Ivar me miró de arriba abajo como si yo fuese nada. Era obvio que le molestaba que yo no solo fuera la persona que le ayudaría a conseguir su amuleto. Sus ojos estaban llenos de envidia y de ira; sabía, incluso mejor que yo, que podría llegar a ser mucho más poderosa que él.—No eres nada —me dijo con molestia.—Me estás subestimando, después de presenciar lo que puedo hacer —le contesté.Toda la habitación estalló en murmullos, y eso lo hizo enfurecer aún más. Su rostro se veía rojo, y una vena bastante gruesa se estaba inflando en su frente.—Demuéstralo —me ordenó.Yo dejé expuesta mi garganta. Ivar me miró con el ceño fruncido. Estaba demasiado desconfiado y no era para menos, con lo que le había hecho a ese hombre, hasta yo desconfiaría.—Mi sangre te dará lo que necesitas. ¿Quieres poder? Bébela y lo obtendrás —le dije.Él se acercó con cuidado, me agarró de la parte de atrás de mi cabeza y jaló mi cabello, dejando mi cuello aún más expuesto.—Si mientes, no saldrás viva de aquí,
Ivar me encerró en su habitación. Con lo que había dicho frente a todos ellos, alejarme era suicidio. —Buscaré la manera de revertir esto, o la manera en la que pueda matarte sin que me pase nada a mí —me dijo furioso.Yo me senté en la cama y lo miré. —Puedes hacer lo que se te dé la gana. Tú estás atado a mí, hagas lo que hagas —le dije.Él se acercó a mí y me encaró. —Si no puedo vivir tranquilo, tú tampoco lo harás. Te juro que mataré a cada una de las personas que te importan —me amenazó.—Te recuerdo que puedo matarme en cualquier momento, y si me quitas a las personas que me importan, no me quedará nada. Lo haré más rápido, pero me aseguraré de que esa muerte sea lenta y dolorosa para que agonices conmigo —le dije.Él se apartó y empezó a lanzar las cosas que estaban a su alrededor al suelo. Estaba fuera de sí. Todo lo que había deseado se había convertido en nada. Sí, tenía poder, pero a un costo muy grande. —Me pregunto si en esa profecía de la que hablan no dicen algo sobre
Ivar me lanzó a la cama y se subió sobre mí. Intenté apartarlo, pero el bastardo era fuerte. Apreté su cuello para alejarlo, pero solo se rió.—Eres como un gatito —me dijo.Odiaba con toda mi alma a este tipo.—Bájate, desgraciado —le ordené.Él abrió mis piernas con fuerza, subiendo la falda de mi vestido y dejando expuesto mi coño. Mi corazón se aceleró de inmediato; yo moriría de asco si él me follara.—Deberías ser más complaciente; estaremos juntos toda la vida —me dijo mientras lamía mi cuello.Grité con desesperación, pero parecía que a él le ponían más mis gritos.—Suéltame o te juro que te mataré —le dije.Él se detuvo de inmediato y me miró a los ojos. Sus ojos eran tan diferentes a los de Eirik; los ojos de Ivar estaban vacíos, no transmitían nada, en cambio los de Eirik transmitían calidez.—Si muero, morirás —me dijo.Yo lo empujé y él terminó en el suelo.—Sé que eres la luna de mi hermano. Cuando él muera, tú serás solo mía —me dijo.Jamás seré de él; el día que eso pa
Me senté en la cama, mirando fijamente la puerta; mi corazón me gritaba que corriera a buscarlo, mi cuerpo necesitaba con urgencia el suyo, pero la razón no me lo permitía. Yo me había metido en este enorme problema, y conmigo terminaría. No podía simplemente lanzarlo a la hoguera; no era justo para él, y mucho menos para nuestro hijo.La puerta se abrió, entrando un Ivar furioso. Se detuvo en la mitad de la habitación, cerró los ojos y respiró profundo.—Estuvo aquí —dijo.Abrió los ojos y me miró. Yo aparté la mirada de él. Podía sentir cuán furioso estaba, y era atemorizante. Ivar me había dejado en claro que era una persona volátil, y un episodio de furia mandaría al carajo cualquier cosa, incluso su vida.—No sé de lo que hablas —le dije.Él sonrió un poco.—Puedo olerlo, incluso puedo olerlo sobre ti —me dijo.Yo me acomodé en la cama y lo ignoré; de mi boca no saldría nada. Ni aunque me torturara.—Mis hombres lo están buscando. No lo mataré, pero lo torturaré todos los días; t
Los días pasaron, y nosotros seguimos recorriendo aldea por aldea; Ivar estaba dispuesto a gobernar todo este territorio, y por cómo iban las cosas, muy pronto lograría su cometido.Después de esa pelea, él se alejó un poco de mí, lo cual agradecí en el alma; su sola presencia me daba asco, y siendo sincera, un poco de miedo también.Miré a Knut que estaba dentro de la habitación en la cual me encontraba. Él se había convertido en la mano derecha de Ivar, algo que no me sorprendía en lo más mínimo. Él era el único que podía estar cerca de mí; si alguien más intentaba acercarse, sería asesinado, una orden de Ivar.—Quiero salir un rato, necesito un poco de sol —le dije.Knut negó con la cabeza de inmediato. Sabía que sería un poco difícil convencerlo, pero yo siempre he sido persistente.—Sabes que Ivar te tiene prohibido salir, así que duérmete —me dijo.Yo puse los ojos en blanco. Él era un pesado, y yo estaba aburrida a morir.—Solo será un rato, si quieres puedes amarrarme —le dije
Todos los hombres y mujeres que se habían rebelado contra Ivar estaban en estos momentos conmigo. Todos aquí creían que yo no pude asesinar a Tiana porque Ivar llegó en ese preciso momento. Yo estaba entre la espada y la pared; por un lado estaba mi lazo con Tiana, el amor que sentía por ella, y por otro estaban todas las personas que confiaban en mí, que creían que yo mataría en algún momento a Tiana para terminar con Ivar.—¿Estás bien? —preguntó una suave voz.Yo levanté la vista. Una mujer de melena rubia y ojos verdes me sonreía mientras me ofrecía un cuenco con algún tipo de bebida.—Estoy bien —le contesté.Le acepté el cuenco y le di un sorbo. Era un poco de vino. La chica se sentó a mi lado y me miró.—¿Es difícil ser el líder, no? —me preguntó ella.Yo la volteé a ver. No sabía con qué intención me decía tal cosa.—No soy el líder, en estos momentos todos estamos en igualdad de condiciones —le respondí.Ella me sonrió y acarició mi brazo. Yo me alejé un poco. No quería que s
Ivar, sus hombres y yo habíamos migrado nuevamente, y se suponía que esta sería la última parada antes de regresar a Inglaterra. Con lo que él había obtenido y teniéndome a mí, le sería fácil apoderarse de ese territorio. Ivar se detuvo con sus hombres, y mañana retomaríamos el camino hacia esa última aldea. Pero hoy debíamos dormir bajo las estrellas.— Quiero darme un baño. Y antes de que digas algo, vi un pequeño lago cerca. Me llevarás tú, o me iré sola — le exigí a Ivar.Él me agarró del brazo con una mezcla de irritación y furia, arrastrándome con él. Caminamos un breve trayecto hasta el lago, donde él se quedó esperando, observándome con una intensidad que parecía ocultar más de lo que decía. Ivar era un enigma en sí mismo, siempre reservado y propenso a improvisar, lo que lo hacía impredecible y temido. Me desnudé y caminé hacia el agua, sumergiéndome en su frescura. El frío líquido calmaba mis músculos agotados; era una sensación deliciosa y revitalizante.Cuando me hundí por
Volví a mirar a Ivar, que estaba hablando con un par de hombres. Freidys, que estaba entre ellos, me miró, sonrió con desdén y comenzó a caminar hacia mí. Yo la ignoré deliberadamente, girando la cabeza para no enfrentarla. Se sentó a mi lado con una expresión de autocomplacencia.— Pronto seré la mujer de Ivar, y tú terminarás en un calabozo, rogando por la muerte — me dijo con una calma perturbadora.La miré de reojo y le sonreí levemente. Era tan ingenua. ¿Cómo podía creer en semejante ilusión? Ivar jamás la tomaría en serio; se notaba a leguas que no deseaba una mujer a su lado, y menos a una que no le aportara nada significativo.— Ivar jamás te tomará en serio. Eres nada para él. Pero si crees que serás su mujer, su esposa, está bien. A veces necesitamos algo en qué aferrarnos para llevar esto de la manera más soportable posible — le respondí con frialdad.Sus ojos se endurecieron, y su boca se apretó en una línea tensa. La furia se manifestaba claramente en su expresión. Pero er