30

Desperté en un hermoso bosque lleno de flores, la brisa fresca golpeaba mi rostro. Caminé por el bosque maravillándome de lo hermoso que era. A lo lejos pude divisar la figura de alguien, así que caminé hacia ella.

A medida que avanzaba, la silueta se volvía más nítida, revelando a una mujer de cabellos dorados. Estaba sentada, acariciando a un pequeño cachorro de lobo con un pelaje tan oscuro como el ónix, idéntico al de Eirik. La mujer alzó la vista y, al encontrar mi mirada, me regaló una sonrisa. Era ella, la causante de mis pesadillas.

Mis pasos se volvieron más lentos mientras me acercaba y me sentaba frente a ella, sintiendo cómo la atmósfera del bosque se volvía aún más irreal.

—Hola —la saludé.

Ella sonrió. La miré por un largo tiempo, quería hacerle muchas preguntas, pero no me decidía por cuál hacer primero.

—Pregunta lo que quieras —me dijo.

Yo me sorprendí, pero asentí con la cabeza.

—¿Cómo puedo matarlo? Si él sigue así, masacrará a todos, y si le doy lo que quiere, esto
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