HÉROES DE MIDGARD

HÉROES DE MIDGARDES

Fantasía
Demian Faust  Completo
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Resumen
Índice

Continuación y final de la saga de Midgard de Demian Faust, donde seguimos disfrutando de las aventuras de los legendarios héroes Manu, Medreth y Lupercus. ¿Logrará Medreth su venganza? ¿Encontrará Lupercus por fin el amor?

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LA BÚSQUEDA DE IVA (primera parte)
La tribu de Lug era conocida como los aryas, que significaba en su primitiva lengua “los hombres de la nieve” o “los hombres blancos como la nieve”. Los aryas habitaban las tierras nevadas al norte de Europa hace decenas de miles de años según podía ver en las extrañas visiones que trasladaban mi mente a esas épocas recónditas y primitivas y que me permitían observar la vida de nuestros ancestros. Los aryas eran hombres y mujeres de piel blanca, ojos verdes y cabellos rubios, liderados por Lug, un vigoroso sujeto de más de dos metros de estatura y dorso tremendamente musculoso, pero además que poseía una mente sagaz. Debido al clima que habitaban, los aryas vestían con ropajes de piel de animal que les cubrían gran parte del cuerpo.  Un día llegaron los cazadores aryas hasta un territorio más al sur de lo que normalmente bajaban, en busca de nuevas presas que llevar pues el clima era cada vez más helado y muchos animales emigraban hacia regiones más cálidas. Sabían bien
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LA BÚSQUEDA DE IVA (segunda parte)
Manu ya no quería vivir, pues se sentía desolado por la pérdida de su amada Iva y de su hijo que ahora pertenecerían a otro pero no pensaba dejarle fácil a los nativos el darle muerte así que decidió prepararse para la última batalla de su vida. Tomó su lanza y miró fijamente hacia el horizonte donde se dibujaban las cabezas de sus salvajes enemigos… Manu se enfrentó al primero que se atrevió a aproximársele rajándole el abdomen con su lanza. Le siguió otro que rápidamente fue ultimado con una herida en el cuello. Luego otro, y otro, y otro. Los nativos comenzaron a llegar en oleadas grupales y eran asesinados una y otra vez por un enloquecido Manu furioso y frenético que parecían estar desahogando su ira y su dolor en los infortunados negros. En poco tiempo había un charco de sangre que empantanaba la arena a los pies de Manu y una
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LA DIOSA OSCURA (primera parte)
 Muchos años en el pasado nació un legendario guerrero llamado Lupercus. Hijo del emperador de Etruria y de una de sus esclavas más bellas, traída desde las tierras heladas del norte, de los Reinos Nórdicos. Una pitonisa profetizó al monarca que algún día el hijo que tuviera de una esclava del norte lo mataría, por lo que el Emperador ordenó darle muerte a la madre y al hijo. Pero la mujer era tan bella que el verdugo se apiadó de ella y la ayudó a escapar aunque eso le costaría luego la cabeza. La mujer embarazada fue enviada en un barco de traficantes de vuelta a las tierras del norte. Allí nació Lupercus en una cabaña en medio de la montaña rodeado de bosque. La madre de Lupercus, Elveth, era una mujer nórdica preciosa de cabellos rubios como el oro, ojos azules y piel blanca como la leche. Pero Lupercus no, &eac
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LA DIOSA OSCURA (segunda parte)
Vladus, Lupercus, y los soldados sobrevivientes, enterraron con honores a los muertos kushanios cremándolos y realizando una oración a los dioses. Godhos fue cremado también con su espada en una pila de leños sólo para él y el propio Vladus presidió la oración rogándoles a los dioses kushanios que aceptaran a tan valiente guerrero en sus salones como era merecedor. Luego emprendieron el regreso a casa que tomaría al menos un día y medio. Conforme los caballos se aproximaban al Castillo del Dragón donde residía Vladus y su esposa, comenzaron a notar el hedor a muerte cercano y la columna de humo que subía hacia el cielo en la lejanía donde debía estar el castillo. Vladus maldijo y apresuró a su caballo cabalgando desesperado seguido por Lupercus que había descifrado lo sucedido. Algunos minutos después la asoladora
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LA DIOSA OSCURA (tercera parte)
 Tras varios días de atravesar las gélidas montañas y llanuras kushanias poco a poco el inhóspito y frígido paisaje fue cambiando hasta transformarse en las tierras fronterizas de clima más cálido y observó una multitud de peregrinos vedantios que caminaban hacia un santuario situado sobre un monte. Los vedantios eran un pueblo de piel morena y cabello negro, pero de rasgos arios, cuyos hombres usualmente vestían trajes de telas blancas y turbantes, las mujeres frecuentemente usaban ropa multicolor, hermosas aretes en oídos y nariz y otras alhajas así como se cubrían la cabeza con un velo al entrar a lugares de respeto. Lupercus aprendió algo de su lengua cuando fue soldado atlante, pero en todo caso el idioma vedantio era muy similar al atlante y al medo por lo que era fácil de aprender. Lupercus bajó de su caballo y caminó por el sendero de los
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LA DIOSA OSCURA (cuarta parte)
Con el nuevo ejército de hombres—mono, el Rey Rama y sus dos camaradas humanos llegaron hasta la punta sur de Vedantia habitada por primitivos nativos llamados veddas de piel muy oscura que huyeron aterrados al ver a sus enemigos ancestrales, los yetis, arribar en gran número. Los pescadores abandonaron sus barcos en las costas y estos fueron utilizados por el inusual ejército para dirigirse a Lanka. Mientras, la infortunada Sita emitía estertóreos alaridos conforme los tormentos que le aplicaban los demonios de Ravana le rasgaban el cuerpo y mientras Ravana se deleitaba con este espectáculo horripilante, uno de sus lugartenientes que, como todos a su servicio, era un demonio similar a él aunque más pequeño, llegó temeroso a dar malas noticias. Los torturadores de Sita se detuvieron cuando escucharon el grito de ira de su amo y se volvieron para observar la cabeza rodante del lugart
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LA TORRE NEGRA
Una torre negra se erguía ciclópea en las viejas e inhóspitas estepas turanias. El lugar, habitáculo de un temido hechicero malvado, era ampliamente evitado por los lugareños, y sólo los soldados y funcionarios turanios se atrevían a aproximarse, generalmente con la finalidad de hacer cumplir los macabros designios urdidos a lo interno del sangriento y cruel Imperio turanio, para quien trabajaba el siniestro personaje que habitaba la torre. Años atrás el malvado Canus el Traidor había traicionado a su propio reino, la próspera y magnífica Wilusia, tras recibir la visita en sueños del demonio Adramelech que adoran los turanios prometiéndole riquezas a cambio de su asistencia. Pero Canus, desde su negra torre y laboratorio, no había dejado de espiar a su enemiga, la guerrera Medreth, única sobreviviente de la familia real wilusiana y quien se hab&ia
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LA VENGANZA DE LOS SALVAJES (primera parte)
 Como ya mencioné la geografía de esta época era bastante distinta. Para empezar, el Mar Mediterráneo era en realidad un gran lago de gigantescas proporciones que dividía los Reinos Septentrionales (es decir, Europa y Norteamérica divididas por el caudaloso río que luego sería el estrecho de Bering) de la Gran Jungla de Kush (África), Centroamérica era un archipiélago y Sudamérica una isla gigantesca. Eran en estas épocas que la enorme isla de la Atlántida se erguía ominosa en las aguas entre las islas centroamericanas y sudamericana, las costas selváticas de la Gran Jungla de Kush y de los Reinos Septentrionales, siendo las Antillas los últimos remanentes que quedaban de estas tierras. En el norte, más allá de los Reinos Septentrionales, todavía se escuchaban las leyendas de Hiperborea, una antigua y mágica tierra de islas cerca del
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LA VENGANZA DE LOS SALVAJES (segunda parte)
  Así es como Lupercus atravesó el desierto sobre un caballo minoico que muy frecuentemente se veía forzado a descansar. El mismo Lupercus aprovechaba los descansos del corcel para buscar indicios de los beduinos, consciente de que los gharidios tenían patrullas que sondeaban el desierto y que le darían muerte sin dudarlo. Se sentó mientras su caballo descansaba y bebía agua. Él mismo tomó algunos tragos de su cantimplora y se recostó sobre una piedra a meditar, siempre alerta, y admirando los restos óseos de un sujeto que debió haber muerto hacía muchos años en las profundas arenas desérticas, dada la resequedad del cráneo. Justo entonces descubrió los gritos asoladores de una mujer muy cercanos. Se arrastró por entre la arena y se asomó por una duna hasta observar un oasis lejano, a medio kilómetro d
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LOS GIGANTES DE LEMURIA (primera parte)
 Lupercus se encontraba sirviendo al ejército del Imperio Atlante en las tierras del norte de Aztlán, separadas en aquel entonces por un caudaloso río de los Reinos Nórdicos que hoy llaman Europa. Extensas planicies nevadas y profundos bosques indómitos recorrían la mayor parte del territorio donde habitaban tribus esquimales que cazaban búfalos, pero donde el Imperio Atlante prácticamente no colonizó por lo inhóspito del terreno.Los principales asentamientos humanos se formaron más al sur, por debajo de lo que es hoy el desierto mexicano, que en aquella época era tremendamente frío y en algunas estaciones también era nevado, debido a la glaciación. Era muy abajo donde un sacerdote atlante rebelde llamado Mexi tomó a un grupo de renegados y fundó un reino autónomo en constante guerra contra los atlantes. Se decía que Mexi era un hechicero
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