más importantes en las que pensar —le respondí.—¿En ella? Te gusta, lo veo en tu mirada —dijo.Si, me gustaba, pero decirlo en voz alta seria muy peligroso para ella, aunque quedarse conmigo también lo seria. Se supone que haría cualquier cosa por conseguir el amuleto, pero ahora no si se sea capaz de ser cruel con ella.—Si me gusta o no, no es de tu incumbencia —le respondí molesto.Ella abrió la boca ligeramente para después reír con amargura.—No puedo creer lo que dices. Todos confiamos en ti, todos dependemos de ti, y tú no has hecho nada para conseguir lo que necesitamos —me reclamó.Era cons