Ivar, sus hombres y yo habíamos migrado nuevamente, y se suponía que esta sería la última parada antes de regresar a Inglaterra. Con lo que él había obtenido y teniéndome a mí, le sería fácil apoderarse de ese territorio. Ivar se detuvo con sus hombres, y mañana retomaríamos el camino hacia esa última aldea. Pero hoy debíamos dormir bajo las estrellas.— Quiero darme un baño. Y antes de que digas algo, vi un pequeño lago cerca. Me llevarás tú, o me iré sola — le exigí a Ivar.Él me agarró del brazo con una mezcla de irritación y furia, arrastrándome con él. Caminamos un breve trayecto hasta el lago, donde él se quedó esperando, observándome con una intensidad que parecía ocultar más de lo que decía. Ivar era un enigma en sí mismo, siempre reservado y propenso a improvisar, lo que lo hacía impredecible y temido. Me desnudé y caminé hacia el agua, sumergiéndome en su frescura. El frío líquido calmaba mis músculos agotados; era una sensación deliciosa y revitalizante.Cuando me hundí por
Volví a mirar a Ivar, que estaba hablando con un par de hombres. Freidys, que estaba entre ellos, me miró, sonrió con desdén y comenzó a caminar hacia mí. Yo la ignoré deliberadamente, girando la cabeza para no enfrentarla. Se sentó a mi lado con una expresión de autocomplacencia.— Pronto seré la mujer de Ivar, y tú terminarás en un calabozo, rogando por la muerte — me dijo con una calma perturbadora.La miré de reojo y le sonreí levemente. Era tan ingenua. ¿Cómo podía creer en semejante ilusión? Ivar jamás la tomaría en serio; se notaba a leguas que no deseaba una mujer a su lado, y menos a una que no le aportara nada significativo.— Ivar jamás te tomará en serio. Eres nada para él. Pero si crees que serás su mujer, su esposa, está bien. A veces necesitamos algo en qué aferrarnos para llevar esto de la manera más soportable posible — le respondí con frialdad.Sus ojos se endurecieron, y su boca se apretó en una línea tensa. La furia se manifestaba claramente en su expresión. Pero er
Eirik y yo corrimos hasta que los gruñidos y ruidos desaparecieron. Nos detuvimos frente a una cueva; él me apretó la mano con fuerza y me metió dentro.—¿Qué carajo te pasa? ¿Acaso quieres morir? Te grité mientras te sumergías en el agua, te grité tan fuerte que mi garganta se rasgó, pero no te detuviste, y entonces desapareciste en la profundidad del lago. Casi muero, Tiana, al pensar que te perdería —me dijo él.Yo me acerqué y, a tientas, lo toqué. Puse mi mano sobre su pecho; él puso la suya sobre la mía y la apretó fuerte.—No sé cómo explicar lo que me pasa. Ni siquiera sé por qué realmente estoy aquí —le dije con sinceridad.—Tú estás aquí para ser feliz, para ser feliz conmigo. Te amo, Tiana —me dijo.Yo aparté mi mano de la de él. En la oscuridad podía notar el brillo de sus ojos azules.—Creo que soy la malvada, y que al no cumplir con la profecía, he abierto las puertas para otras cosas, y no sé si pueda contra eso —le dije.Caí al suelo y escondí mi rostro entre mis manos
Al morder a Tiana y beber de su sangre, sentí como si todo mi cuerpo se encendiera, un calor abrasador que despertaba algo profundo dentro de mí. Era como si una fuerza desconocida, más poderosa que mi lobo, se liberara en mi interior. Todo esto era extraño. Las visiones, los secretos que rodeaban a Tiana en esta guerra, y ahora su embarazo, eran como piezas de un rompecabezas cruel diseñado para burlarse de mí. ¿Acaso no podía ser feliz? ¿Qué carajo estaba pasando, y por qué teníamos que estar involucrados los dos?Tiana se veía visiblemente afectada por lo que acababa de hacer, y no podía culparla. La culpa se clavaba en mi pecho como una daga, recordando mi estupidez al condenarnos a los tres. Una parte de mí deseaba poder retroceder en el tiempo, deshacer el daño que había causado. Pero era demasiado tarde, lo había jodido, y todo por la desesperación de tenerla cerca.—Necesito irme lejos de ambos —me dijo, sus ojos llenos de lágrimas.Negué con la cabeza de inmediato; no permitir
Recorrimos un enorme tramo hasta llegar a lo alto de una montaña. Todos los hombres y mujeres que estaban allí empezaron a levantar carpas para dormir. Eirik estaba hablando con Hakon, y de tanto en tanto me miraba, como para percatarse de que aún estuviera allí. Miré a un grupo de hombres cerca y me acerqué a ofrecer mi ayuda, pero ellos me dijeron que no, así que no me quedó más remedio que ir a donde estaba Eirik con Hakon.—¿Puedo sentarme? —les pregunté.Eirik me sonrió y asintió con la cabeza. Yo me senté y miré a Hakon, quien me miraba fijamente. Parecía como si estuviera viendo a un extraño animal.—Eres una bruja muy peculiar —me dijo.Yo sonreí un poco. Peculiar era normal, yo era extraña y peligrosa.—Esto que hiciste no se lo he visto hacer a nadie, ni siquiera he escuchado de tal cosa —me dijo.Yo asentí con la cabeza. Eirik pasó su brazo sobre mis hombros y me acercó a él.—Ella es especial, tal cual lo dice la leyenda —comentó Eirik mientras me miraba.Hakon me quedó mi
Los días pasaron de una manera demasiado rápida. Eirik y los otros hombres se veían más relajados, más confiados, y yo… era un lío por dentro. Ellas aún me perturbaban, querían volverme loca, o tal vez mostrarme aquello que yo me negaba a aceptar.—¿Estás bien? —preguntó Eirik sentándose a mi lado en el pasto.Hoy los hombres y mujeres estaban recogiendo todo para volver.—Si te dijera que no soy lo que crees, ¿tú qué harías? —le pregunté.Él acarició mi mejilla y me dio un beso en la frente.—Te amaría igual. No me importa lo que seas, Tiana; lo único que me importa es que eres mi amor, mi vida, y la madre de mi hijo —me dijo.Yo me aparté de él y lo miré. Sus ojos empezaron a volverse de un negro intenso. Me lancé a él y lo abracé con fuerza.—Te amo —le dije.Sus manos subieron y bajaron por mi espalda. Más allá de los hombres que recogían, estaban ellas mirándome con una enorme sonrisa.—Júrame que si en algún momento me convierto en algo que no debería, me asesinarás —le dije.Eir
Hakon no me quitó los ojos de encima en todo el camino, y aunque Eirik quería verse relajado, podía notar lo tenso que estaba, y no era para menos.—¿A dónde vamos? —pregunté mientras caminaba al lado de Eirik.Él volteó a verme.—A casa —me respondió.Yo asentí con la cabeza. Traté de agarrar su mano, pero él la alejó. Yo no dije ni hice nada y solo seguí caminando. Caminamos por horas; las plantas de mis pies ardían, pero no iba a quejarme, ya que todos andábamos en completo silencio.A medida que avanzábamos, Hakon permanecía un par de pasos detrás de nosotros, sus ojos clavados en mí, vigilándome como un lobo vigila a su presa antes de atacar. Seguí caminando hasta que mis piernas fallaron y terminé en el sucio suelo. Traté de levantarme, pero mis piernas estaban entumecidas.Los fuertes brazos de Eirik me levantaron, cargándome; yo me acurruqué en su pecho y enredé mis brazos en su cuello.—Te amo —le susurré.Él no contestó nada y siguió caminando. Su silencio apuñaló mi pecho d
Tres meses han transcurrido, los días pasaron volando. Mi vida ha cambiado significativamente; he dejado de lado aquellos malos pensamientos, aunque admito que en ocasiones me sumo en oscuridad. Pero luego recuerdo que Eirik y mi hijo me necesitan, y vuelvo con más fuerza, decidida a luchar por ellos.Algunos cuentan que Ivar regresó a Inglaterra, lo que trajo tranquilidad a aquellas personas que él, en el pasado, dañó. Aunque todo parece ir bien, no puedo estar tranquila del todo. El miedo de verlo regresar me persigue constantemente.Eirik y yo regresamos a su hogar, un lugar que al principio sentía tan extraño, pero que poco a poco he empezado a considerar como mío. Juntos, de la mano de muchos hombres y mujeres, hemos trabajado para reconstruir lo que Ivar destruyó; piedra a piedra hemos vuelto a darle vida a este lugar. Aunque admito que siempre tengo miedo. Me da pavor volver a ver este lugar en cenizas.Mi vientre ha crecido significativamente en este tiempo, un claro indicio d