Me quedé allí, sobre él, con la respiración entrecortada. Sus manos subían y bajaban por mi espalda desnuda. Levanté un poco mi cabeza y lo miré; su expresión estaba en blanco, y yo deseaba poder leer su mente en esos momentos.— ¿En qué piensas? —le pregunté.Él me miró.— Necesito el amuleto —me dijo.Me senté sobre su abdomen y lo miré.— Lo siento, pero no puedo ayudarte —le dije.Me bajé de él y me levanté. Tomé el pedazo de tela que estaba tirada en el suelo e intenté ponérmela, pero estaba demasiado dañada.— ¿Por qué? —me preguntó él.Me volví para mirarlo.— Porque no sé cómo hacerlo, así que por favor, deja de molestarme —le pedí.Salí del lugar medio desnuda, necesitaba pensar con frialdad todo lo que había hecho.— Creo que Eirik no trajo a una bruja, trajo a una zorra —dijo esa voz chillona y desagradable.Me di la vuelta y la miré.— Déjame en paz, ya estoy cansada de ti —le dije con mal humor.Ella se acercó a mí pero se alejó de inmediato. Y vi por qué. Eirik se estaba
Salí del lugar dando tumbos. Si buscaba a Eirik, no sabría a ciencia cierta lo que me pasaría. Yo había matado a uno de sus hombres, y aunque fue en defensa propia, no estaba segura de cómo iban a reaccionar. Mis pasos eran torpes y vacilantes, pero entre más caminaba, más me acercaba al enorme bosque que se extendía ante mí.Mientras avanzaba entre la maleza, las lágrimas salían de mis ojos nublando mi vista. Yo había asesinado a un hombre. Me tiré al suelo y lloré.—Perdón —le dije a la nada.Sorbiendo mi nariz, volví a levantarme. Tenía que aprovechar la ventaja que tenía. Si alguien lo veía allí, irían a por mí de inmediato. Corrí al oscuro bosque; tenía que perderme en él lo antes posible. La adrenalina recorría mi cuerpo dándome fuerza para continuar.Me detuve en seco cuando escuché el crujir de una rama. Tragué en seco, esperando lo peor. Ellos estaban buscándome y iban a matarme. Corrí, corrí lo más que pude. Sentía cómo mis pies se lastimaban, pero eso me hacía querer correr
Las mujeres allí se presentaron, todas eran brujas, obligadas a esconderse. Los lobos, les habían dado caza, buscando a la bruja que les pudiera dar el dichoso amuleto. La anciana se acercó a mí y tomó mis manos en las suyas ya arrugadas, luego me miró a los ojos. — Debemos cuidarte, o todo a nuestro alrededor arderá — me dijo la anciana. — Sé que soy el amuleto, ¿pero cómo se supone que ellos lo conseguirán? — le pregunté. — Hace miles de años, una de nosotras se enamoró de uno de ellos. Él la utilizó para sus propios fines, la envolvió en sus mentiras y ella, cegada por el amor, le ofreció su sangre. Él la tomó sin saber que al hacerlo, sus vidas estarían entrelazadas para siempre. Él obtuvo todo el poder, se cegó y buscaba cada vez más, convirtiéndose en un ser cruel. Cuando ella comprendió su error, se sacrificó lanzándose a un acantilado y acabando así con el. Tú sangre es la clave, y ellos te quieren para hacer el mal — me dijo ella con expresión seria. — tu eres el antídoto,
Los días pasaron y con ellos la incertidumbre de lo que pasaría si ellos me encontraban. Aquí había aprendido muchas cosas, aunque me faltaba aprender muchas más.—Hoy haremos el ritual para que te encuentres con tus vidas pasadas —me dijo la anciana. Yo asentí con la cabeza. Según ellas, al hacerlo, mis sentidos se abrirían y podría comprender mejor mi destino.Las otras brujas me prepararon como la anciana lo había pedido. Me vestí con una túnica blanca y fui llevada hasta un lago en la mitad del bosque. La luna llena brillaba con intensidad sobre todas nosotras. La anciana y las otras mujeres del clan formaron un círculo a mi alrededor, murmurando palabras en un idioma antiguo.Sentí un leve temblor en todo mi cuerpo mientras la anciana comenzaba a levantar la voz y las otras la seguían. Su voz era hipnótica, arrastrándome hacia un estado de calma profunda. Cerré los ojos y dejé que su canto me envolviera. Poco a poco, el murmullo se convirtió en un rugido distante y sentí como si
Semanas después.Aún no daba con el paradero de Tiana, y eso me tenía muy nervioso. Yo la necesitaba a mi lado, era casi como si me faltara el aire.—Eirik —me llamó uno de mis hombres.Dejé de lado los pensamientos hacia ella y volteé.—Varios barcos se acercan —me dijo.Yo asentí con la cabeza. Esto era algo que esperaba, Ivar no se iba a dar por vencido tan fácil, pero no le daré lo que es mío.—Los mataremos a todos, teñiré el mar de rojo con la sangre de todos ellos —le dije.Él asintió y se fue. Yo sabía que Ivar no estaba entre ellos, él era demasiado cobarde como para ponerse en peligro.Leif entró y me quedó mirando.—Los hombres están listos, te estamos esperando —me dijo.Yo le sonreí y asentí con la cabeza.—Ninguno de ellos volverá, de eso me encargaré personalmente yo —le dije con una sonrisa.Ivar aprendería una gran lección hoy. Salí con Leif para encontrarme con los demás, ellos ya estaban listos, y yo lo estaba aún más. Si Ivar la quería, tenía que pisar mis tierras,
Estaba sumida en una depresión horrible después de ver mi vida anterior; las memorias de ella junto a ese hombre no cesaban. Cada noche soñaba con él, con esos ojos azules que se volvían negros y me devoraban sin piedad. La veía a ella en un rincón llorando y culpándose por el monstruo que había creado. La anciana llamada Beth me acompañaba a todos lados y trataba de enseñarme algunas cosas que podrían ser de utilidad en caso de ser secuestrada por él, pero eso no me interesaba; yo solo quería huir de aquí.Ella y yo estábamos caminando por el bosque, buscando algunas hierbas para hacer algún tipo de brebaje, ya que una de las mujeres estaba enferma.—Si muero ahora, todo acabará —le dije a la anciana. Ella volteó a verme de inmediato.—Si mueres ahora, todas lo haremos. Si él no consiguió lo que quería contigo, lo buscará en alguien más, y al no encontrarlo, nos matará a todas —me dijo.Con cada palabra que salía de su boca, el peso en mis hombros se hacía mucho más grande.—No sé qu
Cuando llegamos, los hombres allí me miraron, pero esta vez no eran miradas curiosas como aquella vez; estas miradas estaban cargadas de rencor.—Nadie te hará nada —dijo Eirik, como si hubiera leído mis pensamientos.Él se bajó del caballo y me ayudó a bajar. Yo miré de un lado a otro y todos tenían esa misma mirada.—Me van a matar en la primera oportunidad que tengan —le dije.Eirik agarró mi mano y me arrastró con él. Yo me dejé llevar sin decir nada. Entramos a una enorme habitación donde había varios hombres, y entre ellos estaba Freidys, que me miraba con tanto odio.—Voy a matarte por lo que le hiciste a mi padre —gruñó ella.Yo tragué en seco. Estaba cada vez más hundida en esto.—Defiéndete —me dijo Eirik.Yo miré a todos los hombres allí — él iba a abusar de mí, solo me defendí —les dije.Freidys se levantó del asiento y corrió hacia mí, tumbándome al suelo. Su cuerpo estaba sobre el mío y sus manos rodeaban mi cuello, apretando con fuerza. Ella fue alejada de mí por Eirik,
Eirik no regresó a la habitación, y eso de alguna manera me tranquilizó un poco. Si él estaba a mi alrededor, yo no iba a poder resistirme mucho tiempo a su toque. Aunque luchara con todas mis fuerzas, sabía que tarde o temprano iba a ceder.A la mañana siguiente me desperté con el ruido de gruesas voces. Salté de la cama rápidamente y me acerqué a la puerta. La abrí con cautela y salí. Caminé siguiendo las voces hasta que llegué a una habitación. La puerta estaba entreabierta, así que pude mirar sin problemas. Allí había dos hombres atados con gruesas cadenas; ambos se veían muy lastimados.—No deberías estar aquí.El aliento de la persona detrás mío se estrelló en mi cuello. Tragué en seco y me giré lentamente. Un par de feroces ojos grises me estaban mirando.—Ya me iba —le dije.Traté de huir, pero él me agarró del brazo y lo impidió.—Soy Knut, el hijo del hombre que asesinaste —me dijo.Las piernas empezaron a temblarme. Sabía que me iban a hacer daño.—Solo me defendí —le dije.