Estaba sumida en una depresión horrible después de ver mi vida anterior; las memorias de ella junto a ese hombre no cesaban. Cada noche soñaba con él, con esos ojos azules que se volvían negros y me devoraban sin piedad. La veía a ella en un rincón llorando y culpándose por el monstruo que había creado. La anciana llamada Beth me acompañaba a todos lados y trataba de enseñarme algunas cosas que podrían ser de utilidad en caso de ser secuestrada por él, pero eso no me interesaba; yo solo quería huir de aquí.Ella y yo estábamos caminando por el bosque, buscando algunas hierbas para hacer algún tipo de brebaje, ya que una de las mujeres estaba enferma.—Si muero ahora, todo acabará —le dije a la anciana. Ella volteó a verme de inmediato.—Si mueres ahora, todas lo haremos. Si él no consiguió lo que quería contigo, lo buscará en alguien más, y al no encontrarlo, nos matará a todas —me dijo.Con cada palabra que salía de su boca, el peso en mis hombros se hacía mucho más grande.—No sé qu
Cuando llegamos, los hombres allí me miraron, pero esta vez no eran miradas curiosas como aquella vez; estas miradas estaban cargadas de rencor.—Nadie te hará nada —dijo Eirik, como si hubiera leído mis pensamientos.Él se bajó del caballo y me ayudó a bajar. Yo miré de un lado a otro y todos tenían esa misma mirada.—Me van a matar en la primera oportunidad que tengan —le dije.Eirik agarró mi mano y me arrastró con él. Yo me dejé llevar sin decir nada. Entramos a una enorme habitación donde había varios hombres, y entre ellos estaba Freidys, que me miraba con tanto odio.—Voy a matarte por lo que le hiciste a mi padre —gruñó ella.Yo tragué en seco. Estaba cada vez más hundida en esto.—Defiéndete —me dijo Eirik.Yo miré a todos los hombres allí — él iba a abusar de mí, solo me defendí —les dije.Freidys se levantó del asiento y corrió hacia mí, tumbándome al suelo. Su cuerpo estaba sobre el mío y sus manos rodeaban mi cuello, apretando con fuerza. Ella fue alejada de mí por Eirik,
Eirik no regresó a la habitación, y eso de alguna manera me tranquilizó un poco. Si él estaba a mi alrededor, yo no iba a poder resistirme mucho tiempo a su toque. Aunque luchara con todas mis fuerzas, sabía que tarde o temprano iba a ceder.A la mañana siguiente me desperté con el ruido de gruesas voces. Salté de la cama rápidamente y me acerqué a la puerta. La abrí con cautela y salí. Caminé siguiendo las voces hasta que llegué a una habitación. La puerta estaba entreabierta, así que pude mirar sin problemas. Allí había dos hombres atados con gruesas cadenas; ambos se veían muy lastimados.—No deberías estar aquí.El aliento de la persona detrás mío se estrelló en mi cuello. Tragué en seco y me giré lentamente. Un par de feroces ojos grises me estaban mirando.—Ya me iba —le dije.Traté de huir, pero él me agarró del brazo y lo impidió.—Soy Knut, el hijo del hombre que asesinaste —me dijo.Las piernas empezaron a temblarme. Sabía que me iban a hacer daño.—Solo me defendí —le dije.
Esta vez, Eirik sí se quedó conmigo. Él y yo estábamos tumbados en la cama, yo estaba lo más alejada que podía de él, dándole la espalda.—Quiero comerte —me dijo.Yo volteé a verlo. Él llevó su mano a mi cintura y me acercó lo suficiente como para sentir su calor. Su mano bajó lentamente por la curva de mi cintura hasta mi trasero.—¿Por qué dices que soy tuya? —le pregunté.Él me acercó aún más.—Eres mi luna, mi compañera, tenemos un vínculo, y sé que tú también lo sientes —me dijo.Yo no sabía qué responder a eso, ya que no sabía mucho sobre el tema, pero sí había sentido esa conexión de la que él hablaba. La sentía cada que él estaba cerca, como ahora. Quería lanzarme a él, olvidarme de todo lo que pasaría si yo cediera de la manera que él deseaba, entregarme a este cruel hombre que ahora me miraba como si yo fuese lo más hermoso del universo.—Dime que me deseas tanto como yo —me pidió.Levanté mi mano y acaricié su mejilla. Sí, lo deseaba con el alma, pero estar con él de la man
Me tiré en la cama y miré al techo. Si salía corriendo, ellos me atraparían de inmediato, aunque si... Me levanté de la cama y corrí a la puerta. Después empecé a toser con brusquedad. La puerta se abrió de inmediato, dándome un buen golpe en la cara. Caí al suelo y empecé a llorar por el dolor que estaba sintiendo.— ¿Estás bien? —me preguntó Eirik, visiblemente preocupado.Levanté la vista de inmediato. Era Eirik quien estaba allí, parecía muy preocupado. Así que lloré más fuerte.— Me duele mucho —le dije dramáticamente.Él me ayudó a levantarme y me sentó en la cama. Inspeccionó mi rostro y después acarició con cuidado mi mejilla.— ¿Qué haces aquí? Pensé que te irías —le pregunté.Él me miró y respiró profundamente.— Tengo miedo de dejarte sola y encontrarme con la sorpresa de que ya no estás, así que decidí llevarte conmigo —me explicó.Abrí ligeramente la boca y luego me levanté de la cama, alejándome de él.— No. Tú debes irte, yo me portaré muy bien —le dije.Él empezó a reír
Eirik y yo volvimos al lugar donde estaba el caballo. Allí en el suelo, él tiró un pedazo de piel. Yo puse los ojos en blanco, pero no comenté nada.— ¿No te da miedo que alguien venga por nosotros? — le pregunté.Él me miró y se encogió de hombros, se veía bastante despreocupado.— Que lo intenten, dudo mucho que puedan conmigo — me dijo.Yo me acerqué a él y lo empujé, él me miró con el ceño fruncido.— ¿Alguna vez te han dicho lo problemática que eres? — me preguntó.Yo asentí con la cabeza, recordando los dolores de cabeza que le di a mis padres y a mi madrastra.— Estoy aquí por ser problemática. Me embriagué y conduje un coche, casi me mato — le dije sonriendo.— Estás loca — me dijo.Me tiré sobre la piel e iré a Eirik.— Vengo del tiempo donde ustedes no existen, de hecho, son solo un mito, ni hablar de las brujas — le dije riendo.Él se sentó a mi lado y me observó.— Háblame de eso — me pidió.Yo me acomodé y asentí. Empecé a hablar sobre mi mundo, sobre las costumbres que t
La noche llegó, y con ella el frío. Estaba tiritando, ¿cómo era posible que él durmiera tan plácidamente con este frío tan horrible? Lo miré y me llené de ira. Era injusto todo esto.Lo empujé y él se quejó; sus ojos se abrieron y me miraron. Sus ojos azules se veían brillantes, parecían dos estrellas.—Tengo frío —le dije.Él se dio media vuelta, ignorándome por completo. Yo le di un golpe en el hombro y él volteó a verme.—Deja de molestarme —me dijo.Me senté y le puse cara de perrito mojado. Él se dio la vuelta por completo, me agarró de la mano y me atrajo hacia él. Yo me estrellé contra su pecho. Eirik era muy cálido, pero no tanto como para quitarme el frío tan horrible que recorría por completo mi cuerpo.—Deberías hacer una fogata —le sugerí.Eirik se dio la vuelta conmigo en brazos, quedando sobre mi cuerpo.—Me estás asfixiando, deja de molestarme y bájate —le ordené.Él no se movió ni un centímetro.—¡Apártate de mí ya! —le grité.Él se bajó y volvió a darme la espalda.—N
El cuerpo de Eirik se veía rojo por las quemaduras. Él estaba dormido, parecía muerto. Lo único que me tranquilizaba era ver su pecho subir y bajar. Me acerqué a él y lo toqué; estaba ardiendo en fiebre. ¿Qué carajo había pasado en realidad en ese lugar? Los recuerdos que tenía eran bastante borrosos.— Por favor, despierta —le pedí.Estábamos demasiado lejos como para ir y pedir ayuda, y tampoco lo podía dejar aquí así; él estaba mal y todo era culpa mía. Empecé a llorar mientras lo miraba tendido en el suelo, viéndose tan frágil. ¿Cómo era posible que un hombre de casi dos metros pudiera verse frágil?— Yo no sé qué hacer, se supone que eres mi guía, por favor despierta —le supliqué.Pero él no movió ni un músculo. Me levanté y empecé a caminar de un lado a otro. Si él moría aquí, todo acabaría, pero yo no deseaba que muriera, no lo soportaría. Me detuve en seco y volví a mirarlo. De algo me iban a servir las clases que me dio aquella anciana el tiempo que estuve con ella. Iba a bus