8

Yo no podía apartar la vista de Eirik, eso que había soñado aún estaba muy presente, fue tan extraño. Él volteó a verme y se acercó a mí. Yo intenté alejarme, pero él me detuvo sosteniendo mi brazo con fuerza.

— ¿Estás bien? — me preguntó.

— Sí, solo quiero darme un baño — le mentí.

Él asintió con la cabeza y empezó a arrastrarme con él. Me resistí lo más que pude, pero era inútil; Eirik era enorme y podía pesar tres veces más que yo.

— Cerca hay un riachuelo, creo que te gustará — me dijo.

Yo me dejé llevar, pero siempre alerta. Si él trataba de hacerme algo, yo me defendería, no me importaba si en el proceso moría. Llegamos al riachuelo y él me soltó.

— Báñate rápido, hoy tenemos que llegar a los barcos — me dijo.

Yo me volví para verle inmediatamente.

— ¿Barcos? — pregunté.

Él asintió con la cabeza.

— Pensé que tu casa quedaba aquí — le dije.

Él sonrió y negó con la cabeza.

— Mi casa jamás será esta tierra, aunque espero gobernarla — me respondió.

Yo no estaba entendiendo nada.

— ¿Dónde estamos? — le pregunté.

Él frunció el ceño.

— Inglaterra, pero pronto nos iremos a tierras danesas, te va a gustar, ya que no pareces un sajon; tienes las agallas que le faltan a muchos de ellos — me dijo.

— ¿Tu hermano por qué está aquí? ¿Eso que me dijiste es verdad? — le pregunté.

Había muchas cosas que no entendía y quería averiguarlas.

— ¡Él es un traidor! Mató a nuestro padre por no apoyarlo a venir a estas tierras, y ahora quiere unirse con ellos para extinguirnos; él quiere ser el más poderoso, pero no lo dejaré — me contó.

Este hijo de puta era un puto mentiroso, todo lo que me había dicho era una vil mentira, y ahora yo estaba entre esta guerra estúpida.

— No soy lo que buscas. Solo soy una simple mujer — le dejé en claro.

Él se acercó a mí, agarró mi barbilla y me hizo mirarlo.

— ¿Si no eras lo que buscamos, por qué Ivar te quiere? — me preguntó.

Yo lo empujé, ya que no sabía de lo que estaba hablando.

— Cuando los hombres de mi hermano te capturaron, tú decidiste lanzarte del barco. Deja de fingir demencia, sé lo que eres y voy a conseguir lo que quiero. Y mataré a todos los que nos han traicionado. Y pronto seré rey de todas estas tierras, y obtendré mi venganza — me dijo.

— Me dijiste que muchos de los tuyos están con él, ¿eso es mentira también? — le pregunté.

Él negó con la cabeza.

— Muchos están aquí con él, creo que los has visto. Ivar quiere extinguir a todos los daneses para ser el único con la fuerza suficiente para derrotar a todos los demás. Por eso necesita el amuleto, por eso te necesita a ti — me dijo.

Yo me di la vuelta, me saqué el vestido y me metí al agua. Ahora que sabía un poco de la verdad, tenía que irme con cuidado, yo no estaba en el bando bueno, por lo visto, y este hombre parecía ser un hombre cruel.

— — — —

Mire con atención la espalda de Tiana; ella tenía unos símbolos extraños en ella. Me saqué la ropa y me metí al agua. Ella volteó y me miró con sus enormes ojos azules.

— Vete — me ordenó.

Yo le sonreí y la acerqué a mí, pegando su pecho desnudo al mío. Ella me quedó mirando desafiante.

— Dame lo que quiero — le pedí.

El olor de su cuerpo me llamaba, quería poseerla aquí mismo, abrir sus piernas y hundirme en su calor.

— Aléjate de mí — me pidió.

Agarré un puñado de su cabello rubio e hice que levantara más su cabeza. Yo bajé lentamente la mía hasta que mi nariz estuvo pegada a la suya.

— ¿Qué significa lo que tienes tatuado en la espalda? — le pregunté.

Ella me empujó un poco y entonces pude ver mucho mejor sus suaves y llenos pechos coronados por unos pezones rozados que gritaban por ser besados.

— No lo sé, ni siquiera sabía que tenía algo tatuado allí — me dijo.

Ella se acercó a mí y con su dedo índice empezó a trazar el contorno del enorme tatuaje que atravesaba mi pecho. Agarré su mano y la llevé hasta mi boca y le di un dulce beso.

— Si me ayudas a conseguir lo que deseo, te juro que te daré lo que me pidas — le dije.

Ella me quedó mirando.

— ¿Morirán personas? — preguntó.

Yo volví a pegarla a mí. Me curvé un poco y empecé a besar su cuello.

— Los mataré a todos hasta conseguir lo que quiero, prenderé fuego a todo lo que esté a mi paso — le contesté.

Sentí su cuerpo temblar. Yo abracé su cintura, pegándola aún más a mí. Estaba muriendo por poseerla, pero aún no era el momento; cuando la tuviera por primera vez, sería sobre mi cama, entre mis pieles.

— No te ayudaré — me dijo.

Yo me separé de ella y la miré a los ojos.

— Lo harás. Tú me perteneces — le dije.

Ella me empujó lejos y salió del agua. Su piel era hermosa, pero mi mirada se iba a ese lugar entre sus piernas que gritaba por ser tocado por mí.

— Eres un asesino, y yo no voy a ayudarte. Prefiero morir — me dijo.

Yo negué con la cabeza. Estaba dispuesto a ir hasta el Valhala en su búsqueda.

— Morirás cuando yo te permita hacerlo — le dejé claro.

Ella empezó a reír.

— No eres mi dueño. Y si una vez traté de suicidarme lanzándome al mar, créeme que volveré a intentarlo — me advirtió.

Yo salí del agua, dispuesto a darle un buen golpe por lo que había dicho, pero algo me detuvo. Alguien o algo nos estaba observando. Me convertí en lobo, y así mis sentidos se agudizaron mucho más. Habían varias personas, de hecho nos estaban rodeando.

— Pero qué carajo — dijo ella viéndome.

Yo me acerqué, y ella retrocedió. Podía ver en su mirada el terror que sentía al verme convertido en una bestia.

Escuché el crujir de algunas ramas; lo que sea que nos estuviera observando, estaba huyendo. Volví a mi forma humana, agarré a Tiana y la cargué; necesitaba llegar a donde estaban mis hombres rápidamente. Tal vez Ivar nos estaba vigilando.

— Alguien nos está vigilando — le dije.

Ella solo asintió. Yo caminé rápidamente con ella en brazos, tenía que ponerla en un lugar seguro. Ella no solo era la persona que me ayudaría a conseguir lo que quería, ella era mi luna, y yo la iba a mantener a salvo cueste lo que cueste. Ella era mía, y solo yo tenia el derecho a tocarla.

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