JAZMINÉl despertó aferrándose el pecho, los ojos casi se le salen de las cuencas, respiraba con mucha dificultad.—Gabriel, tranquilo, estás en un lugar seguro.Entonces y para mi gran sorpresa, él comenzó a llorar, se llevó las manos a los ojos para cubrir avergonzado su solloso lastimero. Algo dentro de mi, quiso acercarse, pues me era demasiado extraño ver a un hombre llorar de esa manera.Pero el profesor Aguilar se adelantó, se sentó a su lado para consolarlo, mientras me quedé en mi sitio, intenté imaginar lo que él había visto con base a lo que describió.Pero, había algo más…—Lo lamento—comenzó a decir Gabriel en un murmullo de voz quebrada—, no se lo que me pasa…—Descuida, es normal, no tienes que lamentarlo.Se llevó los nudillos a las sienes.—Él iba a casarse… pero murió en batalla.De nuevo mi cuerpo se estremeció, tal como hace unos minutos cuando narraba lo que veía.—Esa, Gabriel, es tu vida pasada.Más que un consuelo, fue una sentencia.—No recordaba, que le tenía
GABRIELParecía que el profesor tenía un caso que resolver, inclusive se le notaba emocionado. Me mantuve quieto, intentando darle sentido a lo acababa de pasar, sentía que mi cabeza acababa de partirse en dos.Le eché una hojeada a Jennie, estaba igual de quieta, observando al profesor con el ceño algo fruncido. Aunque también, no parece que le esté prestando mucha atención.Miré mi reloj y me sorprendí.—Creo que es hora de irnos—dije, interrumpiéndolo.Habíamos llegado aquí a buena hora de la tarde, pero ahora, estaba a punto de anochecer.—Ah… si, ¿les parece si los veo luego?—Sí, lo veremos después—sentenció Jazmín.Ella tomó su bolso y salió primero, cotoneando esas caderas.¡No!¡Estúpido perro!Al cerrar la puerta tras de mi ella se volvió enseguida, me pasmé.—¿De verdad ha pasado tanto tiempo?Tragué en seco.—Sí, se ha pasado volando.Seguimos el recorrido hacia la salida, los pasillos ya estaban desiertos, el cielo estaba oscurecido por enormes nubes grisáceas que anunci
JAZMÍNEs extraño.Me sentí cómoda al estar con este muchacho.Supongo que todo se debe al escuchar nuestras vidas pasadas.¿Qué se supone que se debe hacer cuando uno encuentra a su alma gemela?Puedo sentir empatía, pero definitivamente no lo conozco y tampoco he tenido algún motivo como para… no, que va. Llevo un año conociéndolo no me puedo enamorar de él.—¿Qué tal?, no pica ¿cierto?¿Pica?Ah, sí, la comida.—No… pero ¿por qué tiene un chile encima? —le señalé el diminuto chile verde.—Ah, este si pica, si no estás acostumbrada al picante—le dio un mordisco como si se trata de una botana—, no debes comerlo—de pronto, el color rojo le subió por el rostro—, uf—tomó airé y sacudió su mano, haciendo que sus dedos chasquearan—, está rebueno—le dio un trago a su bebida—¡Ah, que enchilada me di!—Pe… no lo parece—lo vi regresando a la normalidad.Se rio por lo bajo.—Hum, descuida, Fer y yo solemos hacer competencias de haber quien come más chiles xcatic—se volvió a reír—. Una vez le t
JAZMINSe las arregló para meterme al auto.Lo vi rodear corriendo y luego se metió; estaba empapado, inclusive más que yo.—Brr, está helada—jadeó aun con una ancha sonrisa.Tenía una playera negra, esta se le había pegado al cuerpo debido a lo mojado, sus cabellos se habían bajado, sus dad jeans estaban más que mojados.Aquella vista fue impactante.Sentí picor en las mejillas.—Ah, pondré la calefacción—la puso bajita para que los vidrios no se empañaran—¿Dónde es tu casa?Reaccioné.—Ve a la plaza de armas.Me sequé el rostro con la manga de su sudadera.De verdad olía bien.Era sutil, pero al calorcito de mi cuerpo su olor se me impregnaba.Eran las nueve de la noche, en medio de una lluvia torrencial en el estéreo comenzó a sonar Still got the blues de Gary Moore.—¿Te gustan esas canciones?—Por eso están en mi reproductor.Soltó una risotada.—Sí, que tonto.Apreté mis labios, quizá fui demasiado certera.Me encogí en mi asiento.—¿Por qué me cargaste?, pude haber corrido.—¿Y
JAZMÍNSoy un estúpido.Pero sé que mamá estará orgullosa de mí.No podía hacerle esto, ella es una buena chica.Me deslicé por la pared de su departamento, ella está a solo unos centímetros de mí, hay una puerta que nos divide.Apreté mi sudadera en mi entre pierna, debo bajar esto no puedo salir así.Intenté pensar en otras cosas, el examen de mañana, en focas o arrecifes de coral.Cuando estuve seguro de que se había bajado, me embroqué mi sudadera, olía a ella.Carajo.Llamé al ascensor.Dios, que mal estuve, no debí haberme dejado llevar.De pronto escuché la puerta abrirse.—Gabriel.Me volví rápidamente, ella estaba en medio del pasillo.—No… no te vayas—Se había quitado su chaqueta, sus cabellos largos mojados habían empapado su camiseta, estaba descalza—. No me hagas suplicar.—No quiero que… te arrepientas después.Su pecho subía y bajaba.—No me arrepentiré.—No quiero que pienses que soy un maldito pervertido.Se acercó.—Se lo que hago.Negué con la cabeza.—Te respeto.—
JAZMÍNPuede que haya perdido la cabeza.Muy pocas veces he sucumbido ante mis deseos.Esta vez es diferente, este deseo es demasiado intenso, un deseo carnal por él.Siempre soy solo yo, pero ahora… de verdad quiero que él sea el primero en mi vida.Ahora me besa con delicadeza el cuello, se mete entre mis piernas mientras me remuevo bajo él. No puedo evitar cerrar los ojos, porque todo lo que siento es tan intenso.Bajó sus labios hasta el borde de mi sostén, bajando con los dientes la delicada tela para dejar expuesto mi pecho derecho.—Eres tan hermosa—susurró con la voz ronca, abrí los ojos. Sus pupilas estaban completamente dilatadas. Dio un lengüetazo a mi pezón—, tan dulce.Subió de nuevo a mi boca, besándome.Mis manos por instinto subieron hasta sus hombros.Sus hábiles manos fueron hacia mi espalda, en donde de un solo movimiento se deshizo de mi sostén.Nuestras respiraciones se aceleraron aún más, bajó de nuevo a besos por mi cuello, entre mis pechos, besó mis pezones. Ar
JAZMINEscuché el barullo de la calle y el canturreo de las aves.Me removí en mi cama despertándome.¿Por qué no sonó mi alarma?¿Me desperté antes?De alguna manera me sentí fresca y ligera.Me quité las sabanas.Esta no es mi pijama.Tenía puesta una camisola, cuando puse los pies sobre el suelo, el recuerdo de la noche anterior me golpeo. Me giré hacia la cama, pero estaba vacía.¿Me dejó?Por dios, todas las imágenes de la noche anterior, apreté las piernas.De pronto un olor se filtró en mi habitación.¿Está aquí?Me deslicé de puntillas para asomarme.Había música baja que venía de mi reproductor. Escuché que algo se freía en la cocina,Pero a él lo vi asomándose por el balconcito, tenía una taza de café en una mano y con la otra les tiraba comida a las aves.Dejó de asomarse y se giró.Estaba radiante, masticaba algo, sonrió anchamente cuando me miró—Buenos días—tenía puestos sus jeans, pero no su playera.Me aclaré la garganta.—Buenos días.—Ah, imaginé que tendrías hambre—
GABRIELEse día, experimenté la plenitud extasiada del cielo.No dormí por temor a que al despertar solo hubiese sido un sueño.Mi diosa, dormía tranquilamente entre mis brazos, no podía creer que me hubiese dejado probarla.Los dioses y los simples mortales era un amor prohibido.Ella no sabe que incluso antes de saber sobre nuestras vidas pasadas, yo ya la amaba.No puedo entender completamente cómo fue que sucedió.Pero el amor es así.Te puedes enamorar con el solo hecho de su presencia.Lo supe anoche, cuando ella dormía tranquila, confiando en mi.Desde el primero momento en que la vi, fue un flechazo, anoche simplemente lo confirmé.Me enamoré de una diosa.El resto de la mañana la pasé con ella, me llevó hasta la universidad.La contemple yéndose hacia su edificio.Sentí entonces el impacto de una mochila sobre mi cadera, golpeando lo más presiado de mi cuerpo.—¡Hay hijo de…!Me dejé caer, el dolor era insoportable.—Cabrón—era Fer, me pateó el culo—, me dejaste colgado en la