Caminé por horas hasta que al fin pude llegar. Me escondí por un momento, ya que lo que estaba frente a mí eran solo ruinas. Todo era un desastre; el humo espeso no me dejaba ver por completo. Algunas casas aún estaban en llamas, cuerpos de un lado a otro, muchos sin vida, y los que quedaban estaban agonizando.Respiré profundo; la rabia y la impotencia me carcomían. Esto era mi culpa. Ahora, estaba sin ella, y no tenía nada.Caminé por el lugar, pero nada era rescatable. Las llamas habían devorado todo; solo quedaban cenizas.—Te estábamos esperando —dijo una voz a mi espalda.Me di la vuelta y era uno de los hombres de Ivar.—Tú morirás hoy —me dijo.Él se sacó la ropa y se transformó en un lobo. Me enseñó los dientes y se lanzó a mí. Me aparté rápidamente y terminó en una pila de cuerpos calcinados.Se levantó y me miró, sus ojos brillantes por la furia. Me transformé; mis huesos crujieron y mi piel ardía mientras me transformaba. Ahora él y yo estábamos en igualdad de condiciones,
Ivar era asqueroso, y no hablo de su físico. Ahora entendía por qué le temían. Ivar era cruel, un ser vil que se satisfacía con el sufrimiento de otros.Esta mañana me habían levantado muy temprano. Según Knut, teníamos que visitar otras aldeas. Yo me negué al principio, pero fui sacada a rastras, quisiera o no. Él tenía el poder en estos momentos.Cuando llegamos a la aldea, un enorme hombre de cabello rubio y mirada feroz nos miró. Ivar se bajó del caballo y caminó hacia él. El hombre lo empujó con fuerza.—No eres bienvenido en mis tierras —le dijo.Ivar volteó a mirarme y, con un gesto de su mano, me ordenó bajar. Knut me ayudó a bajar del caballo y ambos nos acercamos.—Ella es la bruja de la profecía y ahora está conmigo —le dijo.El hombre me miró.—Pensé que vendrías con Eirik —me dijo.Yo traté de decir algo, pero Ivar no me lo permitió.—Eirik está muerto —dijo con mucha confianza.Yo volteé a ver a Knut, pero su expresión no decía nada. Respiré profundo. Yo sabía que él est
Desperté en un hermoso bosque lleno de flores, la brisa fresca golpeaba mi rostro. Caminé por el bosque maravillándome de lo hermoso que era. A lo lejos pude divisar la figura de alguien, así que caminé hacia ella.A medida que avanzaba, la silueta se volvía más nítida, revelando a una mujer de cabellos dorados. Estaba sentada, acariciando a un pequeño cachorro de lobo con un pelaje tan oscuro como el ónix, idéntico al de Eirik. La mujer alzó la vista y, al encontrar mi mirada, me regaló una sonrisa. Era ella, la causante de mis pesadillas.Mis pasos se volvieron más lentos mientras me acercaba y me sentaba frente a ella, sintiendo cómo la atmósfera del bosque se volvía aún más irreal.—Hola —la saludé.Ella sonrió. La miré por un largo tiempo, quería hacerle muchas preguntas, pero no me decidía por cuál hacer primero.—Pregunta lo que quieras —me dijo.Yo me sorprendí, pero asentí con la cabeza.—¿Cómo puedo matarlo? Si él sigue así, masacrará a todos, y si le doy lo que quiere, esto
Ivar me miró de arriba abajo como si yo fuese nada. Era obvio que le molestaba que yo no solo fuera la persona que le ayudaría a conseguir su amuleto. Sus ojos estaban llenos de envidia y de ira; sabía, incluso mejor que yo, que podría llegar a ser mucho más poderosa que él.—No eres nada —me dijo con molestia.—Me estás subestimando, después de presenciar lo que puedo hacer —le contesté.Toda la habitación estalló en murmullos, y eso lo hizo enfurecer aún más. Su rostro se veía rojo, y una vena bastante gruesa se estaba inflando en su frente.—Demuéstralo —me ordenó.Yo dejé expuesta mi garganta. Ivar me miró con el ceño fruncido. Estaba demasiado desconfiado y no era para menos, con lo que le había hecho a ese hombre, hasta yo desconfiaría.—Mi sangre te dará lo que necesitas. ¿Quieres poder? Bébela y lo obtendrás —le dije.Él se acercó con cuidado, me agarró de la parte de atrás de mi cabeza y jaló mi cabello, dejando mi cuello aún más expuesto.—Si mientes, no saldrás viva de aquí,
Ivar me encerró en su habitación. Con lo que había dicho frente a todos ellos, alejarme era suicidio. —Buscaré la manera de revertir esto, o la manera en la que pueda matarte sin que me pase nada a mí —me dijo furioso.Yo me senté en la cama y lo miré. —Puedes hacer lo que se te dé la gana. Tú estás atado a mí, hagas lo que hagas —le dije.Él se acercó a mí y me encaró. —Si no puedo vivir tranquilo, tú tampoco lo harás. Te juro que mataré a cada una de las personas que te importan —me amenazó.—Te recuerdo que puedo matarme en cualquier momento, y si me quitas a las personas que me importan, no me quedará nada. Lo haré más rápido, pero me aseguraré de que esa muerte sea lenta y dolorosa para que agonices conmigo —le dije.Él se apartó y empezó a lanzar las cosas que estaban a su alrededor al suelo. Estaba fuera de sí. Todo lo que había deseado se había convertido en nada. Sí, tenía poder, pero a un costo muy grande. —Me pregunto si en esa profecía de la que hablan no dicen algo sobre
Ivar me lanzó a la cama y se subió sobre mí. Intenté apartarlo, pero el bastardo era fuerte. Apreté su cuello para alejarlo, pero solo se rió.—Eres como un gatito —me dijo.Odiaba con toda mi alma a este tipo.—Bájate, desgraciado —le ordené.Él abrió mis piernas con fuerza, subiendo la falda de mi vestido y dejando expuesto mi coño. Mi corazón se aceleró de inmediato; yo moriría de asco si él me follara.—Deberías ser más complaciente; estaremos juntos toda la vida —me dijo mientras lamía mi cuello.Grité con desesperación, pero parecía que a él le ponían más mis gritos.—Suéltame o te juro que te mataré —le dije.Él se detuvo de inmediato y me miró a los ojos. Sus ojos eran tan diferentes a los de Eirik; los ojos de Ivar estaban vacíos, no transmitían nada, en cambio los de Eirik transmitían calidez.—Si muero, morirás —me dijo.Yo lo empujé y él terminó en el suelo.—Sé que eres la luna de mi hermano. Cuando él muera, tú serás solo mía —me dijo.Jamás seré de él; el día que eso pa
Me senté en la cama, mirando fijamente la puerta; mi corazón me gritaba que corriera a buscarlo, mi cuerpo necesitaba con urgencia el suyo, pero la razón no me lo permitía. Yo me había metido en este enorme problema, y conmigo terminaría. No podía simplemente lanzarlo a la hoguera; no era justo para él, y mucho menos para nuestro hijo.La puerta se abrió, entrando un Ivar furioso. Se detuvo en la mitad de la habitación, cerró los ojos y respiró profundo.—Estuvo aquí —dijo.Abrió los ojos y me miró. Yo aparté la mirada de él. Podía sentir cuán furioso estaba, y era atemorizante. Ivar me había dejado en claro que era una persona volátil, y un episodio de furia mandaría al carajo cualquier cosa, incluso su vida.—No sé de lo que hablas —le dije.Él sonrió un poco.—Puedo olerlo, incluso puedo olerlo sobre ti —me dijo.Yo me acomodé en la cama y lo ignoré; de mi boca no saldría nada. Ni aunque me torturara.—Mis hombres lo están buscando. No lo mataré, pero lo torturaré todos los días; t
Los días pasaron, y nosotros seguimos recorriendo aldea por aldea; Ivar estaba dispuesto a gobernar todo este territorio, y por cómo iban las cosas, muy pronto lograría su cometido.Después de esa pelea, él se alejó un poco de mí, lo cual agradecí en el alma; su sola presencia me daba asco, y siendo sincera, un poco de miedo también.Miré a Knut que estaba dentro de la habitación en la cual me encontraba. Él se había convertido en la mano derecha de Ivar, algo que no me sorprendía en lo más mínimo. Él era el único que podía estar cerca de mí; si alguien más intentaba acercarse, sería asesinado, una orden de Ivar.—Quiero salir un rato, necesito un poco de sol —le dije.Knut negó con la cabeza de inmediato. Sabía que sería un poco difícil convencerlo, pero yo siempre he sido persistente.—Sabes que Ivar te tiene prohibido salir, así que duérmete —me dijo.Yo puse los ojos en blanco. Él era un pesado, y yo estaba aburrida a morir.—Solo será un rato, si quieres puedes amarrarme —le dije