VÍCTOR—Su posición está en juego, teniente, lo que hizo anoche no es más que una mancha en su impecable carrera. Desobedeció mis ordenes y llevó consigo a sus hombres quienes lo siguieron sin imputarse—el capitán estaba furioso—. Pero… un arresto es un arresto, las autoridades federales se encargarán del presidente—suspiró pesado—. Debería encarcelarte un mes sin paga, pero debido a las circunstancias y a tu pronta boda, me veré obligado a subirte a un barco.La piel se me puso chinita.—Va a mandarme…—Los submarinos alemanes siguen merodeando las costas de Miami en cualquier momento entrarán a nuestro golfo, el único castigo que te daré es que después de la boda deberás subir al barco, sin protestas, ¿entendido?—Sí, capitán.Me dejó ir.Despues de mi boda… después de casarme con ella deberé dejarla…¿Cómo puedo decírselo?Ella ahora está en su casa, anoche seguramente debió haber estado aterrada. No he podido estar a su lado, me han tenido aquí encerrado y no puedo desobedecer de
JENNIEHan pasado dos días.Me he recuperado, o al menos eso creo.Al menos la mancha en mi mejilla ha bajado considerablemente, en mis manos las líneas por las sogas ya no están. Juana ha hecho un maravilloso trabajo.Me he pasado estos dos días en un estado de reposo casi absoluto, pese a mi alma inquieta, siento que no he tenido las fuerzas suficientes ni siquiera para sostener la cuchara.Me siento delicada, como si el mismo rosé de una sola pluma me pudiese derribar, o al menos, eso fue lo que sentí estos dos días.Hoy es diferente.Ha revivido en mí una energía grata, como si hubiese despertado luego de un gran sueño.Víctor ha estado viniendo varias veces durante el día.El cuartel no queda tan lejos, por eso le es fácil venir.Quedó grabado en mi mente, su rostro cuando me rescató del viejo sucio, estaba aterrado. Pero ahora que lo veo, es muy diferente.Salí de casa, caminado despacio y con un vestido celeste ligero, una bolsa de migajas de pan y mi libro en la mano, ya no de
VÍCTOR—Has hecho un muy buen trabajo, hijo—apremió mi padre.Terminé de abotonarme, acomodé las medallas, estaba acicalándome más de lo normal.—El presidente solo obtendrá su merecido.—AH, no me refiero a eso, aunque ese también fue un buen golpe, independientemente del castigo que te pongan, no tengas miedo a las represalias si es algo que crees que lo mejor.Me detuve volviéndome hacia él.—¿Estás dándome un concejo? ¿enserio?—Ya sé, pero, me estoy volviendo viejo, quien sabe si el día de mañana se el último que nos veamos, la vida es así.—Pues eso si es algo de miedo, que hable usted así, ush, hasta la carne de gallina se me puso.—Cálmese, exagerado—encendió su puro—, ah, mira, ya llegó Ester—Ester era una de las amantes de mi padre.—No creo que sea bueno que haya venido.—Va, al contrario, es mejor que la vean todos y que tu futura esposa sepa quién es.Lo miré confundido.—¿Para qué querría presentársela a mi futura esposa?—Es obvio, la señorita Kim es la que proveerá de
JENNIEÉl se acercó tentando el ambiente.En un segundo estuve tan cerca de su aliento y sus labios tocaron los míos. Sus manos me rodearon la cintura, acercándome a él.Encontré que, no estaba temblorosa, sino anhelante a su cercanía.Sus labios se movieron en los mios tomándome por sorpresa, pero no negándome al toque.Mis manos, instintivamente subieron por sus brazos hasta enredarlos por su cuello, colgándome de él.—Jen…—Víctor…Se inclinó más, profundisando, pero luego se tensó y se hechó hacia atrás, dejándome pasmada.—Ah, lo siento, no debo emocionarme tanto—se separó de mi.Lo vi un poco incómodo.—¿Por qué no deberías?Sonrió despacio y negó con la cabeza.—Es algo… no, no le tomes importancia.Me recargué sobre la mesa.—Ahora tengo curiosidad.Rehuyó un poco de mi.—Ah ¿quieres sentarte? —estiró la mano, pero me dio la espalda—, siéntate en el sillón, es cómodo.—¿Porqué siento que se ha incomodado? ¿hice algo mal?—¡No! —me llevó rápidamente al sillón, sentándome y sent
VÍCTOR —Mi niño, ven—mi madre me había extendido su mano.Tenía ocho años cuando me llevó a la playa, mi padre nos había llevado a un viaje por bote, íbamos a pescar un pez espada y unas cuantas langostas para la cena.Nos acompañaba mi tío Rogelio (hermano de mi papá), que era experto en la pesca.—Víctor, tráete la red, ándale mijo—me decía mi tío y yo de obediente iba a llevársela.—No te acerques tanto a la orilla—me advirtió mi mamá.Era la segunda vez que viajábamos en barco, la primera era de más chico, pero no lo recordaba.Recuerdo que el barco tenía un cristal en la parte media y podía ver las corrientes de agua, algunos peces nadar con prisa y rayas enormes, más grandes que yo, y eso ya era hablar bastante.—Acá está, ya pescó, mijo agarra bien la red.Mi tío y mi papá forcejeaban con la caña de pescar mientras intentaba acercarme, pero no tanto para no caer.Al fin, mi tío sacó al espada, mi papá me arrebató la red y me echó para atrás.—Agárralo Chabela—le ordenó mi papá
SAN FRANCISCO DE CAMPECHE, CAMPECHE, MÉXICO. 2024GABRIEL—Ahí viene, mano—me codeó mi amigo. —Sh, cállate.Admito que, me puse nervioso, como todos los días.Ella cruzó por la parte delantera de la cafetería, con su aire grácil de una gacela orgullosa; tragué en seco.—Mira nomás, mano, cómo viene—gimoteó emocionado mi amigo, le enterré el codo en las costillas.La conocí el verano pasado, llegó como si nada; como si todo en esta vida le valiera madre. Su presencia, lo elegante de sus movimientos y ese aire misterioso de ella fue lo que me capturó por completo.Nunca me he atrevido a hablarle, no le tengo miedo a ella, sino que, a parecer un completo imbécil. Hacer una tontería y que ella deje de venir.Como mero espectador, la vi empujar sin tanto esfuerzo la puerta de la cafetería, la campanilla anunció su divina entrada. Mis terminaciones nerviosas se activaron.Limpié los residuos de la tisana que ya estaba en mis manos; para ella una tisana oriental con dos c
GABRIEL Apenas salvamos el exámen—Nombre, que suerte, nomas nomas llegamos—decía Fer—, pero ahora tenemos exámen de Martha y Zamarripa mañana y seguidos.—¿Te dijo la jefa si debíamos regresar?Consultó la hora.—Ah, si, ni modo a chambearle.—Déjame entregar esta carpeta con las secretarias, te acanzo en la entrada.—Pero muévete.Algunos me miraban porque traía la nariz roja y un poco de sangre seca, además de que había escurrido en mi uniforme, otros estaban en su mundo, estresados como siempre. Fui a entregar mi carpeta, debía meter mi documentación cuanto antes para que me validaran mis próximas prácticas.—Hay, Gaby, eres tú—taconeó la secretaria, se llama Mago, o bueno, muchos así le dicen. Pero es una señora que le tira la onda a los chicos.Es un rumor entre la escuela, pero dicen que se ha tirado a muchos, por eso luce tan fresca.—Estuvo bien que vinieras antes—apretó la carpeta con su pecho ajustado—, muchos están dejándolo pasar hasta el último día, pero para ti aun hay
GABRIELMe toqué el cuerpo en un intento de sentir mis pulmones… ahí estaban todo estaba bien… pero.—Haber chicos… comencemos contigo—señaló a Jazmín—, ¿Qué sucedió?Jazmín temblaba como si hubiese estado bajo la lluvia helada, pese a que tenía un té en la mano.—Vi… mi vida… pero cuando llegué a mi infancia—apretó los labios—, recordé cosas sin sentido. Estaba en un lugar, era una fiesta, bailaba con alguien que estaba vestido de blanco—sacudió la cabeza—, era él—me señaló—, él estaba ahí—aferró el vaso—. Después vi que iba en un barco, era uno pequeño, iba con un hombre, hacia una estructura de metal en el mar… era como esos yacimientos de petróleo—se encogió—, después algo se impactó contra la estructura y todos se caía, el hombre a mi lado salió disparado hacia el mar, caí entre unas rejillas—se llevó una mano al costado del estómago, un poco debajo de las costillas—, aquí… tenía un tubo… se me había encajado… después todo se cayó… se hundió en el mar—se apretó la garganta—. No p