Nos detuvimos y todos los hombres allí comenzaron a desempacar algunas cosas. Miré a Eirik esperando algún signo de preocupación por mi bienestar, pero me ignoró por completo. Para este momento, ya no tenía las manos atadas. De hecho, le daba igual si salía corriendo; era consciente de que moriría si trataba de escapar.
— Tengo hambre — le dije con mal genio.
Él volteó a verme y se encogió de hombros.
— Está en ti comer o no lo que se te dará — me dijo como si nada.
Me acerqué a él y pasé mi mano por su pecho, mirándolo a los ojos y batiendo mis pestañas.
— Tengo hambre, Eirik, mucha hambre — repetí, intentando un tono más seductor.
El sonrió de medio lado, para volverse a encoger de hombros.
— O comes lo que se te da o te mueres de hambre — respondió de nuevo, sin inmutarse.
Me senté y miré hacia otro lado. Era obvio que en este lugar mis exigencias no serían escuchadas, y si seguía así, iba a morir de inanición. Así que, con todo el dolor en mi alma, tenía que ceder, al menos hasta que pudiera averiguar cómo salir de aquí, de este cuerpo.
Después de más o menos una hora, Eirik se acercó a mí con un cuenco en la mano. Lo tomé y, para mi sorpresa, dentro había algunas frutas picadas. Lo miré con una sonrisa, pero él desvió la mirada.
— Gracias, es lindo esto que has hecho por mí — le dije.
Él se sentó a mi lado.
— Tengo que cuidarte. Sin ti no podré lograr lo que quiero, así que come bien, que pronto te necesitaré —me dijo.
Lo miré con desagrado de inmediato. Me sentí como un cerdo al que se engorda para después venderlo.
— ¿Creíste que estaba siendo gentil contigo por gusto? — preguntó, y empezó a reír.
Dejé de mirarlo y comencé a comer mi fruta. No iba a alterarme con él, al menos no en esta ocasión; ahora iba a disfrutar de mi comida en paz.
Cuando llegó la noche, ellos empezaron a acostarse. Yo me hice a un lado para hacer lo mismo, pero Eirik se sentó a mi lado. Lo volteé a ver y lo empujé. No dormiría con el ni de broma. El hombre me caía mal, demasiado mal para mi gusto.
— Duerme por allá — le dije, señalando el lugar libre.
Él se acostó a mi lado y, de un tirón, me hizo caer sobre su pecho. Yo trate de alejarme, pero el me sostuvo con fuerza entre sus brazos.
— O duermes conmigo o duermes con Olaf — me dijo. O mas bien me amenazo.
Respiré profundamente y me quedé allí, entre sus brazos. No quería perder otra noche por los ronquidos bárbaros de ese hombre.
— Apuesto a que es la primera vez que duermes con un verdadero hombre — me dijo.
Levanté la vista y lo miré, luego reí un poco.
— Créeme, he estado con muchos mejores que tú — le dije.
Él arrugó el entrecejo.
— No hueles a nadie, eres una mentirosa — me dijo.
Yo arrugue el entrecejo un poco. Sin comprender lo que me había tratado de decir. hasta que lo hice y le sonreí con malicia.
—Tal vez este cuerpo no, pero yo sí que tengo experiencia —le respondí.
Él apartó la vista de la mía y cerró los ojos. Yo me acurruqué más a su cuerpo, ya que este emanaba calor, y la noche estaba muy fría. Poco a poco fui quedándome dormida, hasta que estuve entre los suaves brazos de Morfeo.
Abrí los ojos lentamente por los rayos del sol. Lo primero que vi al abrirlos fueron los intensos ojos azules de Eirik. Él me sonrió, agarró mi barbilla y acercó mi rostro al de él. Me besó de repente, y yo envolví mis brazos en su cuello, devolviéndole el beso con pasión. Admito que el olor de este hombre me estaba volviendo loca, había algo en él que me atraía como un imán. Las manos de Eirik se deslizaron hasta mi trasero, apretándolo con fuerza. Me separé un poco de él y me subí en su estómago, para luego ser empujada hasta su muy abultada polla. Él agarró mi cadera y empezó a mecerla de adelante hacia atrás. Cerré los ojos por un momento, disfrutando de la sensación de esta cercanía. Deseaba sentirlo dentro de mí.
— ¡Corre! — gritó una voz femenina llena de terror.
Abrí los ojos de golpe, y una flecha venía directo a mí, impactando en mi corazón. Me quedé en shock, toqué la flecha con mi mano y miré hacia abajo. Eirik me estaba mirando, con los ojos más negros que había visto en mi vida.
— Tú, eres mi amuleto — me dijo con una sonrisa siniestra. Se levantó, abriendo su boca y mostrando sus afilados dientes. Yo me quedé quieta, en su espera. Levanté mi garganta y dejé que él la desgarrara por completo. Sonreí complacida por lo que estaba haciendo, esto era lo que necesitaba.
— Corre... — dijo ya una voz conocida. Volteé a ver de dónde provenía, y allí de pie mirándome estaba yo, con la garganta destrozada.
Abrí los ojos de golpe, y en mi desesperación, golpeé lo que sea que me estaba abrazando. Me alejé lo más que pude y empecé a temblar.
— ¿Qué carajo te pasa? ¡Me golpeaste! — me acusó Eirik.
Yo lo quedé mirando, para después mirar a mi alrededor. Algunos de los hombres me estaban observando, mientras otros estaban aún dormidos. Volví a mirar a Eirik y este tenía los ojos azules. Respiré profundamente; eso había sido una horrible pesadilla. Una que espero no volver a repetir.
— ¿Estás bien? — me preguntó, tratando de acercarse, pero yo lo empujé lejos.
— Aléjate de mí — le dije.
Sabía que había sido una pesadilla, pero era demasiado macabra. Yo me había dejado hacer tales cosas, yo... se lo permití.
Yo no podía apartar la vista de Eirik, eso que había soñado aún estaba muy presente, fue tan extraño. Él volteó a verme y se acercó a mí. Yo intenté alejarme, pero él me detuvo sosteniendo mi brazo con fuerza.— ¿Estás bien? — me preguntó.— Sí, solo quiero darme un baño — le mentí.Él asintió con la cabeza y empezó a arrastrarme con él. Me resistí lo más que pude, pero era inútil; Eirik era enorme y podía pesar tres veces más que yo.— Cerca hay un riachuelo, creo que te gustará — me dijo.Yo me dejé llevar, pero siempre alerta. Si él trataba de hacerme algo, yo me defendería, no me importaba si en el proceso moría. Llegamos al riachuelo y él me soltó.— Báñate rápido, hoy tenemos que llegar a los barcos — me dijo.Yo me volví para verle inmediatamente.— ¿Barcos? — pregunté.Él asintió con la cabeza.— Pensé que tu casa quedaba aquí — le dije.Él sonrió y negó con la cabeza.— Mi casa jamás será esta tierra, aunque espero gobernarla — me respondió.Yo no estaba entendiendo nada.— ¿
Mi corazón estaba latiendo demasiado rápido, la noticia de que nos estaban vigilando era aterradora, yo no deseaba ayudar a ninguno de los dos bandos, aunque tampoco sabría cómo hacerlo. Eirik dejó de caminar y empezó a mirar de un lado a otro.—No quiero morir y menos por tu culpa, ahora sácame de este lugar —le dije. Él me miró, su expresión seria. —No morirás, al menos no el día de hoy. — me dijo para tranuilizarme.El bosque alrededor de nosotros parecía cobrar vida con cada sombra y sonido. Podía sentir los ojos invisibles observándonos, esperando el momento perfecto para atacar. Mi piel se erizó y la sensación de peligro se intensificó.—¿Qué hacemos ahora? —pregunté, tratando de mantener mi voz firme.—No te preocupes, yo te protegeré —me dijo él con voz calmada.Yo volteé a verlo, quería decir algún comentario mordaz, pero este no era el momento.—¿Y si gritamos para que tus hombres vengan a rescatarnos? —le sugerí.Él me miró como si yo hubiese dicho la cosa más estúpida del
Llegamos a la orilla, varios hombres se acercaron a nosotros, mirándome con curiosidad. Eirik me bajó y empezó a hablar con los hombres allí presentes. Hasta hace un momento, no lo veía como un líder, pero verlo así con todos esos hombres, era obvio que el tipo era… poderoso.—Tiana, ven, tenemos que subir —me dijo Eirik.Yo negué con la cabeza. No quería irme, no sabía lo que realmente me esperaba en ese lugar.—Tenemos que irnos ya, o seremos emboscados —me dijo.Yo volví a negar con la cabeza. Me iba a resistir lo más que pudiera, tal vez se aburra y me deje aquí.—Si me acerco, te juro que te lanzaré al barco y me va a importar muy poco si te partes algún hueso —me amenazó.Yo me encogí de hombros. Los hombres a su alrededor empezaron a reír y a murmurar.—Me estás poniendo en ridículo frente a mis hombres —me dijo.Yo volví a encogerme de hombros. Él empezó a caminar hacia mí y yo corrí. Sí, corrí. Como una estúpida, siendo atrapada por él al instante.—Deja de cabrearme, y esto,
Apenas entramos a mi casa, llevé a Tiana a mi habitación. Si ella creía que iba a dormir en otro lado, estaba completamente equivocada. Yo quería tenerla cerca, tocarla en las noches y beber de ella cuando se me diera la gana.— No dormiré contigo — me dijo ella al entrar a mi habitación. — Así que ve quitando de tu enorme cabeza que algo podría pasar entre tú y yo.— Sí va a pasar, y muchas veces — le dije.La cargué y la llevé a mi cama, la deposité con cuidado. Abrí sus piernas, subiendo con lentitud la falda de su vestido. Me instalé entre ellas y observé su rostro con atención.— Creo que hemos perdido el tiempo por mucho tiempo, ¿no lo crees? — le pregunté. — Es momento de recuperar todo ese tiempo perdido.Subí más la falda de su vestido, dejando al descubierto su monte de Venus. El olor a sexo que desprendía de su cuerpo era abrumador.— Si me tocas, te corto las manos — me amenazó.Yo llevé mi mano a su coño, pasando mis dedos por la hendidura. Metí uno dentro y la jugosidad d
Los hombres en la habitación me miraron apenas entré. Todos tenían preguntas que hacerme, y yo no estaba seguro de poder contestarlas.—¿Es ella? —preguntó uno.Asentí con la cabeza.—¿Cuándo te dará el amuleto? El tiempo pasa, Ivar se vuelve cada vez más fuerte. Los sajones vendrán y nos matarán a todos —me dijo.Todos allí reunidos asintieron con la cabeza. Yo estaba en una enorme encrucijada. No podía obligarla a darme lo que quería.—Pronto lo obtendré —respondí.Uno de ellos se levantó y se acercó a mí.—Necesitamos con urgencia derrotar a Ivar y vengar a tu padre —me dijo.La sala estalló en murmullos.—Necesitamos que soluciones esto ya —dijo uno con furia.Salí de la sala, sintiendo el peso de sus miradas en mi espalda. Caminé hacia donde ella estaba. Tiana me miró.—Necesito que me entregues el amuleto —le dije.Ella se rió un poco.—No sé cómo dártelo, ya te dije que has traído a la mujer equivocada —me dijo.Me acerqué con rapidez y la agarré de los hombros con fuerza.—No q
Freidys entró a la habitación y me quedó mirando. Caminé hacia ella para sacarla, pero se movió rápidamente a otro lugar.—Se supone que nos casaríamos —dijo.Me reí un poco. Mi padre era el que quería tal cosa; yo jamás acepté, pero ella y su familia estaban seguros de nuestra unión.—El que folláramos un par de veces no quiere decir que haya aceptado, así que no me molestes, tengo cosas más importantes en las que pensar —le respondí.—¿En ella? Te gusta, lo veo en tu mirada —dijo.Si, me gustaba, pero decirlo en voz alta seria muy peligroso para ella, aunque quedarse conmigo también lo seria. Se supone que haría cualquier cosa por conseguir el amuleto, pero ahora no si se sea capaz de ser cruel con ella.—Si me gusta o no, no es de tu incumbencia —le respondí molesto.Ella abrió la boca ligeramente para después reír con amargura.—No puedo creer lo que dices. Todos confiamos en ti, todos dependemos de ti, y tú no has hecho nada para conseguir lo que necesitamos —me reclamó.Era cons
Me quedé allí, sobre él, con la respiración entrecortada. Sus manos subían y bajaban por mi espalda desnuda. Levanté un poco mi cabeza y lo miré; su expresión estaba en blanco, y yo deseaba poder leer su mente en esos momentos.— ¿En qué piensas? —le pregunté.Él me miró.— Necesito el amuleto —me dijo.Me senté sobre su abdomen y lo miré.— Lo siento, pero no puedo ayudarte —le dije.Me bajé de él y me levanté. Tomé el pedazo de tela que estaba tirada en el suelo e intenté ponérmela, pero estaba demasiado dañada.— ¿Por qué? —me preguntó él.Me volví para mirarlo.— Porque no sé cómo hacerlo, así que por favor, deja de molestarme —le pedí.Salí del lugar medio desnuda, necesitaba pensar con frialdad todo lo que había hecho.— Creo que Eirik no trajo a una bruja, trajo a una zorra —dijo esa voz chillona y desagradable.Me di la vuelta y la miré.— Déjame en paz, ya estoy cansada de ti —le dije con mal humor.Ella se acercó a mí pero se alejó de inmediato. Y vi por qué. Eirik se estaba
Salí del lugar dando tumbos. Si buscaba a Eirik, no sabría a ciencia cierta lo que me pasaría. Yo había matado a uno de sus hombres, y aunque fue en defensa propia, no estaba segura de cómo iban a reaccionar. Mis pasos eran torpes y vacilantes, pero entre más caminaba, más me acercaba al enorme bosque que se extendía ante mí.Mientras avanzaba entre la maleza, las lágrimas salían de mis ojos nublando mi vista. Yo había asesinado a un hombre. Me tiré al suelo y lloré.—Perdón —le dije a la nada.Sorbiendo mi nariz, volví a levantarme. Tenía que aprovechar la ventaja que tenía. Si alguien lo veía allí, irían a por mí de inmediato. Corrí al oscuro bosque; tenía que perderme en él lo antes posible. La adrenalina recorría mi cuerpo dándome fuerza para continuar.Me detuve en seco cuando escuché el crujir de una rama. Tragué en seco, esperando lo peor. Ellos estaban buscándome y iban a matarme. Corrí, corrí lo más que pude. Sentía cómo mis pies se lastimaban, pero eso me hacía querer correr