VÍCTOREn todos mis años como hijo del alférez he recibido toda clase de elogios, nadie podía hablar nada sobre mí.Ahora… ahora estoy siendo el hazme reír, solo porque Jennie decidió abofetearme frente a mis colegas, frente a las mujeres mayores de la sociedad. Es la primera mujer, de la que hablan, que no ha sucumbido a mis encantos.Aunque, pegaba como patada de mula.Y lo peor es que no solo me ofendió frente a todos, sino que escuchó mi conversación con Lucía.Mientras me daba de tumbos en la cama, girando de un lado a otro, de solo pensar en que ella nos escuchó. Aún no he oído ninguna noticia sobre ello, tal vez se lo esté guardando para dios sabe que artimaña.¿Y si estaba considerando a Lucia como parte de su tonta lista de amantes?Enterré el rostro en la almohada.¿Qué puedo hacer?Cerré los ojos con fuerza.Jennie Kim.Es insufrible, es salvaje e irreverente, esa tenacidad que mostró el día del compromiso, esa ambición mostrada al enfrentarse a mi padre, ¡al mismo alférez!
JENNIECuando me aseguré de que el teniente Víctor ya se hubiese ido fui corriendo con mi padre.Quien ya me esperaba en su despacho, había encedido su fuerte habano.—¿Perdiste la cabeza? —le reproché.—Tuve que presionarlo, jamás hubiese declarado por su cuenta apresurar la boda ¿no crees?—Pero… me pegaste.—Y te defendió, aún conmigo, con tu padre, significa que le interesas—se regodeó—, algo hiciste bien.—Yo siempre hago las cosas bien—lo miré entrecerrando los ojos—. Casí me lo creo, de verdad—me sobé la mejilla—, eso me dolió mucho.Papá chasqueó la lengua. —Ve con Juana que te de algo para ese golpe, no debemos dejar que te veas mal—di media vuelta—, espera, lo haces luego, tengo que hablar contigo.Lo miré de mala gana.—Ya hiciste mucho drama hoy, papá.Enfurruñada fui a sentarme cerca de él. —Investigué al tipo ese con el que te reuniste—fue al grano.Me sorprendió.—¿Estás siguiéndome?—A las dos, tengo que tenerlas vijiladas ¿no? —le dio una calada a su habano—. No e
VÍCTOR—Ya no se que hacer con ella, padre.—¿Cómo?—Siempre que estamos juntos, terminamos peleados—suspiré—, he intentado llevarme bien, pero… esque lo pone tan difícil.—No hay nada que no pueda resolverse, hijo, en los dos debe caber la prudencia, puedes comenzar contigo. Ella pronto se convertirá en la señora de La Rosa, además, seguramente estará algo molesta por los rumores que circulan por tus andadas.—Le juro que ya he cortado con todo eso.—No creo estar tan seguro, Margarita, ha estado diciendo que te casarás con ella, incluso pidió verme por la tarde.—Padre, usted sabe que oficialmente me casaré con Jennie.—Ya se, ya se, pero tienes que arreglar muy bien tus asuntos, hablaré con Margarita, pero me pondré firme al negar matrimonio con ella, el suyo ya hasta están corriendo las amonestaciones.—Gracias, padre, lo haré.—En cuanto a la señorita Kim, intenta comprenderla, es muy joven aun y seguramente se escuda en ese carácter tan firme. En realidad, tiene un gran corazón,
JENNIECerré las puertas de mi balcón y salté a la cama, sin parar de reir.Shinae, que había llegado a mi habitación en cuanto escuchó que los músicos cantaban; se lanzó a la cama y comenzó a darme de nalgadas.—¿Escuincla que hiciste?—Ya déjame—pero continuaba riéndome.—¿Por qué hiciste eso?Intenté tomar bocadas de aire, Shinae dejó de nalgearme.—¿Por qué? —apenas tenía retorcijones de risas—, ¿el teniente quiere impresionar intentando conquistarme así?, por favor, Shinae, es solo una impresión para los demás, es un show, no es verdad.—¿Qué? ¿Por qué se te hace tan difícil creer que el teniente Víctor pueda enamorarse de ti?La miré absurda.—Shin, querida, es lo más tonto que has dicho hasta ahora—acomodé mis sabanas—, el teniente Víctor no tiene corazón para amar a una mujer.—¿Cómo lo sabes?Tragué en seco y desvié la mirada.—Me lo dijo—no lo dijo directamente, pero estaba implicitó—. Además, esto—señalé el balcón, refiriéndome a la serenata—, eso es para que la servidumbre
víctorJennie… no hay una razón lógica para que mi cabeza ahora gire en torno a ella. Me gusta.Esta chamaca me gusta más de lo que creí.Ya no tengo porque resistirme si he caído como un chino por ella.Me voy a casar.—Despierta, mano—me sacudió Fer.—He, ¿qué quieres?—Te estoy hablando, parece que andas todo volado ¿Qué te pasa?Suspiré.—Creo que me pegó.Fer chasqueó la lengua.—Voy, ¿apoco ya te gusta Jennie?—La besé—volví a suspirar—, nunca había probado una boquita tan tierna.—Jijo, mano, ahora si que te pegó, caíste redondito.Me reí.—Pero que importa ya, si me voy a casar con ella.—No pos si, pero, ¿ya se te olvidó el contratrito ese que te tiene nuestro suegrito?, si tienes una sola amante, Jennie tendrá de amante al chango ese de Abel.—¿Y qué?—¿Cómo?—Pues que no importa, yo solo tendré a Jennie y punto.—Bien, pero ¿apoco le gustó el beso?Chasquee la lengua.—¿Qué estas hablando? —lo tomé por las solapas de la camisa.Levantó las manos.—Pues que, si ella te dijo q
JENNIEPretender que no paso nada siempre lleva a que la mente se llene de mugre, de cosas que no quieres pensar, pero que estarán ahí para torturarte, siempre.No tuve de otra más que salir con Juana y Lupe a recoger leña para el fogón.Me advirtieron decenas de veces que no fuera con ellas, pero, necesitaba algo mucho más fuerte para distraerme, además, nadie notaria mi ausencia. Mi madre estaba lo suficientemente ocupada cuidadon a Enjoo y afinando los detalles en el vestido de Shinae para la “coronación” de hoy, por mi parte había alegado que ya tenía mi vestido y que estaría encerrada leyendo.Por suerte, no se metían conmigo, creí que cambiaría un poco por lo presipitado que sería la boda, pero quizá mi madre es la más dispuesta a hecharme de la casa de una buena vez.—Niña Jeny, no debería venir con nosotras, su mamá va a regañarla—continuaba diciendo Juana, ya estábamos a medio camino.—Hay Juana, ya estamos alejadas de la casa, además nada de lo que digas cambiará de parecer,
JENNIEAquella fiesta era todo luz y alegría.Serpentinas, confeti y espanta suegras, música a todo lo que daba, la gente bailaba, alegre y consentida.La noche anterior, en aquella fiesta en la que Víctor me interrumpió con Abel, ni siquiera había apreciado el lugar. Ni siquiera estuve tanto tiempo.Ahora, como de un acto rebelde se tratase, me descubrí el chal levemente, para que pudieran apreciar mi vestido.Algunos, muy obvios, abruptos se detuvieron para mirarme.Víctor, algo tenso y receloso, me tomaba del brazo, lo vi lanzar miradas amenazadoras a mi alrededor.—Estoy pensado que es demasiado provocador.—Estas amenazándolos con la mirada, alguien se te vendrá encima.—Me refiero al vestido… ¿en qué pensabas cuando escogiste un vestido así?—Solo demuestro que… estoy a la moda.—Jennie—protestó.—Víctor—refuté.—¿Sabes lo que está pasando en el mundo, acaso? —masculló—, ahí afuera se está librando una gran guerra y tu…—¿Y yo?Chasqueó la lengua, pese a que estaba molesto, no p
VÍCTORFui arrastrado por el par de Adelitas a los barrotes del palacio.Resignado, dejé que me encerraran, intenté mirar hacia la mesa donde había dejado a Jennie, pero no podía verla.Solo podía escuchar los vitoreos de la gente, el lanzar de las serpentinas por todos lados.Hace solo unos minutos la había tenido entre mis brazos, tan pequeña, delicada, dulce y… el animal en mi quería llevarla lejos de ahí, besarla, acariciarla…No podía creer que estaba cacheteando la banqueta por ella.Todo me resultaba nuevo, increíble.Quería regresar de nuevo a su lado.Me encontraba ancioso por regresar.—Muchachas, ya les dije que prefiero pagar los cinco pesos.—De ninguna manera teniente, usted debe quedarse aquí, solo son diez minutos.—Si teniente, ya nos había dejado tanto tiempo sin su presencia.—Como se va a casar.Escuché detrás mio que alguien chasqueó la lengua, me giré lentamente.Ah, este maldito.—¿Qué? ¿Quiere decir algo? —lo enfrenté, cuadrando el encuentre.Nicanor bajó su som