SAN FRANCISCO DE CAMPECHE, CAMPECHE, MÉXICO. 2024GABRIEL—Ahí viene, mano—me codeó mi amigo. —Sh, cállate.Admito que, me puse nervioso, como todos los días.Ella cruzó por la parte delantera de la cafetería, con su aire grácil de una gacela orgullosa; tragué en seco.—Mira nomás, mano, cómo viene—gimoteó emocionado mi amigo, le enterré el codo en las costillas.La conocí el verano pasado, llegó como si nada; como si todo en esta vida le valiera madre. Su presencia, lo elegante de sus movimientos y ese aire misterioso de ella fue lo que me capturó por completo.Nunca me he atrevido a hablarle, no le tengo miedo a ella, sino que, a parecer un completo imbécil. Hacer una tontería y que ella deje de venir.Como mero espectador, la vi empujar sin tanto esfuerzo la puerta de la cafetería, la campanilla anunció su divina entrada. Mis terminaciones nerviosas se activaron.Limpié los residuos de la tisana que ya estaba en mis manos; para ella una tisana oriental con dos c
GABRIEL Apenas salvamos el exámen—Nombre, que suerte, nomas nomas llegamos—decía Fer—, pero ahora tenemos exámen de Martha y Zamarripa mañana y seguidos.—¿Te dijo la jefa si debíamos regresar?Consultó la hora.—Ah, si, ni modo a chambearle.—Déjame entregar esta carpeta con las secretarias, te acanzo en la entrada.—Pero muévete.Algunos me miraban porque traía la nariz roja y un poco de sangre seca, además de que había escurrido en mi uniforme, otros estaban en su mundo, estresados como siempre. Fui a entregar mi carpeta, debía meter mi documentación cuanto antes para que me validaran mis próximas prácticas.—Hay, Gaby, eres tú—taconeó la secretaria, se llama Mago, o bueno, muchos así le dicen. Pero es una señora que le tira la onda a los chicos.Es un rumor entre la escuela, pero dicen que se ha tirado a muchos, por eso luce tan fresca.—Estuvo bien que vinieras antes—apretó la carpeta con su pecho ajustado—, muchos están dejándolo pasar hasta el último día, pero para ti aun hay
GABRIELMe toqué el cuerpo en un intento de sentir mis pulmones… ahí estaban todo estaba bien… pero.—Haber chicos… comencemos contigo—señaló a Jazmín—, ¿Qué sucedió?Jazmín temblaba como si hubiese estado bajo la lluvia helada, pese a que tenía un té en la mano.—Vi… mi vida… pero cuando llegué a mi infancia—apretó los labios—, recordé cosas sin sentido. Estaba en un lugar, era una fiesta, bailaba con alguien que estaba vestido de blanco—sacudió la cabeza—, era él—me señaló—, él estaba ahí—aferró el vaso—. Después vi que iba en un barco, era uno pequeño, iba con un hombre, hacia una estructura de metal en el mar… era como esos yacimientos de petróleo—se encogió—, después algo se impactó contra la estructura y todos se caía, el hombre a mi lado salió disparado hacia el mar, caí entre unas rejillas—se llevó una mano al costado del estómago, un poco debajo de las costillas—, aquí… tenía un tubo… se me había encajado… después todo se cayó… se hundió en el mar—se apretó la garganta—. No p
SAN FRANCISCO DE CAMPECHE, CAMPECHE, MÉXICO. 2023JAZMÍNExiste una leyenda de una mujer que paseaba por la costa para contemplar las embarcaciones que provenían de muchas partes del mundo.Le gustaba imaginar cómo eran aquellos países de donde provenía tan exótica mercancía.La belleza de la joven era tan inmaculada que hasta el mar quedó cautivo deseando tener su atención por siempre. Este procuraba robarle sonrisas con suaves y armoniosos oleajes que reflejaban los destellos dorados del sol.En las tardes, el mar se pintaba de naranja, mientras el astro rey se hundía en sus aguas. Aquel espectáculo estremecía hasta la más fina hebra de la doncella.Un día la hermosa joven conoció a un marinero de quien quedó perdidamente enamorada. Era tan fuerte el sentimiento de ambos que el mar se puso celoso de aquel autentico cariño.El amor entre la campechana y el marinero creció.El mar se sentía olvidado ya no sentir la suave caricia de los dedos de la mujer durante los atardeceres; ya no
JAZMÍNHabía cuatro materias de relleno que debía tomar, así que me fui por psicología, filosofía, literatura y derecho. Psicología y filosofía las daba el profesor Aguilar, un hombre apasionado por la enseñanza, había mantenido ciertos debates con él, de los cuales me sentí muy instruida.Por eso se había atrevido a pedirme un favor:—Espero no interrumpir en tus horarios.—Está bien—no fui simple, fue… ¿amistoso?—La clase muestra esta teniendo un poco de dificultades para cumplir con el cupo, ¿te gustaría participar? hablaremos sobre las regresiones.Ya habíamos tocado ese tema y era bastante interesante. No tenía nada más que hacer que alimentar a los pajarillos del balcón.—Asistiré.El profesor sonrió radiante, ahora llenaría su tan esperado cupo.Dijo que debíamos asistir con ropa cómoda, yo no tenía tal cosa como deportivas, no podía ir a la escuela en leggins de yoga, que ridículo.Fui de compras.Tenía cierta rutina cuando terminaba las clases, dado que terminaban aproximada
JAZMÍNSe sabe que uno de los grandes miedos del hombre es perder el alcohol, la chica de tus sueños y que su equipo favorito pierda. Pero uno de los más grandes, y quizá el que encabeza una gran lista es el famoso “Tenemos que hablar”Es una sentencia de un colapso nervioso.Tres palabras que ponían en jaque a todo un complejo neuronal masculino.Y luego estaba, claro, una secuencia, infima, de eventos catastróficamente engorrosos, delictivos, culla culpa no estaba del todo presente, pero como arte de magia por dichas palabras evocaron una inminente fase uno de destrucción mental.Siempre quice decir esas palabras, pese a que, las facciones del hombre frente a mí habían colapsado; mi interior estaba regocijándose de risa.¿A caso algo de tortura masculina ponía a todas en un estado placebo?Sí.Ahora bien, el echo de acorralarlo era simplemente curioso.Si bien, ayer había terminado horrorisada, ver la vida de otra persona a través de tus propios ojos y sobre todo, sentir el terror y
Lo que acontinuación leerán es un vago, muy vago ejemplo de psicoanálisis profundo, los hechos pueden parecer o no reales. Las terápias psicoanalíticas seguramente son diferentes. GABRIELElla es tan… segura.Que me siento como un tonto a su lado.Tiene una estatura pequeña, pero una grandeza colozal.Incluso su auto es elegante.Conduce con decencia y sus movimientos son delicados.¿Cómo no sentirse inferior ante una diosa como ella?Soy un simple feligres cegado por su divinidad.Ella contesta lo que le pregunto, aunque hay cierto sarcasmo, intenta ser cordial.Cuando me explicó del porque no tenía amigas, no lo hice para jusgarla, lo comprendí.Por que es osca con las personas, porque la veo sola.Para muchos quizá sea algo desquisiado que nadie puedataner un amigo.Conosco a muchas personas, pero el único amigo que tengo es Fer, el resto del tiempo, también estoy solo a pesar de estar rodeado de gente.La entiendo, entiendo que muchas veces las personas a nuestro alrededor suelen
JAZMINÉl despertó aferrándose el pecho, los ojos casi se le salen de las cuencas, respiraba con mucha dificultad.—Gabriel, tranquilo, estás en un lugar seguro.Entonces y para mi gran sorpresa, él comenzó a llorar, se llevó las manos a los ojos para cubrir avergonzado su solloso lastimero. Algo dentro de mi, quiso acercarse, pues me era demasiado extraño ver a un hombre llorar de esa manera.Pero el profesor Aguilar se adelantó, se sentó a su lado para consolarlo, mientras me quedé en mi sitio, intenté imaginar lo que él había visto con base a lo que describió.Pero, había algo más…—Lo lamento—comenzó a decir Gabriel en un murmullo de voz quebrada—, no se lo que me pasa…—Descuida, es normal, no tienes que lamentarlo.Se llevó los nudillos a las sienes.—Él iba a casarse… pero murió en batalla.De nuevo mi cuerpo se estremeció, tal como hace unos minutos cuando narraba lo que veía.—Esa, Gabriel, es tu vida pasada.Más que un consuelo, fue una sentencia.—No recordaba, que le tenía