JAZMÍNLUNESCreí que jamás tendría que enferntarme a una situación como esta.Es extraño pensar que me había salvado de tal maleficio.Me contactó ayer, así que sentí que era lo correcto, quizá pedir una disculpa, no puedo esconderme para siempre. Delante de mí una mujer colocó su bolso sobre la mesa, primer signo de querer intimidarme, pero en realidad no lo hizo.Para mi gran pesar admití que era bonita, tenía curvas voluptuosas, pechos grandes que mostraba con un escote profundo.Llevaba el cabello recogido en una alta coleta, se quitó los lentes oscuros que llevaba, pude apreciarla mejor. Facciones tirantes y definidas, hubiese sido buen material para modelar, de no ser por que detecté ese arreglo en la nariz, el botox en los labios y el colágeno de su frente.Entonces no me sentí tan mal, al menos soy natural.Se sentó con poca elegancia, sus enormes ojos deslilaban odio puro.—No me agrada volver a verte—dijo. No contesté, preferí escucharla—¿Qué? no vas a hablar, pues tienes
GABRIELJUEVESNo he podido dormir.No puedo comunicarme con Jazmín y eso me está matando.—No sé qué hacer—le había mostrado a Fer aquel papel de los análisis.—No saques conclusiones aún.—¿Qué no saque conclusiones?, está hecho, voy a tener un hijo de Berenice, ¡tiene tres meses! —Fer solo chasqueó la lengua—. La perdí, hermano, la perdí.—No te desesperes, algo siempre pasa a último minuto, tu solo ten fe.—Es que ya no puedo tener fe, es… es estúpido.Tomé mi saco.—Espera ¿Dónde vas?—Voy a perderme.Salí de la oficina, bajé hacia el estacionamiento por mi auto, conduje sin un rumbo fijo.La interfaz del auto me notificó una llamada, era Ber
GABRIELSentí una pata peluda en mi nariz, luego unos lengüetazos en la mejilla, luego un mordisco en la nariz.Me enderecé en chinga.—¡Hay, pinche gato! —me dolió.Gabo saltó de la cama y maulló con fuerza, me percaté entonces del estridente sonido de mi celular, metí la mano debajo de la almohada, era una llamada de Berenice, tan temprano.Seis de la mañana.—¿Si? —mi voz sonó rasposa.—Hoy es el gran día, pececito, levántate y comienza a arreglarte.El final de mis días es hoy.La boda comenzaba a las doce.—Sí, ya voy.—Está bien, te dejo, te veré en la iglesia a las doce.Lancé el celular lejos de mí y volví a recostarme, Gabo saltó a la cama y se enroscó cerca de mi pecho. S&iacut
—¿Lo grabaste?Ambos detuvimos nuestro baile y miramos hacia la voz.—Dime que lo grabaste porque eso fue digno de una película.—Lo tengo, lo tengo.—¿Qué están haciendo? —preguntó Gabriel.Ferdinando se acercó a nosotros extendiéndonos un paraguas extra (ya que nos habíamos empapado). Pero, para mi gran sorpresa Yang Ji estaba con él.—Es mejor que nos vayamos de aquí—dijo mi hermano, luego miró su reloj—, se hace tarde, nos están esperando.—Esperen, esperen, no estoy entendiendo nada.—Ya lo sabrán, no coman ansias.Después de que estos dos reventaran nuestra burbuja de ensueños, Gabriel y yo los seguimos de vuelta hacia la catedral ¿Ahora tendremos que enfrentarnos a la boda fallida? ¿Por qué nos llevaban hacia ahí?Miré a Gabriel, quien me apretó la mano, también estaba algo nervioso, pero no podía borrar la sonrisa de su rostro y al parecer yo tampoco.Sin embargo, cuando entramos a la iglesia esta estaba vacía.—¿Por qué estamos aquí? —pregunté, pero ninguno me respondió.Esto
Miré fijamente esos ojos verdes—No me vas a ganar—susurré.Pero me seguía mirando fijamente.Esa nariz chata y húmeda, sus colmillos les sobre salían y sus bigotes apenas se movían al compaz de su respiración.—Jaz—me llamó Gabriel—¿Qué haces?—Sh—le señalé un momento con las manos.Gabo entonces parpadeó.—Ja—lo señalé—, le gané.Gabriel se rio con fuerza, caminó hacia nosotros con una bandeja contundente de desayuno.—Mi amor, deja al pobre Gabo fuera de tus competencias.—¿Po qué? —hice un puchero—, ¿sabes lo que hizo tu hijito? —Gabo se estiró sobre el taburete, levantando la cola— Casi me asfixia cuando me despertó ¿Cómo se le ocurre echarse sobre mi cara?Gabriel soltó una fuerte risotada.—Te juro que si vuelve a hacerme algo así lo raparé.Gabriel dejó la bandeja sobre la mesita de centro, tomó a Gabo y lo estrechó entre sus brazos.—Pero si este canijo es inofensivo—lo abrazó con fuerza, Gabo soltó un fuerte maullido de auxilio, me miró suplicante.—No, no me veas así, te lo
FERDINANDOCUATRO MESES ANTES —¿Por qué quieres eso? —le pregunté impactado.El hombre frente a mí se recargó en su sillón, con una sonrisa ancha.—¿Por qué no?De pronto, su pie acarició mi pierna, todos los vellos se me pusieron en punta.—No, tú estás loco, cabrón—salté del sillón.—Cálmate Ferdinando—me estremecí de nuevo—, siéntate si no quieres causar ningún alboroto—el alcohol en mi cuerpo hacia que sintiera las palmas y mi rostro con picor.Miré alrededor algunas personas ya nos lanzaban miraditas.Demonios, ¿Por qué se le había ocurrido aparecer, así como así?, sobre todo quedándose luego de que Gabriel se hubiese marchado por la Gacelita.Yang le hizo señas a un mesero.—Una botella de mezcal.—Enseguida.Me senté de nuevo, alejando mis piernas de este rarito.—No es nada del otro mundo lo que te pido—decía como si fuese lo más obvio del mundo—, me gustas y sé que muy en el fondo te gusto, no me lo vas a negar.Negué con la cabeza.—Definitivamente estás loco, a mí me gusta
FERDINANDO4 MESES DESPUéSSe de buena manera que ninguna persona es esencial en tu vida y que tampoco es necesario esperar nada de nadie.Tengo dos hermanos que adoro con mi alma, pero cada uno ha comenzado su vida solo. José Antonio (el mayor), se casó hace siete años y tiene dos hijos, Tania y el pobre de Casandro (lo jodieron con el nombre del suegro de mi hermano). Y mi hermano menor, Guillermo, quien ahora está en Australia piloteando vuelos por el mundo, él no está casado, pero tiene novia y un hijo que dejó aquí en Veracruz, mi sobrino Julián. Mamá y papá se quedan en la casa en dónde nos criamos, disfrutando de su jubilación y enfocados a disfrutar su tiempo libre, con los nietos o simplemente viajando. Suelo verlos los fines de semana.Pero siempre solían terminar con un sermón sobre sentar cabeza, encontrar a una buena chica, casarme, para no tener que estar de pirujo casco ligero.¿Cómo me los quito de encima?Les regalo un viaje redondo a dónde sea.A veces tengo una age
GABRIEL9 MESES Y DOS SEMANAS DESPUÉS—Amor ¿estás segura de que te sientes bien?—Sí, no he tenido ninguna molestia, me siento muy bien—contestó.Bueno, era cierto, recientemente ha tenido mayor energía.El parto estra programado para dentro de dos semanas.Hoy se estrenaba el evento de lucha libre más grande de Veracruz.—Voy a ir contigo—se había empecinado en acompañarme, además de que estaba curiosa por saber ¿Por qué la gente se entusiasmaba tanto?—Esta bien, pero en cuanto sientas cualquier molestia nos iremos enseguida.—Sí, sí puedo hacerlo, no pasará nada.Para eso tomé tolas las precauciones necesarias.Heché en la cajuela todo lo necesario para ir al hospital enseguida, “Hombre prevenido vale por dos”, como siempre me dice mamá. Ropa cómoda, frasadas, documentos, todo.Me coloqué mi mascara.—No—Jazmín se rio con ganas en cuanto me vio—¿De verdad irás con eso?Gabo estaba recostado sobre su barriguita.—Claro—coloqué mis manos en jarras—, soy uno con lamascara, así que ni