Esta vez, Eirik sí se quedó conmigo. Él y yo estábamos tumbados en la cama, yo estaba lo más alejada que podía de él, dándole la espalda.—Quiero comerte —me dijo.Yo volteé a verlo. Él llevó su mano a mi cintura y me acercó lo suficiente como para sentir su calor. Su mano bajó lentamente por la curva de mi cintura hasta mi trasero.—¿Por qué dices que soy tuya? —le pregunté.Él me acercó aún más.—Eres mi luna, mi compañera, tenemos un vínculo, y sé que tú también lo sientes —me dijo.Yo no sabía qué responder a eso, ya que no sabía mucho sobre el tema, pero sí había sentido esa conexión de la que él hablaba. La sentía cada que él estaba cerca, como ahora. Quería lanzarme a él, olvidarme de todo lo que pasaría si yo cediera de la manera que él deseaba, entregarme a este cruel hombre que ahora me miraba como si yo fuese lo más hermoso del universo.—Dime que me deseas tanto como yo —me pidió.Levanté mi mano y acaricié su mejilla. Sí, lo deseaba con el alma, pero estar con él de la man
Me tiré en la cama y miré al techo. Si salía corriendo, ellos me atraparían de inmediato, aunque si... Me levanté de la cama y corrí a la puerta. Después empecé a toser con brusquedad. La puerta se abrió de inmediato, dándome un buen golpe en la cara. Caí al suelo y empecé a llorar por el dolor que estaba sintiendo.— ¿Estás bien? —me preguntó Eirik, visiblemente preocupado.Levanté la vista de inmediato. Era Eirik quien estaba allí, parecía muy preocupado. Así que lloré más fuerte.— Me duele mucho —le dije dramáticamente.Él me ayudó a levantarme y me sentó en la cama. Inspeccionó mi rostro y después acarició con cuidado mi mejilla.— ¿Qué haces aquí? Pensé que te irías —le pregunté.Él me miró y respiró profundamente.— Tengo miedo de dejarte sola y encontrarme con la sorpresa de que ya no estás, así que decidí llevarte conmigo —me explicó.Abrí ligeramente la boca y luego me levanté de la cama, alejándome de él.— No. Tú debes irte, yo me portaré muy bien —le dije.Él empezó a reír
Eirik y yo volvimos al lugar donde estaba el caballo. Allí en el suelo, él tiró un pedazo de piel. Yo puse los ojos en blanco, pero no comenté nada.— ¿No te da miedo que alguien venga por nosotros? — le pregunté.Él me miró y se encogió de hombros, se veía bastante despreocupado.— Que lo intenten, dudo mucho que puedan conmigo — me dijo.Yo me acerqué a él y lo empujé, él me miró con el ceño fruncido.— ¿Alguna vez te han dicho lo problemática que eres? — me preguntó.Yo asentí con la cabeza, recordando los dolores de cabeza que le di a mis padres y a mi madrastra.— Estoy aquí por ser problemática. Me embriagué y conduje un coche, casi me mato — le dije sonriendo.— Estás loca — me dijo.Me tiré sobre la piel e iré a Eirik.— Vengo del tiempo donde ustedes no existen, de hecho, son solo un mito, ni hablar de las brujas — le dije riendo.Él se sentó a mi lado y me observó.— Háblame de eso — me pidió.Yo me acomodé y asentí. Empecé a hablar sobre mi mundo, sobre las costumbres que t
La noche llegó, y con ella el frío. Estaba tiritando, ¿cómo era posible que él durmiera tan plácidamente con este frío tan horrible? Lo miré y me llené de ira. Era injusto todo esto.Lo empujé y él se quejó; sus ojos se abrieron y me miraron. Sus ojos azules se veían brillantes, parecían dos estrellas.—Tengo frío —le dije.Él se dio media vuelta, ignorándome por completo. Yo le di un golpe en el hombro y él volteó a verme.—Deja de molestarme —me dijo.Me senté y le puse cara de perrito mojado. Él se dio la vuelta por completo, me agarró de la mano y me atrajo hacia él. Yo me estrellé contra su pecho. Eirik era muy cálido, pero no tanto como para quitarme el frío tan horrible que recorría por completo mi cuerpo.—Deberías hacer una fogata —le sugerí.Eirik se dio la vuelta conmigo en brazos, quedando sobre mi cuerpo.—Me estás asfixiando, deja de molestarme y bájate —le ordené.Él no se movió ni un centímetro.—¡Apártate de mí ya! —le grité.Él se bajó y volvió a darme la espalda.—N
El cuerpo de Eirik se veía rojo por las quemaduras. Él estaba dormido, parecía muerto. Lo único que me tranquilizaba era ver su pecho subir y bajar. Me acerqué a él y lo toqué; estaba ardiendo en fiebre. ¿Qué carajo había pasado en realidad en ese lugar? Los recuerdos que tenía eran bastante borrosos.— Por favor, despierta —le pedí.Estábamos demasiado lejos como para ir y pedir ayuda, y tampoco lo podía dejar aquí así; él estaba mal y todo era culpa mía. Empecé a llorar mientras lo miraba tendido en el suelo, viéndose tan frágil. ¿Cómo era posible que un hombre de casi dos metros pudiera verse frágil?— Yo no sé qué hacer, se supone que eres mi guía, por favor despierta —le supliqué.Pero él no movió ni un músculo. Me levanté y empecé a caminar de un lado a otro. Si él moría aquí, todo acabaría, pero yo no deseaba que muriera, no lo soportaría. Me detuve en seco y volví a mirarlo. De algo me iban a servir las clases que me dio aquella anciana el tiempo que estuve con ella. Iba a bus
Me metieron en una oscura habitación y me lanzaron al suelo. El dolor de cabeza que sentía era horrendo. Gateé un poco para alejarme de las personas que estaban hablando, pero alguien me agarró del tobillo y me jaló con brusquedad. Mi barbilla se estrelló contra el suelo.—Por favor, ya—supliqué entre lágrimas.Las carcajadas llenaron la habitación. Yo me acurruqué y me quedé quieta.—¿Es verdad que follabas con mi hermano?—preguntó esa tenebrosa voz.No contesté nada hasta que me dieron la vuelta y abrieron mis piernas con brusquedad. Traté de alejarlo, pero mis manos no tenían la fuerza suficiente para hacerlo. Me sentía demasiado débil y mareada.—¿Eres su puta? ¿Ibas a ayudarlo a él, no?—me preguntó.Respiré profundamente, tratando de calmarme, pero el dolor que sentía mezclado con el miedo no me dejaban.—¡Responde!—gritó.Yo lloré aún más. Estaba muerta de miedo.—Te follaré también—me dijo.Sus manos empezaron a subir por mis muslos. Traté de cerrar las piernas, pero estas fuer
Caminé por horas hasta que al fin pude llegar. Me escondí por un momento, ya que lo que estaba frente a mí eran solo ruinas. Todo era un desastre; el humo espeso no me dejaba ver por completo. Algunas casas aún estaban en llamas, cuerpos de un lado a otro, muchos sin vida, y los que quedaban estaban agonizando.Respiré profundo; la rabia y la impotencia me carcomían. Esto era mi culpa. Ahora, estaba sin ella, y no tenía nada.Caminé por el lugar, pero nada era rescatable. Las llamas habían devorado todo; solo quedaban cenizas.—Te estábamos esperando —dijo una voz a mi espalda.Me di la vuelta y era uno de los hombres de Ivar.—Tú morirás hoy —me dijo.Él se sacó la ropa y se transformó en un lobo. Me enseñó los dientes y se lanzó a mí. Me aparté rápidamente y terminó en una pila de cuerpos calcinados.Se levantó y me miró, sus ojos brillantes por la furia. Me transformé; mis huesos crujieron y mi piel ardía mientras me transformaba. Ahora él y yo estábamos en igualdad de condiciones,
Ivar era asqueroso, y no hablo de su físico. Ahora entendía por qué le temían. Ivar era cruel, un ser vil que se satisfacía con el sufrimiento de otros.Esta mañana me habían levantado muy temprano. Según Knut, teníamos que visitar otras aldeas. Yo me negué al principio, pero fui sacada a rastras, quisiera o no. Él tenía el poder en estos momentos.Cuando llegamos a la aldea, un enorme hombre de cabello rubio y mirada feroz nos miró. Ivar se bajó del caballo y caminó hacia él. El hombre lo empujó con fuerza.—No eres bienvenido en mis tierras —le dijo.Ivar volteó a mirarme y, con un gesto de su mano, me ordenó bajar. Knut me ayudó a bajar del caballo y ambos nos acercamos.—Ella es la bruja de la profecía y ahora está conmigo —le dijo.El hombre me miró.—Pensé que vendrías con Eirik —me dijo.Yo traté de decir algo, pero Ivar no me lo permitió.—Eirik está muerto —dijo con mucha confianza.Yo volteé a ver a Knut, pero su expresión no decía nada. Respiré profundo. Yo sabía que él est