CAPÍTULO 84

Zahar abrió los ojos rápidamente y frunció el ceño.

—¿No lo es? —Kereem negó.

—No…

—¿Entonces? ¿Quién es?

—Soy yo. Y tú te irás de aquí, llegarás a Estados Unidos, y…

A ella le dolía el pecho, entonces puso la palma en su boca.

—No digas nada más. No quiero soñar con nada que no pueda tener. Solo…

Kereem le quitó la mano de su boca, y fue a sus labios como si se los arrancara. Besarla de nuevo era tomar una fuerte dosis de adrenalina. Era literalmente volver al torbellino, al caos, a llegar a la cima. Comer su boca era entender la enorme adicción que había generado hacia ella.

Era dejarse claro a él mismo que Zahar no solo había satisfecho su apetito sexual más oscuro, sino que ella había conectado con lo más interno, había calado fases que no imaginó. Y lo mismo ella. Besarlo, de nuevo, era saber que se había enamorado de Kereem.

De un hombre inalcanzable, difícil, imposible… y odiaba sentirse así.

Su beso se intensificó a medida que pasaron los minutos, incluso si él no entraba en
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