Hasta que te canses de mí
Hasta que te canses de mí
Por: Jo
Capítulo 1: Ausencia

Londres, como siempre, se encontraba sumida en su gris habitual, el cielo cubierto por una niebla espesa que apenas dejaba ver el horizonte. Desde su ventana, Clara observaba cómo la ciudad se desvanecía en una combinación de sombras, reflejando perfectamente cómo se sentía en su interior. Su casa, grande y lujosa, nunca había sido un lugar que le inspirara paz. Había pinturas caras en todas las paredes, cuadros famosos que nunca se había detenido a mirar, que no la impresionaban en lo más mínimo. Le importaba muy poco la ostentación. Para ella, el lujo era simplemente parte del mundo en el que Ethan había crecido, un mundo al que había tenido que adaptarse, aunque preferiría algo más pequeño y cálido.

Al principio, todo era más tolerable. El amor que compartían parecía llenar cada rincón vacío de la casa. Pero ahora, cada vez que se encontraba recorriendo las enormes habitaciones, la sensación de vacío crecía. El silencio se había apoderado de todo. La casa, que alguna vez había sido un refugio, se sentía fría, tenebrosa, como si el amor que antes había colmado su vida también se hubiera desvanecido en esas paredes.

Pero había algo que Clara aún esperaba. Cada noche, durante la cena, cuando Ethan llegaba, aunque ya no le hablaba, ella se sentaba frente a él y podía observarlo. No importaba lo distante que se hubiera vuelto, para ella, al menos, él seguía siendo Ethan. Aunque las conversaciones se reducían a monosílabos, ella pensaba que todo esto era solo una fase, una dificultad momentánea entre el matrimonio y los negocios. En su corazón, aún mantenía la esperanza de que la relación mejoraría, aunque algo en su interior le decía que no era solo el trabajo lo que los separaba.

Hoy, sin embargo, las palabras de Ethan la hicieron temblar. Durante la cena, él la miró por un instante y, sin más, soltó:
—Dormiré en la habitación de invitados. Tal vez no sea solo hoy, quizá nos haga bien que duerma ahí por un tiempo.

Clara se quedó paralizada, el tenedor congelado en su mano. Quiso responder, preguntarle, pedirle explicaciones, pero él no le dio tiempo. Se levantó de la mesa sin decir una palabra más y se fue, dejándola con la comida a medias y un corazón que se apretaba en su pecho.

El sonido de sus pasos desapareciendo por el pasillo retumbó en su mente, pero no dijo nada. Clara sabía que no podía. Nunca había presionado a Ethan, pensaba que todo era parte de un proceso, que solo estaba pasando por un mal momento. Sin embargo, por dentro, algo se quebraba lentamente.

Esa noche, por primera vez, Clara se acostó en su cama sola. Aunque hacía dos meses que Ethan no la tocaba, el solo hecho de sentir que él estaba cerca, la tranquilizaba. La hacía feliz, en una forma extraña, como si esa pequeña presencia, aunque distante, fuera suficiente para calmar el tumulto en su frágil corazón.

Dormir fue todo un reto, daba vueltas en la cama sin poder conciliar el sueño, recuerdos de sus momentos felices pasaban por su mente como ráfagas fotográficas, tan rápido. Casi podía sentir que todo eso había sido ayer, podía sentir la mirada tierna de Ethan y lo que provocaba en ella. Eran tan felices. No estaba dispuesta a renunciar a todo eso, él era el hombre de su vida, lo amaba, y muy en el fondo ella sabía con seguridad que él la amaba. Algo no tenía sentido, había algo en la historia que no cerraba, el amor no se acaba de un día al otro. Si él hubiera comenzado a comportarse raro progresivamente ella tal vez hubiera aceptado que ya no la quería, pero ahora sabía que había algo más. Tenía que haber algo más…

—Fue su último pensamiento antes de caer sumida en el sueño.

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