CAPÍTULO 86

—¿Por qué tan callado? —Sanem entró a la sala donde estaba Naim, mientras él se tomaba un trago.

Sus ojos estaban cerrados, recostado al respaldar del sofá, pero cuando ella entró, giró la cabeza para sonreír al verla.

—Tienes los ojos hinchados.

—¿Te parece poco? —Naim se sentó derecho colocando el trago en la mesa y juntó las manos.

—Por supuesto que no. Mi padre también ha fallecido. Pero sé manejar mis emociones, algo que tú debes aprender.

Sanem sonrió de ironía mientras negó.

—Es el colmo, Naim. ¿Quién eres?

Naim tomó el aliento y luego palmeó el asiento a su lado.

—Ven…

Sanem estada detenida cruzada de brazos, vio su palma en el sofá, y pasó un trago.

Ella dio los pasos un tanto insegura, ahora mismo no sabía dónde refugiar su inconformidad y dolor con todo, así que resultó sentándose a su lado.

Ambos se quedaron en silencio por un tiempo, pero Naim lo interrumpió cuando le dio de su bebida a Sanem.

—¿Qué crees? He estado intentando ayudar a Kereem con el contraataque que ni si
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