CAPÍTULO 5 EL MÁS ALEGRE DEL MUNDO

JENNIE

—No me sorprende que lo que hiciste, Jennie—reclamó mi padre—, pero has hecho de tu prometido el hazmerreír del pueblo.

Erguí la espalda.

—Me ofendió.

—Debiste hablarlo en privado.

—Papá ¿Qué querías que hiciera? ¿Qué yo pasara por la burla de las personas, cuando se enteren de que soy la prometida de ese hombre? ¡Yo, la hija de Daeyang Kim! ¿Sabes lo que pensarán de mí? —lo miré fijamente—, una mujer Kim no toleraría ese tipo de tratos, somos mejor que ellos.

Mi padre resopló.

—Si fueras hombre, tu reputación sería impecable, y ese carácter tuyo te llevaría a la sima.

—Pero no lo soy—repliqué—, así que, si quieres seguir con la reputación intachable de la familia, vas a apoyarme.

—Que insolente hija tengo—resopló, pero me tranquilicé cuando vi que no estaba molesto—, pero tienes razón— se dejó caer en su sillón—. Espero que pronto asientes la posición de nuestra familia en la sociedad. Escuché muy buenos comentarios de ti, ahora todos parecen estar curiosos por “la otra hija de los Kim”, espero que pronto cambies ese apodo por tu nombre.

Sonreí anchamente.

—De eso no te quedará ninguna duda.

Así, para tenerlo contento, le quité los zapatos.

—Ah—soltó un quejido.

—Papá, ya te dije que, si te lastiman estos, cámbialos.

—Son las malditas botas que debo usar cuando voy al puerto, son algo incómodas.

—Le pediré a Julia que te caliente agua.

—Espera, con quitarlos basta—me senté del otro lado del sillón y masajeé sus pies—. Los preparativos de la boda comenzarán después de la feria, no quiero que tus nupcias se vean opacadas por las festividades.

Me estremecí, no creí que fuese tan rápido.

—Creí que Shinae se casaría primero—comenté bajito.

—El teniente Gabriel puede ser llamado en cualquier momento a mar y no sabremos hasta cuando regresará. Al contrario que el teniente Fernando, él se quedará en tierra.

Entendí.

—En resumen, debo casarme antes de que me deje sin nada.

—Exacto.

—Eres un ambicioso, ¿lo sabes?

—Por eso soy el jefe.

Si antes quedaba duda de ciertos atributos a mi carácter, bueno, ahora los confirmaba; saqué la mente maestra de mi padre, aunque, sé que soy mejor.

Habían pasado tres días, Shinae y yo fuimos a comprar nuestros nuevos guarda ropas para las festividades, aunque pensé que era una salida normal; Shinae tomó muy en serio su papel de instructora.

—Ahora que estarás dándote a conocer en la sociedad, debes continuar con tu gusto refinado y elegante—explicó—, no debes usar colores vulgares.

—Define colores vulgares.

—No uses verde, es demasiado colorido, tampoco amarillo, es de mal gusto, naranja: demasiado exótico y por sobre todas las cosas, jamás uses rojo, incita a cosas impropias—fruncí los labios—. Tampoco tienes que hacer ese tipo de expresiones, una señorita no lo hace.

Iba a protestar hasta que las amigas de Shinae entraron a la tienda, como gallinas en su gallinero, cacareando chismes, halagos y risas.

Respiré profundamente para preparar mi sonrisa social.

Mi hermana, como mariposa social, se concentró en ella y en sus amigas, por mi parte aproveché a no hacer caso de lo que me dijo y acaparé a la ayudante de la costurera.

Si algo tengo, es un buen ojo, la costurera es buena en lo que hace, pero las veces que he venido, siempre hace de lado las sugerencias de su ayudante.

—¿Qué piensas? —le pregunté a ella mientras acomodaba la falda.

—¿Qué tiene de importante lo que piense? —masculló tímida.

—Oye, tú sabes más de esto que yo, ¿no crees que estos colores son muy insípidos?

Se ajustó sus gafas.

—Creo que desfavorecen al color de su piel. Quizá tonos más brillantes, la hagan resaltar.

—Hum, perfecto—fui hacia los mostradores, en donde tenía varios modelos a los que ya les había echado el ojo—. Entonces será este marino, con cinturón y guantes a juego; quiero este—señalé otro—, este, este, y este—luego me volví hacia mi bolso—. Tengo un pedido especial.

—Sí, señorita.

Le extendí la revista, la moda asiática eran los vestidos largos y rectos, con la particularidad de una abertura a un costado, un cuello tradicional y algunas cuentas.

—Quiero este vestido, listo para el día del baile principal.

—Eh… ¿en tres días?

Enarqué una ceja.

—Estoy muy segura de tus habilidades, la cuestión es… si tú lo estás—yo sé que orillar a las personas suele ser mal visto, pero si uno no las presiona, no pueden ver lo que en realidad pueden crear—. Si es así, entonces iré con otra costurera y le pediré que…

—¡No, no! Lo haré.

—Bien, eh, pero lo espero en dos días ¿entendiste?, te pagaré el doble. —Ella estaba preocupada, pero asintió ferviente—. Confió en ti.

Deposité el dinero en su mano, ella, maravillada, se pasó el rato dándome las gracias y proclamándome, mal dicho sé a de paso, como una santa.  

Sabía que debía enfrentarme al escándalo que harían en casa, pero, ya estaba hecho.

Empaquetaron todo y mi hermana estaba feliz de ver que había comprado muchas cosas, sin sospechar, claro, que había hecho lo opuesto a sus exasperantes propuestas recatadas.

Hoy comienza el carnaval veracruzano.

Afuera en la calle, cientos de adornos ya estaban bien colocados, había unos cuantos desfiles que detenían el tráfico, muchas chucherías y juguetes vendiéndose en la calle, cocadas, alfajores, dulces de leche y glorias; picadas, tamales y empanadas.

 —Huele delicioso—Cata se relamió los labios, se escabulló a un puestecillo de glorias—¿Quieren?

—Paso.

—Yo si, uno de durazno.

—Uno de fresa.

—Otro de durazno.

Se volvió hacia mi.

—Ah… ¿durazno? —en realidad hacia mucho que no las comía.

La señora de las glorias comenzó a hacerlas; platanito machacado, hielo raspado, el jarabe de gusto, un poco de leche condensada, leche evaporada, un toquecito de vainilla y una pizca de canela; un manjar de divino.

—Hay Cata, se me hace agua la boca.

—Muchachas, ya vámonos.

La mayoría ya teníamos nuestras glorias listas y continuamos caminando.  

—Aún no han elegido a la reina del carnaval.

—Hay por favor, Cata, todo mundo sabe que será Shinae.

—Bueno, aún no me ha llegado la invitación—contestó mi hermana acomodándose el cabello, bebiendo su gloria como solo una chica refinada puede hacerlo, de a piquito.

Rodee los ojos.

—¿Y si el presidente pone a Margarita?

—Ella fue el año pasado y mira qué desastre hizo.

—Por su culpa no hubo fuegos artificiales porque a la “señorita” le dan miedo.

—Hablando de Margarita, dicen que estos últimos días había estado buscando al Teniente Víctor.

—¿Para qué?

—Oh, no lo sé, recuerdan que estuvo con ella, se rumorea por ahí que él terminó con ella.

Me sorprendí.

—¿Terminó? —preguntó mi hermana.

—Sí, hasta dicen que la vieron salir casi desnuda de su casa para perseguirlo.

—Oh, dios, que escándalo.

—Seguramente estará buscándolo por rogona, es obvio que no le favorece en nada que el Teniente Víctor la haya dejado.

—¿Y si no es así? Cualquier mujer que el Teniente Víctor tenga atravesada entre las cejas, será una de las mujeres más deseadas por los hombres—siguió Cata—. Ya ves, la suerte que tuvo la ojitos luego de que se enteraran de que tuvo un enredo con el Teniente.

—Ah, sí, que el hijo del boticario le declaro su amor.

—No solo él, sino que, P**e también se le declaró a la ojitos.

—¿El dueño del Nopalito?

—Sí, de la cantina, hasta se pelearon por la ojitos.

—Ah, como me hace rabiar que no podamos conseguir que los hombres se peleen por nosotras—refunfuñó Cata, creo que de todas es la que más tiene el comportamiento inmaduro.

—Cata, no pierdas la cabeza, recuerda que hoy veremos a los capitalinos.

A ella se le iluminaron los ojos.  

—Oh, es cierto, yo vi a varios turistas yendo a la playa.

—Muchachas, hay que darnos una vuelta

Y así, fui arrastrada a la playa.

En casa, la que se encarga de dirigir es mi madre, pero nos ha enseñado desde pequeñas, y cada vez que crecíamos más, nos daba más tareas. Sin embargo, en lo social, no tengo esa habilidad, aunque las amigas de Shinae me toman en cuenta, en realidad pareciera que me tienen que tratar con la punta de los dedos. Tampoco estoy segura de cómo tratarlas, meramente se me hacen un grupo de viejas chismosas y cotillas.

Me ajusté el sombrero cuando bajamos del auto. En efecto había muchas personas, pese a que tenía pocas perspectivas de que vinieran algunos turistas, en realidad la playa estaba rebosante de ellos.

—Ah, lástima que olvidamos los trajes de baño, al menos estamos frescas—señaló Cata su vestimenta.

Como es un día caluroso, optamos por los shorts, algunas con pantaloncillos cortos, Shinae con sus eternos vestidos. Por mi parte me atreví a traer un short falda azul con blusa de rayas a juego.

—Ahí, mira, esos chicos sí que están monos, ¿a qué no?

—Pero no tienes que gritar, Miri.

Según entiendo, la del cabello corto castaño, es Miriam, es la que más trae chismes, incluso se sabe los nombres de casi todas las personas del puerto, puedo apostarlo. Podría ser de utilidad, pero debía andar con cuidado, era una chismosa profesional.  

Cata es la morena de cabello rizado, de las que incitan al resto, ella fue quien dijo que viniéramos a la playa y está en busca de un buen muchacho.

—Deberías controlarte, porque si nos descuidamos, segurito que te roban—esa que habló es Denisse, le gusta apretarse el cabello en una larga trenza.

—¿Crees que van a hacerlo? —Cata se quitó las zapatillas—¿Qué esperan, vamos a…?

—¡Cuidado! —una pelota rebotó en la cabeza de Cata, que la hizo trastabillar hacia adelante.

Miriam y Shinae se adelantaron para levantarla, mientras que el resto soltaron fuertes risotadas.

—Mírala, por mensa.

Uno de los responsables se adelantó para ver a la caída, era un muchacho. Cata, ya de pie.

—Discúlpeme, señorita, ¿se encuentra bien?

A Cata le brillaron los ojos.

—Ah, ese pelotazo me dolió.

—Oiga, ¿Por qué no se fija? —replicó Shinae.

—Lo lamento, la pelota rebotó… estábamos jugando—se rascó la nuca—¿quieren jugar con nosotros?

—¿De verdad?

—¿Qué dicen?

Las muchachas aceptaron jugar con el grupo de chicos, por mi parte me quedé en un camastro bajo una sombrilla, pedí un coco.

Uno de los chicos fue a sentarse bajo la sombra.

—Está bueno el partido, ¿no cree?

—Interesante—musité.

—Las señoritas son muy deportivas—siguió.

Su acento era ligeramente diferente, capitalino, seguro.

—Veo que los chicos les dan la ventaja.

Él se rio.

—Somos caballeros, ante todo.

—Hum—sorbí mi coco—, decirlo, no cuenta mucho.

Continúe mirando el partido de voleibol

—El sol es abrumador—tomó aire profundamente—, hacía mucho que no disfrutaba de un día así.

No tenía ganas de hablar, pero, si esto era una oportunidad para practicar, puedo tomarle un poco.

—¿De dónde viene?  

—Nací en Nuevo León, pero he vivido estos últimos años en la capital—contestó ya interesado.

—Ah, de ahí su acento.

—Si—miramos de nuevo el partido. Cata estaba particularmente interesada en el chico que le había golpeado con la pelota. Miriam, parloteaba con otro chico que claramente tenía el rostro frustrado de tanto escucharla. Denisse, concentrada totalmente en el juego, mostrando lo competitiva que es, lanzaba feroz la pelota—. ¿Puedo hacerle una pregunta?

—Usted es muy curioso para mí.

—No quisiera ofenderla, pero… sus rasgos. 

—“Lo obvio suele pasar desapercibido, precisamente por lo obvio”

—¿Conoce usted a Lacan?

—Vaya, también me sorprende que lo sepa.

—Me gusta estar en la vanguardia de la ciencia, he encontrado el psicoanálisis bastante interesante.

Ah, un hombre pensante.

Este capitalino no es feo, tiene cierto encanto, sus ojos son castaños claros, tiene una nariz ganchuda y el rostro cuadrado, cejas rectas, el cabello algo rizado y tiene un bigote delgado y bien recortado.

—Abel Fernández, para servirle, señorita—me extendió la mano.

—Prefiero que no—contesté, pues ya sentía la mirada de mi hermana—, puede decirme, señorita Kim.

—Kim—asintió—, ya entiendo.

No se ofendió por mi declinación.

—El suponer, a veces es considerado un pecado.

Se rio fuerte.

—Usted me agrada, es muy aguda.

—Lo tomaré como un cumplido.

Miró hacia el mar, por mi parte, le di un trago a mi coco.

—¿Le gustaría dar un paseo a la orilla del mar?

.

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NOTA DEL AUTOR: 

Holaaaa, estoy de vuelta, bueno, estamos, los lindos personajes y yo. 

Comenzaremos con los veinte días de ley de publicación, así que esperen unos muuuy lindos y graciosos capis. 

¿Qué les parece la novela hasta hora? 

¿Qué piensan de Jen? ¿creen que hizo bien? jajaja, ¿qué tal le irá a nuestro Teniente ojo alegre?

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