EXTRA 3 CON UN DEDO NO SE TAPA EL SOL

FERDINANDO

CUATRO MESES ANTES

—¿Por qué quieres eso? —le pregunté impactado.

El hombre frente a mí se recargó en su sillón, con una sonrisa ancha.

—¿Por qué no?

De pronto, su pie acarició mi pierna, todos los vellos se me pusieron en punta.

—No, tú estás loco, cabrón—salté del sillón.

—Cálmate Ferdinando—me estremecí de nuevo—, siéntate si no quieres causar ningún alboroto—el alcohol en mi cuerpo hacia que sintiera las palmas y mi rostro con picor.

Miré alrededor algunas personas ya nos lanzaban miraditas.

Demonios, ¿Por qué se le había ocurrido aparecer, así como así?, sobre todo quedándose luego de que Gabriel se hubiese marchado por la Gacelita.

Yang le hizo señas a un mesero.

—Una botella de mezcal.

—Enseguida.

Me senté de nuevo, alejando mis piernas de este rarito.

—No es nada del otro mundo lo que te pido—decía como si fuese lo más obvio del mundo—, me gustas y sé que muy en el fondo te gusto, no me lo vas a negar.

Negué con la cabeza.

—Definitivamente estás loco, a mí me gusta
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