¡Mi jefe!

—No, no exageres, verás que ahí te irá de lo mejor y sin contar que no se trabajan los fines de semana, eso es bueno para ti.

Eso es nuevo, será posible que todo sea diferente, que no es nada de lo que se comenta de ellos.

—Una pregunta, no quiero ser agobiante ni nada por el estilo, pero si me urge saber qué es lo que vieron en mí, no es que me crea especial, pero tengo entendido que para ser call center tienes que tener experiencia o un título que te respalde.

—Son nuevas oportunidades, y no creas que el jefe no ha visto tu expediente, una parte de lo que dices es cierto y por eso te queremos en nuestro equipo, eres la ideal para ese puesto.

Quiero creerle, pero se me hace difícil.

—Gracias por la oportunidad, solo espero que no me despidan por no tener la experiencia que ustedes buscan.

Bueno, ya le advertí, soy linda y todo, pero también tengo mis errores.

—No hay de qué, y para que veas que soy buena te daré la bienvenida pidiéndote que contestes tu móvil, desde aquí puedo escuchar cómo vibra en tus… —maldigo por lo bajo al ser descubierto, llevo mi mirada hacia mis gemelas y las pobres se mueven al ritmo del vibrador.

No puedo contestar y peor delante de ella, ¡no puedo hacerlo!, es que estoy seguro de que es él.

La insistencia de Pamela provoca que me irrite y me sienta incómoda porque ella quiere que conteste el bendito celular, ese que quiero azotar contra el piso, sin embargo, no puedo hacer nada porque es mi jefa, aparte de la persona con la que me presentaré.

Alzo un poco la mirada y tras tomar una bocanada de aire le digo que me gustaría presentarme ante el jefe y que la llamada puede esperar, ya que la persona que me está llamando con tanta importancia es el ex que quiero en el olvido.

“Si supieras que la persona que me está llamando es el que mantiene y paga mis gustos y antojos, lamentablemente me quedaré sin ese ingreso porque ahora mi cliente especial está furioso”.

Ella me contesta que los hombres son iguales, jamás dan algo de a gratis, sin embargo, nosotras las mujeres somos unas masoquistas que siempre necesitamos de su pito, aunque en este centro comercial puedes apreciar muchos juegos eróticos del que puedes reemplazar ese pito por el que quiere que vuelvas.

Increíble, esta chica está demasiado traumada, no imaginé que reaccionaría de esa manera, provocó que ella reviva la mala experiencia que tuvo.

Intento pensar rápido, ella está excesivamente inspirada en cómo acabar a los hombres y de cómo somos las mujeres con ellos; ¡malditas o masoquistas!

—Nena… Oh, lo siento, señorita Pamela, puedo decir que los hombres dominantes pueden ser o dominados, sí, eso quiere decir que nosotras siempre tenemos el poder.

Me acerco a ella y en un susurro le digo que es hora de salir con la entrevista del jefe, que ese tema me tiene frustrada y para no tener problema apagaré el móvil, todo es precaución.

—Está bien, tienes un poco de razón, pero luego prométeme que esta conversación continuará y me contará de lo que quiere ese… —asiento, antes de que las cosas vayan más allá de lo normal—, vamos, pero antes de proseguir quiero decirte que te limites hablar con el jefe, sé respetuosa y jamás digas no.

Muchas condiciones, pero no tengo de otra que obedecer, que hacer lo que me pide por qué necesito este maldito trabajo, dado que ahora no sé si me he quedado con el cliente que me iba a hacer millonaria.

Ah, yo y mis sueños locos.

***

Una suave racha de viento rozó sobre mi rostro al traspasar esa puerta, oh, un aura aterradora porque puedo percibir el dominio que ese hombre tiene en mí. No imaginé que mi jefe sea el jefe de jefes, ese hombre que acababa de ver hace un par de minutos o se puede decir una hora.

Doy un paso adelante sin decir “buenos días”, me quedo perdida, imaginando que ese hombre sea el ideal, o uno de los que me llama y es con el que permitiría que me conozca y que me haga suyo.

De pronto mis manos empiezan a temblar y una bendita oleada de excitación se apodera de mi cuerpo, estómago y de mi vagina.

Por mucho tiempo llevo fantaseando al jefe de jefes, ese que no podía tener el placer de verlo de cerca, no es por ser una maniaca, pero tengo revista del gran magnate dueño de varios centros comerciales.

Parpadeo un par de veces observando al hombre que me tiene descontrolada. El corazón empezó a latir con fuerza y me pregunto si el tiempo se ha detenido, ya que me quedó completamente callada.

—Puedes ponerte cómoda, hmmm… Señorita, Alexandra Morin —dice tras leer el documento que tiene en sus manos.

No puedo, me siento perdida ante el delirio de este hombre, sin querer mi gran imaginación se cambió a la escena de ese hombre y mi cuerpo desesperado.

Como toda una dama en la sociedad, una perra en el mundo fantasioso y erótico suelto un fuerte suspiro, pero todo eso se esfuma cuando un par de chasquido de dedos me vuelve a la realidad. Pamela me pregunta si me ocurre algo en el que me puede ayudar, ya que el señor Harry está esperando que me sienta para hacerme un par de preguntas.

Niego con la cabeza, alejando mis pensamientos. Toda apenada me disculpo y voy hacia la silla que me espera, al mismo tiempo Pamela se despide dejándome con el hombre que hace que pierda mi conciencia.

—Gracias por recibirme —mis palabras salen en un tartamudeo, ¡no jodas, que es lo que estás diciendo! No puedes demostrar que ese hombre es especial y que lo deseas, ¡deja de ser estúpida!

—Oh, eres la chica del estacionamiento —ladea un poco su cabeza, entrecerrando un poco sus ojos, examinando mis gestos y el nerviosismo que me provoca.

Oh, Dios, siento mucho calor, tengo la garganta reseca, ¡debo controlarme! Hasta me están dando espasmo en los labios, eso es porque quiero que ese hombre me dé lo que quiero.

—Sí, no imaginé que usted me reconocería.

¡Cállate! Como se te ocurre decir eso, eres demasiado inteligente para dejar que un hombre logre ponerte de cabeza.

—No soy tan viejo como cree y, qué casualidad de la vida, la chica que me encontré es la misma que Pamela me había prometido, y espero no incomodarte, pero necesito hacerte un par de preguntas.

¿Qué tipo de preguntas?

Espero que me diga que quiere salir conmigo

—Sí, me puede hacer cualquier pregunta —sin saber al terreno que estoy pisando, me aviento ante el vacío.

—Espero no ofender, pero me han hablado del buen trabajo que has hecho y quiero conocer un poco de ello, no es personal, todo es profesional —oh, ahora el asunto está cambiando, el hombre es guapo, pero también serio—. Qué le aconsejaría a una chica desesperada diciendo que quiere ser ella misma o intenta salvar su relación con su esposo.

Hmmm… Esas preguntas están fuera de contexto, y lo bueno de todo es que no me siento intimidada porque así él conocería un poco de mí, ya que se dice que soy famosa. Ahhh, quiero gritar porque eso no lo sabía, ¡no sabía que mi nombre estaba por todo el centro comercial hasta llegar a los oídos del jefe!

—Le diría que no todo está terminado y que ha venido al lugar correcto, y que lo primero que debe conocer son los productos mágicos, ya que eso te suma y no te resta.

—Buen punto, pero si ella te da la confianza a que la aconsejes y con toda discreción te pide ayuda, ¿qué es lo que le diría?

Oh, la conversación se está volviendo demasiado interesante.

—Uno de los tips que podría recomendar es que no se concentre únicamente en las zonas que uno considera erótica, sino que haga toda una expedición por toda su piel, encontrando aquellas zonas que uno no conoce, esas que te generan mucho placer, como por ejemplo; la bala vibradora, dedo mágico, el anillo vibrador y muchos más, todo eso lo puede hacer con su pareja o sola, y si me pregunta entonces cuál es la intención de revivir la llama que se ha apagado en un matrimonio, entonces le respondería que si hay amor uno de los dos tiene que tomar la iniciativa, no dejar que todo se acabe porque la rutina es mala, ya que destruye y mata la relación.

—Interesante, disculpa si te incomodo, pero si hay un caso de una chica mayor de edad que te pregunte cuando es el momento para la primera vez —sus preguntas me encantan, siento que el tema de conversación es algo que ambos dominamos porque las preguntas son de mis gustos, siento que está interesado en mí, más en mí que en mi trabajo como vendedora.

—Es interesante, siempre pregunto su edad, me gusta evitar los problemas y si esa chica me dice que si debe esperar; el matrimonio, bajo presión, a los dieciocho, enamorada, por mandato, por la prueba de amor o por la ley de la vida que es mantener al amor de tu vida cerca que lejos —empiezo a enumerar con mis dedos los detalles que una chica desesperada me preguntaría—. Mi respuesta es cuando esté lista, que no hay presiones y no tiene que demostrar nada. Que la atracción depende de muchos factores, que el lenguaje del ligue no es universal, que la respuesta depende del contexto, y que el consentimiento es lo más importante.

—Tienes mucho conocimiento con los productos.

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