Yo no podía apartar la vista de Eirik, eso que había soñado aún estaba muy presente, fue tan extraño. Él volteó a verme y se acercó a mí. Yo intenté alejarme, pero él me detuvo sosteniendo mi brazo con fuerza.
— ¿Estás bien? — me preguntó.
— Sí, solo quiero darme un baño — le mentí.
Él asintió con la cabeza y empezó a arrastrarme con él. Me resistí lo más que pude, pero era inútil; Eirik era enorme y podía pesar tres veces más que yo.
— Cerca hay un riachuelo, creo que te gustará — me dijo.
Yo me dejé llevar, pero siempre alerta. Si él trataba de hacerme algo, yo me defendería, no me importaba si en el proceso moría. Llegamos al riachuelo y él me soltó.
— Báñate rápido, hoy tenemos que llegar a los barcos — me dijo.
Yo me volví para verle inmediatamente.
— ¿Barcos? — pregunté.
Él asintió con la cabeza.
— Pensé que tu casa quedaba aquí — le dije.
Él sonrió y negó con la cabeza.
— Mi casa jamás será esta tierra, aunque espero gobernarla — me respondió.
Yo no estaba entendiendo nada.
— ¿Dónde estamos? — le pregunté.
Él frunció el ceño.
— Inglaterra, pero pronto nos iremos a tierras danesas, te va a gustar, ya que no pareces un sajon; tienes las agallas que le faltan a muchos de ellos — me dijo.
— ¿Tu hermano por qué está aquí? ¿Eso que me dijiste es verdad? — le pregunté.
Había muchas cosas que no entendía y quería averiguarlas.
— ¡Él es un traidor! Mató a nuestro padre por no apoyarlo a venir a estas tierras, y ahora quiere unirse con ellos para extinguirnos; él quiere ser el más poderoso, pero no lo dejaré — me contó.
Este hijo de puta era un puto mentiroso, todo lo que me había dicho era una vil mentira, y ahora yo estaba entre esta guerra estúpida.
— No soy lo que buscas. Solo soy una simple mujer — le dejé en claro.
Él se acercó a mí, agarró mi barbilla y me hizo mirarlo.
— ¿Si no eras lo que buscamos, por qué Ivar te quiere? — me preguntó.
Yo lo empujé, ya que no sabía de lo que estaba hablando.
— Cuando los hombres de mi hermano te capturaron, tú decidiste lanzarte del barco. Deja de fingir demencia, sé lo que eres y voy a conseguir lo que quiero. Y mataré a todos los que nos han traicionado. Y pronto seré rey de todas estas tierras, y obtendré mi venganza — me dijo.
— Me dijiste que muchos de los tuyos están con él, ¿eso es mentira también? — le pregunté.
Él negó con la cabeza.
— Muchos están aquí con él, creo que los has visto. Ivar quiere extinguir a todos los daneses para ser el único con la fuerza suficiente para derrotar a todos los demás. Por eso necesita el amuleto, por eso te necesita a ti — me dijo.
Yo me di la vuelta, me saqué el vestido y me metí al agua. Ahora que sabía un poco de la verdad, tenía que irme con cuidado, yo no estaba en el bando bueno, por lo visto, y este hombre parecía ser un hombre cruel.
— — — —
Mire con atención la espalda de Tiana; ella tenía unos símbolos extraños en ella. Me saqué la ropa y me metí al agua. Ella volteó y me miró con sus enormes ojos azules.
— Vete — me ordenó.
Yo le sonreí y la acerqué a mí, pegando su pecho desnudo al mío. Ella me quedó mirando desafiante.
— Dame lo que quiero — le pedí.
El olor de su cuerpo me llamaba, quería poseerla aquí mismo, abrir sus piernas y hundirme en su calor.
— Aléjate de mí — me pidió.
Agarré un puñado de su cabello rubio e hice que levantara más su cabeza. Yo bajé lentamente la mía hasta que mi nariz estuvo pegada a la suya.
— ¿Qué significa lo que tienes tatuado en la espalda? — le pregunté.
Ella me empujó un poco y entonces pude ver mucho mejor sus suaves y llenos pechos coronados por unos pezones rozados que gritaban por ser besados.
— No lo sé, ni siquiera sabía que tenía algo tatuado allí — me dijo.
Ella se acercó a mí y con su dedo índice empezó a trazar el contorno del enorme tatuaje que atravesaba mi pecho. Agarré su mano y la llevé hasta mi boca y le di un dulce beso.
— Si me ayudas a conseguir lo que deseo, te juro que te daré lo que me pidas — le dije.
Ella me quedó mirando.
— ¿Morirán personas? — preguntó.
Yo volví a pegarla a mí. Me curvé un poco y empecé a besar su cuello.
— Los mataré a todos hasta conseguir lo que quiero, prenderé fuego a todo lo que esté a mi paso — le contesté.
Sentí su cuerpo temblar. Yo abracé su cintura, pegándola aún más a mí. Estaba muriendo por poseerla, pero aún no era el momento; cuando la tuviera por primera vez, sería sobre mi cama, entre mis pieles.
— No te ayudaré — me dijo.
Yo me separé de ella y la miré a los ojos.
— Lo harás. Tú me perteneces — le dije.
Ella me empujó lejos y salió del agua. Su piel era hermosa, pero mi mirada se iba a ese lugar entre sus piernas que gritaba por ser tocado por mí.
— Eres un asesino, y yo no voy a ayudarte. Prefiero morir — me dijo.
Yo negué con la cabeza. Estaba dispuesto a ir hasta el Valhala en su búsqueda.
— Morirás cuando yo te permita hacerlo — le dejé claro.
Ella empezó a reír.
— No eres mi dueño. Y si una vez traté de suicidarme lanzándome al mar, créeme que volveré a intentarlo — me advirtió.
Yo salí del agua, dispuesto a darle un buen golpe por lo que había dicho, pero algo me detuvo. Alguien o algo nos estaba observando. Me convertí en lobo, y así mis sentidos se agudizaron mucho más. Habían varias personas, de hecho nos estaban rodeando.
— Pero qué carajo — dijo ella viéndome.
Yo me acerqué, y ella retrocedió. Podía ver en su mirada el terror que sentía al verme convertido en una bestia.
Escuché el crujir de algunas ramas; lo que sea que nos estuviera observando, estaba huyendo. Volví a mi forma humana, agarré a Tiana y la cargué; necesitaba llegar a donde estaban mis hombres rápidamente. Tal vez Ivar nos estaba vigilando.
— Alguien nos está vigilando — le dije.
Ella solo asintió. Yo caminé rápidamente con ella en brazos, tenía que ponerla en un lugar seguro. Ella no solo era la persona que me ayudaría a conseguir lo que quería, ella era mi luna, y yo la iba a mantener a salvo cueste lo que cueste. Ella era mía, y solo yo tenia el derecho a tocarla.
Mi corazón estaba latiendo demasiado rápido, la noticia de que nos estaban vigilando era aterradora, yo no deseaba ayudar a ninguno de los dos bandos, aunque tampoco sabría cómo hacerlo. Eirik dejó de caminar y empezó a mirar de un lado a otro.—No quiero morir y menos por tu culpa, ahora sácame de este lugar —le dije. Él me miró, su expresión seria. —No morirás, al menos no el día de hoy. — me dijo para tranuilizarme.El bosque alrededor de nosotros parecía cobrar vida con cada sombra y sonido. Podía sentir los ojos invisibles observándonos, esperando el momento perfecto para atacar. Mi piel se erizó y la sensación de peligro se intensificó.—¿Qué hacemos ahora? —pregunté, tratando de mantener mi voz firme.—No te preocupes, yo te protegeré —me dijo él con voz calmada.Yo volteé a verlo, quería decir algún comentario mordaz, pero este no era el momento.—¿Y si gritamos para que tus hombres vengan a rescatarnos? —le sugerí.Él me miró como si yo hubiese dicho la cosa más estúpida del
Llegamos a la orilla, varios hombres se acercaron a nosotros, mirándome con curiosidad. Eirik me bajó y empezó a hablar con los hombres allí presentes. Hasta hace un momento, no lo veía como un líder, pero verlo así con todos esos hombres, era obvio que el tipo era… poderoso.—Tiana, ven, tenemos que subir —me dijo Eirik.Yo negué con la cabeza. No quería irme, no sabía lo que realmente me esperaba en ese lugar.—Tenemos que irnos ya, o seremos emboscados —me dijo.Yo volví a negar con la cabeza. Me iba a resistir lo más que pudiera, tal vez se aburra y me deje aquí.—Si me acerco, te juro que te lanzaré al barco y me va a importar muy poco si te partes algún hueso —me amenazó.Yo me encogí de hombros. Los hombres a su alrededor empezaron a reír y a murmurar.—Me estás poniendo en ridículo frente a mis hombres —me dijo.Yo volví a encogerme de hombros. Él empezó a caminar hacia mí y yo corrí. Sí, corrí. Como una estúpida, siendo atrapada por él al instante.—Deja de cabrearme, y esto,
Apenas entramos a mi casa, llevé a Tiana a mi habitación. Si ella creía que iba a dormir en otro lado, estaba completamente equivocada. Yo quería tenerla cerca, tocarla en las noches y beber de ella cuando se me diera la gana.— No dormiré contigo — me dijo ella al entrar a mi habitación. — Así que ve quitando de tu enorme cabeza que algo podría pasar entre tú y yo.— Sí va a pasar, y muchas veces — le dije.La cargué y la llevé a mi cama, la deposité con cuidado. Abrí sus piernas, subiendo con lentitud la falda de su vestido. Me instalé entre ellas y observé su rostro con atención.— Creo que hemos perdido el tiempo por mucho tiempo, ¿no lo crees? — le pregunté. — Es momento de recuperar todo ese tiempo perdido.Subí más la falda de su vestido, dejando al descubierto su monte de Venus. El olor a sexo que desprendía de su cuerpo era abrumador.— Si me tocas, te corto las manos — me amenazó.Yo llevé mi mano a su coño, pasando mis dedos por la hendidura. Metí uno dentro y la jugosidad d
Los hombres en la habitación me miraron apenas entré. Todos tenían preguntas que hacerme, y yo no estaba seguro de poder contestarlas.—¿Es ella? —preguntó uno.Asentí con la cabeza.—¿Cuándo te dará el amuleto? El tiempo pasa, Ivar se vuelve cada vez más fuerte. Los sajones vendrán y nos matarán a todos —me dijo.Todos allí reunidos asintieron con la cabeza. Yo estaba en una enorme encrucijada. No podía obligarla a darme lo que quería.—Pronto lo obtendré —respondí.Uno de ellos se levantó y se acercó a mí.—Necesitamos con urgencia derrotar a Ivar y vengar a tu padre —me dijo.La sala estalló en murmullos.—Necesitamos que soluciones esto ya —dijo uno con furia.Salí de la sala, sintiendo el peso de sus miradas en mi espalda. Caminé hacia donde ella estaba. Tiana me miró.—Necesito que me entregues el amuleto —le dije.Ella se rió un poco.—No sé cómo dártelo, ya te dije que has traído a la mujer equivocada —me dijo.Me acerqué con rapidez y la agarré de los hombros con fuerza.—No q
Freidys entró a la habitación y me quedó mirando. Caminé hacia ella para sacarla, pero se movió rápidamente a otro lugar.—Se supone que nos casaríamos —dijo.Me reí un poco. Mi padre era el que quería tal cosa; yo jamás acepté, pero ella y su familia estaban seguros de nuestra unión.—El que folláramos un par de veces no quiere decir que haya aceptado, así que no me molestes, tengo cosas más importantes en las que pensar —le respondí.—¿En ella? Te gusta, lo veo en tu mirada —dijo.Si, me gustaba, pero decirlo en voz alta seria muy peligroso para ella, aunque quedarse conmigo también lo seria. Se supone que haría cualquier cosa por conseguir el amuleto, pero ahora no si se sea capaz de ser cruel con ella.—Si me gusta o no, no es de tu incumbencia —le respondí molesto.Ella abrió la boca ligeramente para después reír con amargura.—No puedo creer lo que dices. Todos confiamos en ti, todos dependemos de ti, y tú no has hecho nada para conseguir lo que necesitamos —me reclamó.Era cons
Me quedé allí, sobre él, con la respiración entrecortada. Sus manos subían y bajaban por mi espalda desnuda. Levanté un poco mi cabeza y lo miré; su expresión estaba en blanco, y yo deseaba poder leer su mente en esos momentos.— ¿En qué piensas? —le pregunté.Él me miró.— Necesito el amuleto —me dijo.Me senté sobre su abdomen y lo miré.— Lo siento, pero no puedo ayudarte —le dije.Me bajé de él y me levanté. Tomé el pedazo de tela que estaba tirada en el suelo e intenté ponérmela, pero estaba demasiado dañada.— ¿Por qué? —me preguntó él.Me volví para mirarlo.— Porque no sé cómo hacerlo, así que por favor, deja de molestarme —le pedí.Salí del lugar medio desnuda, necesitaba pensar con frialdad todo lo que había hecho.— Creo que Eirik no trajo a una bruja, trajo a una zorra —dijo esa voz chillona y desagradable.Me di la vuelta y la miré.— Déjame en paz, ya estoy cansada de ti —le dije con mal humor.Ella se acercó a mí pero se alejó de inmediato. Y vi por qué. Eirik se estaba
Salí del lugar dando tumbos. Si buscaba a Eirik, no sabría a ciencia cierta lo que me pasaría. Yo había matado a uno de sus hombres, y aunque fue en defensa propia, no estaba segura de cómo iban a reaccionar. Mis pasos eran torpes y vacilantes, pero entre más caminaba, más me acercaba al enorme bosque que se extendía ante mí.Mientras avanzaba entre la maleza, las lágrimas salían de mis ojos nublando mi vista. Yo había asesinado a un hombre. Me tiré al suelo y lloré.—Perdón —le dije a la nada.Sorbiendo mi nariz, volví a levantarme. Tenía que aprovechar la ventaja que tenía. Si alguien lo veía allí, irían a por mí de inmediato. Corrí al oscuro bosque; tenía que perderme en él lo antes posible. La adrenalina recorría mi cuerpo dándome fuerza para continuar.Me detuve en seco cuando escuché el crujir de una rama. Tragué en seco, esperando lo peor. Ellos estaban buscándome y iban a matarme. Corrí, corrí lo más que pude. Sentía cómo mis pies se lastimaban, pero eso me hacía querer correr
Las mujeres allí se presentaron, todas eran brujas, obligadas a esconderse. Los lobos, les habían dado caza, buscando a la bruja que les pudiera dar el dichoso amuleto. La anciana se acercó a mí y tomó mis manos en las suyas ya arrugadas, luego me miró a los ojos. — Debemos cuidarte, o todo a nuestro alrededor arderá — me dijo la anciana. — Sé que soy el amuleto, ¿pero cómo se supone que ellos lo conseguirán? — le pregunté. — Hace miles de años, una de nosotras se enamoró de uno de ellos. Él la utilizó para sus propios fines, la envolvió en sus mentiras y ella, cegada por el amor, le ofreció su sangre. Él la tomó sin saber que al hacerlo, sus vidas estarían entrelazadas para siempre. Él obtuvo todo el poder, se cegó y buscaba cada vez más, convirtiéndose en un ser cruel. Cuando ella comprendió su error, se sacrificó lanzándose a un acantilado y acabando así con el. Tú sangre es la clave, y ellos te quieren para hacer el mal — me dijo ella con expresión seria. — tu eres el antídoto,