JENNIEAquella fiesta era todo luz y alegría.Serpentinas, confeti y espanta suegras, música a todo lo que daba, la gente bailaba, alegre y consentida.La noche anterior, en aquella fiesta en la que Víctor me interrumpió con Abel, ni siquiera había apreciado el lugar. Ni siquiera estuve tanto tiempo.Ahora, como de un acto rebelde se tratase, me descubrí el chal levemente, para que pudieran apreciar mi vestido.Algunos, muy obvios, abruptos se detuvieron para mirarme.Víctor, algo tenso y receloso, me tomaba del brazo, lo vi lanzar miradas amenazadoras a mi alrededor.—Estoy pensado que es demasiado provocador.—Estas amenazándolos con la mirada, alguien se te vendrá encima.—Me refiero al vestido… ¿en qué pensabas cuando escogiste un vestido así?—Solo demuestro que… estoy a la moda.—Jennie—protestó.—Víctor—refuté.—¿Sabes lo que está pasando en el mundo, acaso? —masculló—, ahí afuera se está librando una gran guerra y tu…—¿Y yo?Chasqueó la lengua, pese a que estaba molesto, no p
VÍCTORFui arrastrado por el par de Adelitas a los barrotes del palacio.Resignado, dejé que me encerraran, intenté mirar hacia la mesa donde había dejado a Jennie, pero no podía verla.Solo podía escuchar los vitoreos de la gente, el lanzar de las serpentinas por todos lados.Hace solo unos minutos la había tenido entre mis brazos, tan pequeña, delicada, dulce y… el animal en mi quería llevarla lejos de ahí, besarla, acariciarla…No podía creer que estaba cacheteando la banqueta por ella.Todo me resultaba nuevo, increíble.Quería regresar de nuevo a su lado.Me encontraba ancioso por regresar.—Muchachas, ya les dije que prefiero pagar los cinco pesos.—De ninguna manera teniente, usted debe quedarse aquí, solo son diez minutos.—Si teniente, ya nos había dejado tanto tiempo sin su presencia.—Como se va a casar.Escuché detrás mio que alguien chasqueó la lengua, me giré lentamente.Ah, este maldito.—¿Qué? ¿Quiere decir algo? —lo enfrenté, cuadrando el encuentre.Nicanor bajó su som
JENNIEEl presidente dijo mi nombre, (lo dijo mal) me quedé pasmada, mi hermana me invitaba a estar a su lado con una sonrisa de presión.Me aferré a mi chal, no, yo no quise esto.—Vamos Jennie—me incitaron las amigas de Shina que yacían en la mesa de al lado.—Vamos señorita Jeny, no sea tímida.Ah regañadientes fui a lado de mi hermana.Esto parecía una exhibición de circo.—Muy bien, ahora la gente tendrá que votar por la más hermosa de las tres.—¿Por qué estamos aquí? —le pregunté a mi hermana, quien se mantenía serena ante la situación, por mi parte, comenzaba a inquietarme, estaba a punto de salir corriendo.—Tranquila, solo saluda a las personas, sabemos que ganará Margarita.Mi hermana saludaba a las personas y ensanchaba su sonrisa.Si esto duraría poco entonces debo recobrar mi confianza.Me concentré en forzar una sonrisa.—Más natural.—No quiero estar aquí.—Hazlo por nosotras, ya que hiciste que hablaran de más con tu atuendo.Me enfurruñé mentalmente, suspiré y sonreí
VÍCTOR—Su posición está en juego, teniente, lo que hizo anoche no es más que una mancha en su impecable carrera. Desobedeció mis ordenes y llevó consigo a sus hombres quienes lo siguieron sin imputarse—el capitán estaba furioso—. Pero… un arresto es un arresto, las autoridades federales se encargarán del presidente—suspiró pesado—. Debería encarcelarte un mes sin paga, pero debido a las circunstancias y a tu pronta boda, me veré obligado a subirte a un barco.La piel se me puso chinita.—Va a mandarme…—Los submarinos alemanes siguen merodeando las costas de Miami en cualquier momento entrarán a nuestro golfo, el único castigo que te daré es que después de la boda deberás subir al barco, sin protestas, ¿entendido?—Sí, capitán.Me dejó ir.Despues de mi boda… después de casarme con ella deberé dejarla…¿Cómo puedo decírselo?Ella ahora está en su casa, anoche seguramente debió haber estado aterrada. No he podido estar a su lado, me han tenido aquí encerrado y no puedo desobedecer de
JENNIEHan pasado dos días.Me he recuperado, o al menos eso creo.Al menos la mancha en mi mejilla ha bajado considerablemente, en mis manos las líneas por las sogas ya no están. Juana ha hecho un maravilloso trabajo.Me he pasado estos dos días en un estado de reposo casi absoluto, pese a mi alma inquieta, siento que no he tenido las fuerzas suficientes ni siquiera para sostener la cuchara.Me siento delicada, como si el mismo rosé de una sola pluma me pudiese derribar, o al menos, eso fue lo que sentí estos dos días.Hoy es diferente.Ha revivido en mí una energía grata, como si hubiese despertado luego de un gran sueño.Víctor ha estado viniendo varias veces durante el día.El cuartel no queda tan lejos, por eso le es fácil venir.Quedó grabado en mi mente, su rostro cuando me rescató del viejo sucio, estaba aterrado. Pero ahora que lo veo, es muy diferente.Salí de casa, caminado despacio y con un vestido celeste ligero, una bolsa de migajas de pan y mi libro en la mano, ya no de
VÍCTOR—Has hecho un muy buen trabajo, hijo—apremió mi padre.Terminé de abotonarme, acomodé las medallas, estaba acicalándome más de lo normal.—El presidente solo obtendrá su merecido.—AH, no me refiero a eso, aunque ese también fue un buen golpe, independientemente del castigo que te pongan, no tengas miedo a las represalias si es algo que crees que lo mejor.Me detuve volviéndome hacia él.—¿Estás dándome un concejo? ¿enserio?—Ya sé, pero, me estoy volviendo viejo, quien sabe si el día de mañana se el último que nos veamos, la vida es así.—Pues eso si es algo de miedo, que hable usted así, ush, hasta la carne de gallina se me puso.—Cálmese, exagerado—encendió su puro—, ah, mira, ya llegó Ester—Ester era una de las amantes de mi padre.—No creo que sea bueno que haya venido.—Va, al contrario, es mejor que la vean todos y que tu futura esposa sepa quién es.Lo miré confundido.—¿Para qué querría presentársela a mi futura esposa?—Es obvio, la señorita Kim es la que proveerá de
JENNIEÉl se acercó tentando el ambiente.En un segundo estuve tan cerca de su aliento y sus labios tocaron los míos. Sus manos me rodearon la cintura, acercándome a él.Encontré que, no estaba temblorosa, sino anhelante a su cercanía.Sus labios se movieron en los mios tomándome por sorpresa, pero no negándome al toque.Mis manos, instintivamente subieron por sus brazos hasta enredarlos por su cuello, colgándome de él.—Jen…—Víctor…Se inclinó más, profundisando, pero luego se tensó y se hechó hacia atrás, dejándome pasmada.—Ah, lo siento, no debo emocionarme tanto—se separó de mi.Lo vi un poco incómodo.—¿Por qué no deberías?Sonrió despacio y negó con la cabeza.—Es algo… no, no le tomes importancia.Me recargué sobre la mesa.—Ahora tengo curiosidad.Rehuyó un poco de mi.—Ah ¿quieres sentarte? —estiró la mano, pero me dio la espalda—, siéntate en el sillón, es cómodo.—¿Porqué siento que se ha incomodado? ¿hice algo mal?—¡No! —me llevó rápidamente al sillón, sentándome y sent
VÍCTOR —Mi niño, ven—mi madre me había extendido su mano.Tenía ocho años cuando me llevó a la playa, mi padre nos había llevado a un viaje por bote, íbamos a pescar un pez espada y unas cuantas langostas para la cena.Nos acompañaba mi tío Rogelio (hermano de mi papá), que era experto en la pesca.—Víctor, tráete la red, ándale mijo—me decía mi tío y yo de obediente iba a llevársela.—No te acerques tanto a la orilla—me advirtió mi mamá.Era la segunda vez que viajábamos en barco, la primera era de más chico, pero no lo recordaba.Recuerdo que el barco tenía un cristal en la parte media y podía ver las corrientes de agua, algunos peces nadar con prisa y rayas enormes, más grandes que yo, y eso ya era hablar bastante.—Acá está, ya pescó, mijo agarra bien la red.Mi tío y mi papá forcejeaban con la caña de pescar mientras intentaba acercarme, pero no tanto para no caer.Al fin, mi tío sacó al espada, mi papá me arrebató la red y me echó para atrás.—Agárralo Chabela—le ordenó mi papá