26

El cuerpo de Eirik se veía rojo por las quemaduras. Él estaba dormido, parecía muerto. Lo único que me tranquilizaba era ver su pecho subir y bajar. Me acerqué a él y lo toqué; estaba ardiendo en fiebre. ¿Qué carajo había pasado en realidad en ese lugar? Los recuerdos que tenía eran bastante borrosos.

— Por favor, despierta —le pedí.

Estábamos demasiado lejos como para ir y pedir ayuda, y tampoco lo podía dejar aquí así; él estaba mal y todo era culpa mía. Empecé a llorar mientras lo miraba tendido en el suelo, viéndose tan frágil. ¿Cómo era posible que un hombre de casi dos metros pudiera verse frágil?

— Yo no sé qué hacer, se supone que eres mi guía, por favor despierta —le supliqué.

Pero él no movió ni un músculo. Me levanté y empecé a caminar de un lado a otro. Si él moría aquí, todo acabaría, pero yo no deseaba que muriera, no lo soportaría. Me detuve en seco y volví a mirarlo. De algo me iban a servir las clases que me dio aquella anciana el tiempo que estuve con ella. Iba a bus
Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo