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La diversión ha terminado

—Oye, ¿dónde vas? —de la nada mi amigo aparece frente a mis ojos, me relajo por ello.

—Quiero ir al tocador, ¿puedo? —lo último sonó demasiado tosco, y él sabía el motivo de mi comportamiento.

Falta de sexo…

—No se preocupe, yo la acompañaré —¡madre mía! ¿Está detrás de mí? Cierro mis ojos y maldigo por dentro, ¡no entiende que estoy huyendo de él porque la fiera que tengo dentro se lo quiere comer!—. Vamos, su amigo la puede esperar en el lugar donde estamos o esperar aquí.

—Sí, a ella le gustará su compañía —dice con un tono de humor.

Maldito, como se atreve a delatarme.

Asiento, y con una pequeña sonrisa le digo que será un tremendo placer si me acompaña.

El papucho me dice que debemos entrar por el pasillo que se encuentra detrás de la barra, que ahí nos pueden dar el acceso que necesito para entrar al tocador.

¡Madre mía! Siento un vuelco en mi corazón, mi estómago se retuerce hasta el punto de sentir mariposas intentando salir.

Doy un paso hacia delante y avanzo, él lleva el ritmo de mis pasos, al llegar por la barra me sobresalto al escuchar la música de repente. Bueno, ya había música, pero no la que te revienta los tímpanos. ¿Qué es eso?

—Ya ha comenzado la función, no te preocupes —esa fue la respuesta cerca de mi oído.

Pasando detrás de la barra nos adentramos al pasillo, en efecto, está el pasillo. El hombre no mintió.

—Oh, creo que es esa puerta —acelero mis pasos, logrando llegar a un par de metros de la puerta donde hay un letrero donde dice “mujeres”.

Al poner un pie dentro del tocador siento dos manos que se posan en mi cintura, las aprieta y de un jalón me adentra al tocador, para luego escuchar como la puerta se cierra. Mi mirada busca con desespero al hombre quien se ha atrevido a entrar al juego.

¿Él?

El papucho está ansioso y deseoso, eso es lo que sus ojos reflejan. Pasea su mirada en mis ojos, puedo detectar el morbo en su mirada. Ese morbo que me enciende y me hace perder la cabeza. Con solo ver esa mirada ya sé lo que quiere, lo que desea y lo que anhela.

—No creo necesitar permiso… ¿O sí?

Ni loca dejo pasar este momento.

Como una loca me voy hacia él, mis labios se unen con los suyos, y sus manos registran mis muslos posesivamente y con desespero. Mi respiración se acelera, mi cuerpo se enciende y, cuando siento como esas manos se desplazan hacia la cara interna de mis piernas, cierro los ojos y jadeó como una loca.

Él sonríe… yo sonrío y doy un pequeño salto y entrelazo mis piernas en su cadera, mis manos se aferran a su cuello. Sin prevenirlo, siento como sus dedos hacen a un lado el escote de mi camisa.

Cierro los ojos de lo excitada que me siento. Este juego es morboso, caliente y apasionado, puesto que estamos en un lugar donde cualquier persona puede entrar.

—Por favor, olvida en este momento que medio nos conocemos…

En un movimiento arrepentido me lleva hacia el lavamanos, dejándome sobre él. Antes de continuar me pide permiso y yo asiento desesperada. El papichulo baja el escote de mi camisa junto con mi sostén, liberando mis dos hermosas nenas. Él bajó la cabeza viniendo directo a mi pecho, lamió un pezón.

¡Madre mía!

Me enloquezco al sentir como él envuelve la areola con sus labios suaves, hasta abrir paso en introducir todo mi pecho en su boca. La calidez de su aliento hace que mi cuerpo entero reaccione, erizándose mi piel y que sin querer salgan de mi boca cánticos celestiales.

No puedo más, la sensación que este hombre me hace sentir es inexplicable. Muerdo mi labio inferior para evitar gritar mientras él continúa.

—Nena, perdona por lo que voy a hacer, pero nos tenemos que ir, ¡mi mamá se encuentra en el hospital!

M****a… M****a… M****a… M****a…

Se me jodió el momento, todo se fue a la m****a. ¡No me puede estar sucediendo esto!

Esas palabras fueron el toque final, el papucho se aleja y me dice que se ha terminado, pero que esto puede continuar, ya que… Guarda silencio, se acerca a mí, lentamente, en un susurro me dice que… ¿Quién eres?

Esas fueron sus últimas palabras para luego él arreglarme mi sostén y mi camisa.

Con delicadeza me baja del lavamanos. ¡Wao, al parecer no pesa tanto para derrumbar este lavamanos!

M*****a sea, esto se ha acabado, él se aleja, va directo hacia la puerta y yo como estúpida me quedo quieta, observando cómo se va… Mi papucho se aleja. ¡Es mi jefe!

—Lástima —esa fue mi última palabra, y con un poco de ira corro hacia esa m*****a puerta, lo alcanzo y le doy una media mirada para luego abrir la puerta, e irme.

Iba a tener un buen sexo, pero mi amigo, es mi amigo… Destruyó mi fantasía en cinco minutos. Es una m*****a desgracia.

Me acerco a mi amigo y con la mirada fija hacia él le indico que es momento de irnos. Él asiente y ambos trabajaron para irnos.

—Espera… —de pronto siento una mano sobre mi brazo—, tenemos que terminar lo que hemos comenzado.

¡No puede ser! Siento que mi corazón se quiere salir. Muerdo mi labio inferior para luego decir que tiene razón, ya que a mí me gustan terminar las cosas.

—Adiós, mejor dicho, “hasta pronto”.

Él me suelta y yo no tengo la opción de quedarme, agarro la mano de mi amigo y lo jalo hacia el camino de la salida de aquí. ¡Me importa poco lo que le suceda a su madre! Perdón, pero ella desprecia a su hijo, ¿eso es ser madre?

En un rotundo silencio ambos salimos del club, (sin detenernos, los pasos fueron como el precioso correcaminos). Es obvio que no me quedaré en ese hospital, hmmm. Pero tengo que ir para dejar a este hombre.

—Lamento arruinar tu…

—Shhhh, ya salimos del club y ahora vamos a ese maldito hospital —lo interrumpí, odio que él se sienta mal de algo que no es culpable, ¿o sí?

Bueno, deseaba tanto cogerme a ese hombre, pero, mi amigo es mi amigo y sinceramente sería incapaz de dejarlo a un lado, espero que valore lo que estoy haciendo.

Aaaahhh, finalmente el día y la noche se salió con la suya, dado que esto no ha terminado nada bien.

—Es que… Mi prima ha venido por mí, ella está ahí, esperándome —me señala el lado del estacionamiento, puedo ver un Mercedes—, nuevamente lo siento nena, toma tu cartera la has dejado sobre la mesa de… ¿Qué? El hijo de su madre me sacó de ahí solo para decirme “adiós”.

Respira, respira, respira y olvida que tu amigo es especial, que no podemos hacer nada, ya que eso viene de nacimiento.

—Gracias, pasa buenas noches y cualquier cosa me puedes avisar con un texto a mi W******p o en mi Messenger —le guiño un ojo tras irme a él, le doy un abrazo y un beso en la mejilla—. No te dejes influir por tu madre y tu familia, recuerda que de esto ya habíamos hablado—me alejo de él, pero sin antes no agarrar mi cartera y sin más que decir doy media vuelta y me dirijo hacia mi moto.

Ah, mi noche ha terminado, bueno, es hora de dormir.

Antes de llegar a mi moto le doy una última mirada al club, con una sonrisa y un asentamiento me despido y me pongo en marcha.

***

Pufff, qué cansancio, cuarenta y cinco minutos de camino y me siento agotada. Entro a mi habitación lanzo mi cartera sobre el sillón, tras caminar a mi cama solitaria me voy quitando los zapatos, tras lanzarlo, sí, soy un desastre. Lo bueno que mi tía está en el quinto sueño, ya que si ella me viera así me regañara por lo desordenada que soy.

Sin ver la hora me lanzo sobre la cama, derrumbándome tras jadear de lo rico que se siente estar sobre una inmensa y suave cama. ¡Dios, esto sí es el cielo!

Quiero cerrar mis ojos, pero también quiero irme a darme un baño de espuma, todo para relajar mi cuerpo caliente.

Decidida a cerrar mis ojos, mi móvil empieza a sonar y resonar, ¡nooo…! ¡Eso es el karma!

Ash, dejaré que la llamada se pierda… Pero si es Alexis, no me puedo dar el lujo de ignorarlo, ya que prometí que estaría atenta a sus menajes.

«Mentira, tú le dijiste que te mandara mensajes y no que estarías atenta a sus mensajes, ¡viste la enorme diferencia!»

¡Cállate conciencia!

Reniego, tras levantarme de la cama, voy a un par de pasos hacia el sillón de terciopelo color vino. Agarro mi cartera y de una vez la abro sacando mi móvil.

¿Qué? El cliente VIP. ¡Me está llamando!

¿Qué es lo que debo hacer?

Debe estar furioso conmigo por lo que le hice en la mañana y también por no contestarle, aunque está la posibilidad de que me dé otra oportunidad. Bueno, tengo que arriesgarme, no tengo de otra.

—Buenas noches… —automáticamente, mi voz se transforma a una suave y sutil.

Al escuchar un bufido voy hacia la puerta con la intención de ponerle el pasador, tengo que ser precavida, mi tía puede aparecer en cualquier momento y sinceramente no quiero que ella se dé cuenta de lo que hago.

—Me ha dejado furioso, reconozco que eres importante, ya que la propia app no te quiere botar, ¡me ha dejado en medio de una conversación! —vocifera, puedo notar con sus palabras lo furioso que está.

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