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​​​​​​​*—Max:

Estar con Antonella siempre era un placer, pero hoy, en especial, se sentía diferente.

Desde el momento en que la recogió esa mañana, Max se debatió entre sí debía ir a la puerta de los McKay o esperar en el auto. Finalmente, decidió que era mejor dar la cara. Ocultarse nunca había sido su estilo, y si bien aún no tenían una relación completamente definida, él sabía lo que quería con Antonella.

Cuando ella apareció en la puerta, sintió un leve fastidio al notar que lo trataba con la misma formalidad de siempre, como si aún fuera su jefe. Sin embargo, entendía su situación. Antonella aún no les había contado a sus padres sobre ellos, y Max estaba dispuesto a darle el tiempo que necesitara.

Durante los primeros minutos del trayecto, Antonella estaba inquieta, los nervios todavía evidentes en sus gestos, pero a medida que se alejaban de su casa, comenzó a relajarse. Pronto, su personalidad chispeante y desenfadada salió a flote, y Max no pudo evitar sonreír.

Hoy se veía her
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