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Ivar, sus hombres y yo habíamos migrado nuevamente, y se suponía que esta sería la última parada antes de regresar a Inglaterra. Con lo que él había obtenido y teniéndome a mí, le sería fácil apoderarse de ese territorio. Ivar se detuvo con sus hombres, y mañana retomaríamos el camino hacia esa última aldea. Pero hoy debíamos dormir bajo las estrellas.

— Quiero darme un baño. Y antes de que digas algo, vi un pequeño lago cerca. Me llevarás tú, o me iré sola — le exigí a Ivar.

Él me agarró del brazo con una mezcla de irritación y furia, arrastrándome con él. Caminamos un breve trayecto hasta el lago, donde él se quedó esperando, observándome con una intensidad que parecía ocultar más de lo que decía. Ivar era un enigma en sí mismo, siempre reservado y propenso a improvisar, lo que lo hacía impredecible y temido. Me desnudé y caminé hacia el agua, sumergiéndome en su frescura. El frío líquido calmaba mis músculos agotados; era una sensación deliciosa y revitalizante.

Cuando me hundí por
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