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A cinco días de volver a ser noche de luna llena, los muchachos notaban cómo sus nervios se iban acrecentando.

El doctor preparó la dosis que Daniel debía inyectarle a Martín y otra más con aquel gen que había extraído y que aseguraba la inmortalidad sin dolor, pero, esta última, la metió en la cámara frigorífica.

Milita estaba especialmente nerviosa con la transformación. Temía que durante la misma tratara de hacer daño a su propio bebé. Pablo la tranquilizaba diciéndola que la madre de Efrén había pasado todo su embarazo siendo una transformada sin que hubiese habido ningún problema durante las transformaciones.

—Sabes que te tendré controlada, Milita, no debes temer nada.

A aquellas alturas, Pablo ya ni siquiera le había preguntado por la decisión que ella quería tomar respecto a a

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