EXTRA 2 UN DÍA MARAVILLOSO

Miré fijamente esos ojos verdes

—No me vas a ganar—susurré.

Pero me seguía mirando fijamente.

Esa nariz chata y húmeda, sus colmillos les sobre salían y sus bigotes apenas se movían al compaz de su respiración.

—Jaz—me llamó Gabriel—¿Qué haces?

—Sh—le señalé un momento con las manos.

Gabo entonces parpadeó.

—Ja—lo señalé—, le gané.

Gabriel se rio con fuerza, caminó hacia nosotros con una bandeja contundente de desayuno.

—Mi amor, deja al pobre Gabo fuera de tus competencias.

—¿Po qué? —hice un puchero—, ¿sabes lo que hizo tu hijito? —Gabo se estiró sobre el taburete, levantando la cola— Casi me asfixia cuando me despertó ¿Cómo se le ocurre echarse sobre mi cara?

Gabriel soltó una fuerte risotada.

—Te juro que si vuelve a hacerme algo así lo raparé.

Gabriel dejó la bandeja sobre la mesita de centro, tomó a Gabo y lo estrechó entre sus brazos.

—Pero si este canijo es inofensivo—lo abrazó con fuerza, Gabo soltó un fuerte maullido de auxilio, me miró suplicante.

—No, no me veas así, te lo
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