Parte 1

Laia

Un nuevo día, una nueva existencia, un nuevo estrés.

Estaba en mi quinto semestre de universidad, estaba cansada de la existencia en sí, cansada de todos los proyectos de clase que se habían acumulado, tal vez tenía la culpa por no haber aprovechado el tiempo que tuve libre anteriormente.

—Laia, ¿quieres salir esta noche? —Medite unos segundos, ¿si tenía muchas cosas que hacer?

—Está bien —Respondí rápidamente y mi mejor amiga me miro negando con su cabeza.

—¿No qué tenías muchos trabajos?

—Tenemos las mismas clases, si tú vas yo también.

—Buen punto —Pedir permiso a mis padres fue tan jodido de lo que imagine, pero no hubo tanto problema porque yo iba a poner el dinero para ir.

—¿Entonces a las 9? —Todos confirmamos para encontrarnos en cierta parte y vamos a la casa para vernos en unas horas.

Adelanto unos trabajos y luego me empiezo arreglar para la salida que tendría, estaba emocionada.

—Laia, ¿por qué no eligieron eso con tiempo?

—Fue bastante improvisado, mamá, es por eso.

—Ay mija, deben tener cuidado con esas fiestas, usted sabe que mucho extranjero vienen y hacen lo que quieren con esas niñas.

—Sí, mamá —Le doy un beso en la mejilla para calmarla, sin embargo, ella me sigue advirtiendo lo que podía ser la noche para una joven.

Mi celular vibra dos veces seguidas por unos mensajes, me fijo y era un mensaje en I*******m, y casi se me van los ojos al ver de quien era y solo se me sale un «Maldito» Para ignorar y seguir como si nada, sin embargo, el celular vuelve a vibrar y por curiosidad me fijo que decían los mensajes «Estoy en tu ciudad, ¿te gustaría que nos viéramos?» Lo medito unos segundos y respondo por impulso «Hoy saldré, si quieres nos vemos ahí» Responde rápido y le mando la dirección y le digo que solo estaré hasta cierta hora y dejo el celular en algún lado de la cama para que no se me olvide llevarlo.

No pasa mucho para encontrarme con mis amigos, los cuales estaban jodiendo con otros que estaban esperando para ir a la discoteca.

—Laia, ¿qué quieres decir que vendrá ese? —Suspiro para mirar a mi mejor amiga, Nicole, me miraba con la cara de «¿Qué mierdas estás pensando?»

—No sé, fue un impulso.

El imbécil que me había copiado lo conocía hace mucho tiempo, más de lo que decir, simplemente había un chat por Tinder, había que destacar que yo nunca había tenido novio, siempre había sido virtual, según era porque tenía miedo al compromiso, tal vez no era muy alejado de la realidad, pero no estaba preparada para aceptarlo. Fue la primera vez que hablé con él, había terminado una relación de mucho tiempo, tanto que parecía irreal que nunca nos hubiéramos visto, pero una relación a distancia implica mucho más que afecto, porque eso puede durar si tienen fecha límite para cortar los kilómetros, si eso no se hace, no tiene mucho futuro por delante, al menos videollamadas para no sentir muy lejos esa soledad que parecía estar soltera. Cada uno tenía planes distintos, él siempre se puso de primeras y yo siempre quise ponerlo de prioridad.

El imbécil me había encantado, no de una manera tranquila, era guapo, tenía algo que ver con mi carrera, inteligente, pero no cabía duda que era un inestable, nunca supo que quería conmigo, me hablaba de fluir y solo me llenaba de rabia, ¿acaso era agua? Yo no era agua para estar fluyendo con alguien, pero quise seguir el juego, porque algo en mi ego quería que él me prestará atención para llenar un vacío que había dejado mi anterior pareja.

Espóiler: Solo lloré por no sentirme suficiente, por no ser eso que él quería y simplemente por me hacía sentir inferior, hasta que un día corte distancia hasta el día de hoy que venía como la persona más normal del mundo a querer verme, ¿por qué no? Tal vez sería un viejo feo, tal vez no sería tan lindo como indicaba las fotos, aunque ya lo había visto en una videollamada, ya sabía que era lindo, ya sabía que era el hombre más guapo que había conocido en ese momento.

—¿Quieres ver a ese pedazo...? —No pudo continuar, porque al cambiar la dirección de mi mirada me encontré de frente con él, solo una calle nos separaba, yo estaba rodeada de mis amigos, no habíamos llegado donde acordamos, ¿qué estaba haciendo aquí? No estaba solo, también estaba con sus amigos o eso creía yo. Era igual de guapo, no podía negarlo, su barba bien organizada, su cabello también, ¿tal vez sería más enano que yo? Sí, yo era bastante alta a decir verdad, entonces en eso si podía ganarle un poco, ¿no?

No quería probarlo, no me sentía preparada, estaba casi segura que él también me había reconocido, tal vez por la foto que había subido anteriormente a I*******m, ¿qué estaba pasando? ¿por qué me lo tenía que encontrar?

Uno de mis amigos paso su mano por mi hombro y me llamo.

—Laia, ¿qué miras? —Cuando gire a verlo estaba a centímetros de su rostro, pero estaba acostumbrada a este tipo de cercanía entonces solo le sonreí y luego volví a mirar al imbécil.

—Nada —Su ceja se enarco, miro a mi amigo y luego a mi, y vi como su boca se movió diciendo algo y sus mis amigos chocaron la mirada con todos nosotros.

—Dime que no es el mismo que nos esta mirando junto con sus amigos.

—Ojalá pudiera decirte eso —Vi como iba a sacar su celular, y por primera vez me digne a pasar el tonto semáforo en verde —No lo saques —Es lo primero que digo agarrando su mano, esto sin contexto sonaba jodidamente mal.

—¿Qué? —Carajo, mil veces m****a, ¿qué era ese acento tan caliente que tenía? Era un acento español que me encantaba, yo supe que mi debilidad serían los españoles cuando tuve un amigo de esa nacionalidad.

—No saques tu celular de esa forma —Podía recordar que tenía uno de alta gama, sacar ese celular es mucha inseguridad —No es tan seguro como en tu país.

—Gracias por avisar, pero no iba a sacar el celular —Me puse roja, sentía mi cara tan caliente, que solo sentí como mi amigo agarro mi mano y me ordeno.

—Vamos, ya nos están esperando —Lo seguí sin decir nada.

—¿No me dirás más? —Me giro a mitad del camino y lo miro, ya estaba un poco más relajada, solo necesitaba unos segundos.

—¿Qué? —Le devolví la pregunta.

—Es la primera vez que nos vemos, ¿no me dirás nada más? —Suelto una risa, y pongo un paso hacia él, pero Nicole me frena y niega con la cabeza, trato de pensar con la cabeza fría.

—Tranquila —Le digo con una sonrisa para mirar al imbécil —¿Qué debía hacer según tu? —Digo no con la misma sonrisa que le di a mi amiga, estaba lejos de ser tan amable, esta vez burlona. No me responde y yo solo suspiro para volver hablar —Si vas a ir a donde vamos, se pueden demorar, nosotros vamos desde ya para no pagar por la entrada, divertete con tus amigos —Me vuelvo a voltear para seguir el rumbo y despedirme con la mano.

Todos notan que no quiero hablar del tema entonces seguimos el paso hasta llegar donde los otros, nos preguntan porque nos tardamos tanto, les decimos por encima, y otra amiga cercana me pregunta específica que había sucedido.

—Lo de todos los días, viene un maldito a mi vida, se va y luego vuelve como si nada hubiera pasado, inestable nada más —Ella ríe por mi forma de contar las cosas pero la capta fácil.

¿Cómo debía sentirme? Sobre todo porque tenía demasiadas preguntas en mi cabeza, me había dejado de hablar de un momento a otro, se había desaparecido pero subía historias y yo con mi orgullo del todo dije que no le iba hablar por nada del mundo, porque ya había pasado eso dos o tres veces y trate de arreglar la situación, solo recibí un "Solo quiero pasarla bien"

—Jodida m****a —Las cosas se tardaron en emocionar, aunque estaban poniendo música buena, la gente invitaba a bailar, y yo no iba a desaprovechar nada de eso, seguí bailando con cualquier que me invitaba.

Solo tenía coraje en todo esto, entonces iba a disfrutar, estaba casi segura que él no iba a llegar, no tenía nada de fe. Mi celular empezó a vibrar cuando hubo tiempo fuera para descansar, un mensaje de él, confirmando el lugar, respondí un "Sí" Pero seguí como si nada, cuando pusieron una de las mejores canciones, y alguien me invito a bailar.

Ese "Quiero bailar" me traía buenos recuerdos de hace unos meses, sin embargo, esta vez fue una m****a, porque justo cuando estaba restregando mi trasero con un desconocido, trago grueso al ver la mirada de él, y solo pensé "Me llevo la que me trajo" Siento como el chico se pega más para que le siga bailando, bueno, quien sabe que habrá hecho él con otras mujeres, la vida es una.

Giro mi cabeza para concentrarme en bailarle al desconocido, no me iba a importar menos la actitud de él, se podía meter eso por el trasero, esta vez no iba a interrumpir mi vida por él, cuando la canción finaliza me separo del chico, pero este me agarra del brazo.

—¿me puedes dar tu número o I*******m? —Le iba a responder al chico, pero alguien me agarra del brazo y cuando me fijo es el querido imbécil.

—Ella esta ocupada —Cierro los ojos al sentir ese acento que me encantaba, era un idiota, pero ese idiota estaba bueno, guapo y tenía una voz que me hacía enloquecer con todo el sentido de la palabra. Desvío mi mirada para no tener que cruzarla con el otro desconocido, el cual no tarda en alejarse—Tu ven —Me saca a la fuerza de la discoteca, y alzo el pulgar hacia mis amigos para que se calmen porque uno se iba a parar para discutir, incluso los amigos de él estaban confundidos.

—¿Qué sucedió? —Digo indiferente, mirando a mi alrededor, destacábamos un poco, pero nada fuera de lo normal.

—Eso debería preguntarte yo a ti.

—¿Qué? —Suelto una carcajada —Me estas dejando loca —Lo peor es que veía que su actitud era tan genuina que me daba más rabia.

—Tu a mi —Lo encaró con toda la energía del mundo, le llegaba a los ojos, por lo cual no veía para nada ridícula.

—Mira... Tu, gran.. ¡Ah! —Exclamo enojada, mientras cierro los ojos para concentrarme en que decir —No me vas a venir a decir eso en la cara, me dejaste de hablar unas tres o cuatro veces, ¿olvidaste lo de fluir? Aquí aplica, terreno sin dueño es del pueblo, ¿lo captas o tu gran ego no te lo permite?

—No deberías hablarme así.

—¿O qué? —Suelto con una sonrisa burlona.

—O tendré que tomar las riendas —Se acerca más a mi, sin dejarme intimidar le respondo con la misma cercanía, mirandolo con la misma actitud desafiante.

—No tienes ningún derecho a decirme nada, verdad, tu gran ego es más grande que tu —No tarda mucho en agarrarme de la nuca y darme un beso, un beso que quedaba corto.

La forma en que me había agarrado era como siempre lo imagine, claro... Como una virgen lo imagina.

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