Capítulo 27. Peligros a la vista.

Con ayuda de una rodilla David le abrió las piernas e introdujo su mano para alcanzar su intimidad.

—Ohhh, esto va estar muy bueno —declaró al sentirla resbaladiza, y sumergió la lengua dentro de la boca femenina.

Jimena se rindió al oleaje de emociones que se desató en su interior. Rodeó el cuello de David con los brazos para sostenerse y abrió aún más las piernas, permitió que él apartara la tela del bikini y la poseyera allí, de una sola estocada.

Sus frentes se unieron mientras sus cuerpos danzaban en un ritmo frenético bajo el agua, que ahora se sentía cálida. Se entregaron sin reservas, olvidándose por completo de los alrededores, del mundo y de ellos mismos.

Ella se arqueó embriagada por el placer, lo que le concedió a él una oportunidad para alcanzar con la boca sus senos.

Le apartó la tela del traje de baño y succionó con hambre la punta erguida de uno de sus pezones. Lo frotó con la lengua, al tiempo que se empuñaba más a ella hasta hacerla lloriquear y pedirle más.

La implo
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