CAPÍTULO 93

Kereem volvió a abrazar a su hermana y cerró los ojos, colocando su barbilla en su cabeza. Podía recordar como si hubiese sido hace unos segundos cuando miró a Zahar por última vez antes de bajarse de la avioneta. Y cómo vio despegar de su vista lo que no quería soltar.

Recordó cuando, en medio de la madrugada, Asad llegó hacia él diciéndole que ella ya estaba en un avión viajando a Estados Unidos, y cómo Emré le aseguró que ella estaría bien.

Los ojos de Aziz mirándolo mientras le reventaba la cara en el momento en que no se pudo controlar, y cómo los había dejado a los tres colgados como primer paso de su tortura en ese lugar al que nadie jamás iría.

En algún punto iba a exhibir sus cabezas a toda Arabia. Pero no quería que ellos sufrieran poco, ni que prontamente llegara su fin. Sobre todo, Aziz Olayan. Quería despertarse cada día, e ir a ese lugar donde estaban, y hacerle una herida nueva, quería que esa herida tratara de recuperarse y volver a abrirla. Para él era una necesidad q
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