Llegamos a la orilla, varios hombres se acercaron a nosotros, mirándome con curiosidad. Eirik me bajó y empezó a hablar con los hombres allí presentes. Hasta hace un momento, no lo veía como un líder, pero verlo así con todos esos hombres, era obvio que el tipo era… poderoso.
—Tiana, ven, tenemos que subir —me dijo Eirik.
Yo negué con la cabeza. No quería irme, no sabía lo que realmente me esperaba en ese lugar.
—Tenemos que irnos ya, o seremos emboscados —me dijo.
Yo volví a negar con la cabeza. Me iba a resistir lo más que pudiera, tal vez se aburra y me deje aquí.
—Si me acerco, te juro que te lanzaré al barco y me va a importar muy poco si te partes algún hueso —me amenazó.
Yo me encogí de hombros. Los hombres a su alrededor empezaron a reír y a murmurar.
—Me estás poniendo en ridículo frente a mis hombres —me dijo.
Yo volví a encogerme de hombros. Él empezó a caminar hacia mí y yo corrí. Sí, corrí. Como una estúpida, siendo atrapada por él al instante.
—Deja de cabrearme, y esto, Tiana, me lo voy a cobrar —me dijo al oído.
Eirik me llevó otra vez al lugar donde anteriormente estábamos, me entregó a otro tipo y este me llevó en su hombro hasta la orilla del mar, donde había un par de botes.
El hombre que me cargaba no decía una palabra, pero su agarre era firme. Podía sentir la tensión en su cuerpo, como si estuviera preparado para cualquier cosa que intentara. Cuando llegamos a uno de los botes, me depositó bruscamente en el suelo.
—¡Oye! —protesté, pero mi voz se perdió en el ruido del mar y el murmullo de los hombres.
Eirik subió al bote detrás de mí y se sentó frente a mí, sus ojos fijos en los míos. Su expresión era seria. Yo levanté la barbilla y lo miré retadoramente.
—¿Por qué eres tan difícil? —me preguntó, su voz baja pero intensa.
Me encogí de hombros, y esto pareció molestarlo.
—Porque no sé en quién confiar. No te conozco, y algo me dice que tú eres un ser vil —respondí, tratando de mantener mi voz firme.
—Tal vez lo sea, pero créeme, hasta que no consiga lo que quiero de ti, no te dejaré ir —me dijo.
—Entonces estaremos unidos de por vida, porque no te entregaré nada de lo que quieres —le dije decidida.
Eirik suspiró, pasando una mano por su cabello. Se veía enojado, frustrado, y con ganas de lanzarme al mar.
Él le indicó al hombre que comenzara a remar. El bote se deslizó por el agua, alejándonos de la orilla y adentrándonos en el mar. Los hombres hablaban en susurros. Yo miré de un lado a otro, pero ya no podía escapar, era muy tarde para eso, tal vez hubiera sido más inteligente de mi parte dejar que Ivar me quemara como una bruja.
—¿Si no puedo darte lo que quieres, me matarás? —le pregunté.
Eirik se volvió hacia mí de nuevo.
—Tenemos un largo viaje por delante —dijo—. Usa este tiempo para descansar. No para preguntar estupideces —me dijo molesto.
Mientras el bote avanzaba, me permití relajarme, aunque fuera un poco. Poco a poco nos acercábamos a uno de los enormes barcos de vela. Tragué en seco y acepté el destino que se me había asignado, pero de algo estaba segura: yo jamás ayudaría a ninguno de ellos a lastimar a nadie.
El bote golpeó un costado del barco, y una gruesa soga fue lanzada, algunos hombres empezaron a subir, dejándonos de último a Eirik y a mí.
—Sube —me ordenó.
Me acerqué a la soga, para después mirar hacia arriba. El barco parecía una enorme montaña inalcanzable. Tomé un profundo respiro y me aferré a la soga, comenzando a escalar con dificultad. Me resbalé un poco y volví a pisar el piso del bote.
—Rápido —dijo impaciente a mi lado.
—Que te jodan —le dije con rabia.
Volví a intentarlo, y finalmente, después de lo que pareció una eternidad, llegué a la cubierta del barco. Eirik subió y me quedó mirando.
—Sígueme —ordenó, sin darme tiempo a recuperarme.
Lo seguí a través de la cubierta, mis piernas temblando por el esfuerzo y el temor. Nos dirigimos a una cabina en la parte trasera del barco. Eirik abrió la puerta y me empujó suavemente dentro.
—Esta será tu habitación —dijo—. Estaremos en el mar por varios meses, espero que sepas apreciar este espacio, y te pido que no hagas nada estúpido —me advirtió.
Lo miré con desdén, pero asentí. De nada servía decirle algo, ya estaba aquí, así que tenía que resistir todo lo que pasara.
Meses después
La vista que nos recibía era espectacular. Este lugar era mágico. ¿Cómo carajo el hermano de Eirik prefería estar en Inglaterra si tenía este pedazo de cielo?
—Te dije que te gustaría —me dijo al oído.
Yo lo empujé lejos y lo miré mal. Estos meses en mar abierto habían sido una completa locura. Ambos pusimos a prueba nuestra resistencia, estuvimos a nada de matarnos como perros y gatos, pero él siempre, de algún modo, cedía un poco ante mí.
—Te follaré apenas pisemos mi habitación —me dijo.
Yo empecé a reír a carcajadas. Aunque sí que lo quería, no le iba a abrir las piernas al hombre que tal vez sea un genocida.
— estas loco, pero se vale soñar — le dije.
El se acerco a mi, me agarro de la cintura y me acerco a su cuerpo. Yo en este tiempo me habia vuelto bastante sensible a su cercania y eso, era muy malo.
— te sueño todo los días, desnuda y jadeando mi nombre — me dijo al oído.
Ias piernas temblaron y mi coño se apreto. La mera idea de tener su muy gorda polla dentro hacia que me mojara.
— puedo oler cuan exitada estas brujita — me dijo en un suspiro.
Yo lo aparte de mi y di un paso atrás, alejándome lo mas que podía. No era saludable para mi tenerlo tan cerca.
El barco finalmente llegó a puerto. Los hombres iban de un lado a otro, asegurando cuerdas y preparando los botes para el desembarco. Eirik se acercó a mí, su expresión más relajada que de costumbre, pero sus ojos aún reflejaban esa intensidad característica que me volvía loca.
Eirik me tomó del brazo, no con violencia, sino con una especie de autoridad protectora. Caminamos hacia el borde del barco, donde ya se habían desplegado varias escaleras de cuerda. Observé cómo los hombres bajaban con agilidad, como si hubieran hecho esto miles de veces.
—Baja con cuidado —me pidio Eirik. — no quiero que te partas el cuello después de tanto trabajo que pase por traerte aquí — me dijo.
Yo le saque el dedo medio y lo fulmine con la mirada. El se rio y me ayudo. Descendí con lentitud, sintiendo el balanceo de la escalera con cada movimiento. Finalmente, mis pies tocaron tierra firme. Miré a mi alrededor, maravillada, el viento frio golpeo mi rostro mientras daba algunos pasos adelante. Este lugar era magnifico, desde donde estaba podía ver colinas verdes, era simplemente hermoso.
—Bienvenida a mi hogar —dijo, extendiendo un brazo hacia el paisaje.
—Es… hermoso —admití.
Yo lo miré y él me sonrió, una chispa de triunfo brillando en sus ojos.
—Te dije que te gustaría —respondió con orgullo.
No quería darle el gusto de verlo presumir, así que seguí caminando, alejándome de el y de sus palabras.
—No entiendo cómo tu hermano cambió todo esto —dije.
—El poder corrompe.— me respondio.
Me detuve en seco y me giré para encararlo.
—¿Lo dices también por ti? —le pregunté, desafiándolo con la mirada.
Eirik se acercó lentamente, cada paso suyo cargado de una tensión palpable. Levantó mi barbilla con delicadeza y acercó sus labios a los míos, dejándolos descansar allí, inmóviles.
—Sí —respondió en un susurro.
Sus labios, fríos al primer contacto pero increíblemente suaves, me hicieron estremecer. Eirik pasó su lengua por la hendidura de mi boca, abriéndose paso con una sensualidad que me desarmó. Yo se lo permití, entregándome a ese toque exquisito que despertaba todos mis sentidos. Sabía muy bien que estar con él de esa manera era un error monumental, pero en ese instante, la razón se desvaneció.
Cada movimiento suyo, cada roce de su lengua, era una lucha interna entre el deseo y la razón. Aunque una parte de mí gritaba que me alejara, otra parte se aferraba a él, como si en sus brazos pudiera encontrar algo que había estado buscando durante mucho tiempo.
Apenas entramos a mi casa, llevé a Tiana a mi habitación. Si ella creía que iba a dormir en otro lado, estaba completamente equivocada. Yo quería tenerla cerca, tocarla en las noches y beber de ella cuando se me diera la gana.— No dormiré contigo — me dijo ella al entrar a mi habitación. — Así que ve quitando de tu enorme cabeza que algo podría pasar entre tú y yo.— Sí va a pasar, y muchas veces — le dije.La cargué y la llevé a mi cama, la deposité con cuidado. Abrí sus piernas, subiendo con lentitud la falda de su vestido. Me instalé entre ellas y observé su rostro con atención.— Creo que hemos perdido el tiempo por mucho tiempo, ¿no lo crees? — le pregunté. — Es momento de recuperar todo ese tiempo perdido.Subí más la falda de su vestido, dejando al descubierto su monte de Venus. El olor a sexo que desprendía de su cuerpo era abrumador.— Si me tocas, te corto las manos — me amenazó.Yo llevé mi mano a su coño, pasando mis dedos por la hendidura. Metí uno dentro y la jugosidad d
Los hombres en la habitación me miraron apenas entré. Todos tenían preguntas que hacerme, y yo no estaba seguro de poder contestarlas.—¿Es ella? —preguntó uno.Asentí con la cabeza.—¿Cuándo te dará el amuleto? El tiempo pasa, Ivar se vuelve cada vez más fuerte. Los sajones vendrán y nos matarán a todos —me dijo.Todos allí reunidos asintieron con la cabeza. Yo estaba en una enorme encrucijada. No podía obligarla a darme lo que quería.—Pronto lo obtendré —respondí.Uno de ellos se levantó y se acercó a mí.—Necesitamos con urgencia derrotar a Ivar y vengar a tu padre —me dijo.La sala estalló en murmullos.—Necesitamos que soluciones esto ya —dijo uno con furia.Salí de la sala, sintiendo el peso de sus miradas en mi espalda. Caminé hacia donde ella estaba. Tiana me miró.—Necesito que me entregues el amuleto —le dije.Ella se rió un poco.—No sé cómo dártelo, ya te dije que has traído a la mujer equivocada —me dijo.Me acerqué con rapidez y la agarré de los hombros con fuerza.—No q
Freidys entró a la habitación y me quedó mirando. Caminé hacia ella para sacarla, pero se movió rápidamente a otro lugar.—Se supone que nos casaríamos —dijo.Me reí un poco. Mi padre era el que quería tal cosa; yo jamás acepté, pero ella y su familia estaban seguros de nuestra unión.—El que folláramos un par de veces no quiere decir que haya aceptado, así que no me molestes, tengo cosas más importantes en las que pensar —le respondí.—¿En ella? Te gusta, lo veo en tu mirada —dijo.Si, me gustaba, pero decirlo en voz alta seria muy peligroso para ella, aunque quedarse conmigo también lo seria. Se supone que haría cualquier cosa por conseguir el amuleto, pero ahora no si se sea capaz de ser cruel con ella.—Si me gusta o no, no es de tu incumbencia —le respondí molesto.Ella abrió la boca ligeramente para después reír con amargura.—No puedo creer lo que dices. Todos confiamos en ti, todos dependemos de ti, y tú no has hecho nada para conseguir lo que necesitamos —me reclamó.Era cons
Me quedé allí, sobre él, con la respiración entrecortada. Sus manos subían y bajaban por mi espalda desnuda. Levanté un poco mi cabeza y lo miré; su expresión estaba en blanco, y yo deseaba poder leer su mente en esos momentos.— ¿En qué piensas? —le pregunté.Él me miró.— Necesito el amuleto —me dijo.Me senté sobre su abdomen y lo miré.— Lo siento, pero no puedo ayudarte —le dije.Me bajé de él y me levanté. Tomé el pedazo de tela que estaba tirada en el suelo e intenté ponérmela, pero estaba demasiado dañada.— ¿Por qué? —me preguntó él.Me volví para mirarlo.— Porque no sé cómo hacerlo, así que por favor, deja de molestarme —le pedí.Salí del lugar medio desnuda, necesitaba pensar con frialdad todo lo que había hecho.— Creo que Eirik no trajo a una bruja, trajo a una zorra —dijo esa voz chillona y desagradable.Me di la vuelta y la miré.— Déjame en paz, ya estoy cansada de ti —le dije con mal humor.Ella se acercó a mí pero se alejó de inmediato. Y vi por qué. Eirik se estaba
Salí del lugar dando tumbos. Si buscaba a Eirik, no sabría a ciencia cierta lo que me pasaría. Yo había matado a uno de sus hombres, y aunque fue en defensa propia, no estaba segura de cómo iban a reaccionar. Mis pasos eran torpes y vacilantes, pero entre más caminaba, más me acercaba al enorme bosque que se extendía ante mí.Mientras avanzaba entre la maleza, las lágrimas salían de mis ojos nublando mi vista. Yo había asesinado a un hombre. Me tiré al suelo y lloré.—Perdón —le dije a la nada.Sorbiendo mi nariz, volví a levantarme. Tenía que aprovechar la ventaja que tenía. Si alguien lo veía allí, irían a por mí de inmediato. Corrí al oscuro bosque; tenía que perderme en él lo antes posible. La adrenalina recorría mi cuerpo dándome fuerza para continuar.Me detuve en seco cuando escuché el crujir de una rama. Tragué en seco, esperando lo peor. Ellos estaban buscándome y iban a matarme. Corrí, corrí lo más que pude. Sentía cómo mis pies se lastimaban, pero eso me hacía querer correr
Las mujeres allí se presentaron, todas eran brujas, obligadas a esconderse. Los lobos, les habían dado caza, buscando a la bruja que les pudiera dar el dichoso amuleto. La anciana se acercó a mí y tomó mis manos en las suyas ya arrugadas, luego me miró a los ojos. — Debemos cuidarte, o todo a nuestro alrededor arderá — me dijo la anciana. — Sé que soy el amuleto, ¿pero cómo se supone que ellos lo conseguirán? — le pregunté. — Hace miles de años, una de nosotras se enamoró de uno de ellos. Él la utilizó para sus propios fines, la envolvió en sus mentiras y ella, cegada por el amor, le ofreció su sangre. Él la tomó sin saber que al hacerlo, sus vidas estarían entrelazadas para siempre. Él obtuvo todo el poder, se cegó y buscaba cada vez más, convirtiéndose en un ser cruel. Cuando ella comprendió su error, se sacrificó lanzándose a un acantilado y acabando así con el. Tú sangre es la clave, y ellos te quieren para hacer el mal — me dijo ella con expresión seria. — tu eres el antídoto,
Los días pasaron y con ellos la incertidumbre de lo que pasaría si ellos me encontraban. Aquí había aprendido muchas cosas, aunque me faltaba aprender muchas más.—Hoy haremos el ritual para que te encuentres con tus vidas pasadas —me dijo la anciana. Yo asentí con la cabeza. Según ellas, al hacerlo, mis sentidos se abrirían y podría comprender mejor mi destino.Las otras brujas me prepararon como la anciana lo había pedido. Me vestí con una túnica blanca y fui llevada hasta un lago en la mitad del bosque. La luna llena brillaba con intensidad sobre todas nosotras. La anciana y las otras mujeres del clan formaron un círculo a mi alrededor, murmurando palabras en un idioma antiguo.Sentí un leve temblor en todo mi cuerpo mientras la anciana comenzaba a levantar la voz y las otras la seguían. Su voz era hipnótica, arrastrándome hacia un estado de calma profunda. Cerré los ojos y dejé que su canto me envolviera. Poco a poco, el murmullo se convirtió en un rugido distante y sentí como si
Semanas después.Aún no daba con el paradero de Tiana, y eso me tenía muy nervioso. Yo la necesitaba a mi lado, era casi como si me faltara el aire.—Eirik —me llamó uno de mis hombres.Dejé de lado los pensamientos hacia ella y volteé.—Varios barcos se acercan —me dijo.Yo asentí con la cabeza. Esto era algo que esperaba, Ivar no se iba a dar por vencido tan fácil, pero no le daré lo que es mío.—Los mataremos a todos, teñiré el mar de rojo con la sangre de todos ellos —le dije.Él asintió y se fue. Yo sabía que Ivar no estaba entre ellos, él era demasiado cobarde como para ponerse en peligro.Leif entró y me quedó mirando.—Los hombres están listos, te estamos esperando —me dijo.Yo le sonreí y asentí con la cabeza.—Ninguno de ellos volverá, de eso me encargaré personalmente yo —le dije con una sonrisa.Ivar aprendería una gran lección hoy. Salí con Leif para encontrarme con los demás, ellos ya estaban listos, y yo lo estaba aún más. Si Ivar la quería, tenía que pisar mis tierras,