POV SEBASTIANOEsa mañana, cuando abrí los ojos y sentí una respiración cálida en mi cuello, me sorprendí por varias cosas. Primero, nunca antes había dormido con nadie; ni siquiera con Alessandra. La facilidad con la que había, no diría “acostumbrado”, pero sí aceptado a Mia en mi cama era algo que aún no comprendía del todo. Tenerla encima, su cuerpo prácticamente enredado en el mío, no me resultaba desagradable. Y eso me molestaba.Mientras mi mente repasaba la noche anterior, sentí una punzada de irritación y deseo. Había empezado probándola, buscando el límite hasta donde ella seguiría, y eso había terminado con mis manos masturbándola y ella chupando mi pene.Mierda.Tenía muchas dudas respecto a Mia, pero la palabra "ángel" había quedado clavada en mi memoria. Sabía que esa palabra significaba algo para mí, aun cuando no lograra recordar exactamente qué. Últimamente, mis recuerdos del último mes antes del accidente eran borrosos, fragmentados en piezas dispersas, y aún trataba
Me observé en el espejo de cuerpo entero, ajustando los últimos detalles de mi vestido. Había elegido un vestido largo de seda negra que abrazaba mi figura de manera elegante y provocativa, con un escote en la espalda que dejaba al descubierto mi piel de forma sutil. Los tirantes finos se deslizaban sobre mis hombros como una caricia, y el corte alto de la falda revelaba una pierna cuando me movía, dándole un toque de audacia a mi apariencia. Mis labios, pintados de un rojo profundo, contrastaban con mi piel, mientras que mis ojos, maquillados con un delineado felino y sombras doradas, brillaban con un toque de desafío.Coloqué los pendientes de diamantes que Sebastiano me había regalado y alisé mi cabello, recién ondulado, sintiendo una punzada de ansiedad que amenazaba con asfixiarme. Sabía que esta noche estaría bajo la mirada de esas personas que había visto en su “velorio”, el peso de la expectativa me aplastaba. Respiré hondo y me obligué a enderezar los hombros. Necesitaba pare
El sonido sordo de mis puños golpeando el saco de boxeo resonaba en la sala de entrenamiento, una sinfonía de frustración y rabia que había sido mi compañera constante. Cada golpe era un recordatorio de la venganza que se me escapaba entre los dedos, como si el saco de boxeo pudiera absorber la oscuridad que me consumía.La imagen de Isabella, mi dulce hermana. Seguía atormentándome. Vittorio Morelli, el jefe de la Cosa Nostra, aún caminaba libre, y mi búsqueda de justicia se convertía cada día más en una lucha contra el tiempo y la impotencia.Mis músculos ya estaban tensos y el sudor resbalaba por mi frente cuando la puerta chirrió al abrirse. Todos sabían que cuando entrenaba no podían molestarme, a menos que fueras Niccoló, mi mejor amigo y aliado en esta venganza, Isa era como una hermana para él.El nombrado entró con una sonrisa que no lograba ocultar la excitación en su rostro.—Marco, amigo mio, tengo buenas noticias para ti —anunció, con una mirada llena de complicidad.Dejé
POV VALENTINA MORELLILa expectativa y el temor se mezclaban en mi mente mientras aguardaba la llegada del guardaespaldas que mi padre había decidido asignarme. La sola mención de su apodo, "la bestia", había encendido una chispa de aprensión que ardió en lo más profundo de mis pensamientos.Cada sonido fuera de la puerta aumentaba mi ansiedad. Saber que este hombre, conocido por su ferocidad en peleas y aparentemente desprovisto de emociones, se convertiría en mi sombra protectora, me sumergía en una inquietud incontrolable. ¿Cómo podía confiar mi seguridad a alguien tan imponente y aparentemente despiadado?Las historias sobre él se propagaban como sombras susurrantes, creando una imagen de un individuo sin tacto, un ser cuya presencia resonaba más como una amenaza que como una protección. La sola idea de compartir mi espacio con alguien tan distante y enigmático me hacía cuestionar las decisiones de mi padre.—Hija, buenos días —giré para encontrarme con la figura de mi padre, emer
POV MARCO RICCI Me repetía una y otra vez las razones por las cuales aún no podía llevar a cabo el asesinato de Vittorio, aun a pesar de las oportunidades que se me estaban presentando y que seguramente continuarían surgiendo en el futuro. Asesinarlo tan pronto sería demasiado sencillo; mi estrategia era sembrar el caos dentro de la Cosa Nostra. Posteriormente, cuando Vittorio estuviera sumido en la confusión de tantos golpes provenientes de diferentes direcciones, sería el momento de atacarlo. Quería revelarle toda la maldita verdad mientras se desangraba, obligándolo a enfrentar las consecuencias de sus acciones.Él tenía que sufrir y lo haría.Gracias al cielo era la última clase que tendría Valentina, y eso me brindaba la oportunidad de llevarla nuevamente a casa. Este tiempo adicional me permitiría estudiar minuciosamente la disposición de las alarmas, cámaras de seguridad y aprender los horarios de los guardias. Mi pierna se movía impacientemente; la espera no era precisamente
POV VALENTINATemblaba mientras permanecía agachada, abrazando mis piernas con fuerza. Las lágrimas no dejaban de caer mientras mi mente se llenaba de escenarios horribles. Estaba tan asustada, pero mi mayor preocupación era Marco; si le pasaba algo por mi culpa, no me lo perdonaría.No podía decir cuánto tiempo llevaba en esa posición, pero sabía que era suficiente como para ya no sentir mis piernas. Los disparos habían cesado hace unos minutos, pero simplemente no quería enfrentar la realidad.Marco vendría por mí. Marco estaría bien, él lo había prometido. Esa certeza era la única cosa que me daba un poco de consuelo en medio de todo el caos y el miedo.Cuando empezaron a escucharse unas fuertes pisadas, me encogí aún más en mi lugar y cerré los ojos, preparándome para el posible estruendo de las balas. Sin embargo, el impacto nunca llegó. Abrí los ojos de inmediato y jadeé de sorpresa al verlo frente a mí, ileso.No sé cómo mis piernas encontraron la fuerza, pero me levanté de inm
POV VALENTINAEl agradecimiento se deslizó de mis labios en un susurro, apenas perceptible— Muchas gracias por todo —murmuré—. Por salvarme y por tu hospitalidad, cocinas muy bien.Él asintió lentamente, mientras continuábamos caminando hacia la entrada de mi hogar. Pero la distancia entre nosotros parecía haberse ensanchado aún más. Nuevamente estaba el inaccesible guardaespaldas.—¿Entrarás? —pregunté, buscando romper la barrera que se había erigido entre nosotros.—Debo reportarlo —respondió con sequedad, abriendo la puerta para mí y dejándome pasar primero.Sus palabras cortantes resonaron en el aire. Mi interior se hundió con la frialdad de su tono, pero mantuve la compostura mientras continuaba el camino hacia las escaleras. Sin embargo, un impulso irresistible me detuvo antes de que pudiera retirarme por completo.Me giré para enfrentarlo, encontrándome con su mirada gélida que parecía atravesar mi alma.—Hasta mañana —dije, no queriendo irme, no sabía por qué, pero no quería
POV MARCOUna semana después—Por fin tienes un día de descanso, empezaba a extrañar a mi amigo —comentó Niccoló, con una sonrisa que no llegaba a sus ojos.—Se fueron de viaje por este fin de semana —respondí, dejando caer las pesas al suelo con un suspiro—. Aprovecharé estos dos días sin ella.Sentí su pesada mirada sobre mí y giré para encontrarme con su rostro serio.—¿Seguro? —inquirió, frunciendo el ceño con evidente preocupación—. Si vas a aprovechar estos dos días sin ella, ¿por qué demonios estás aquí en el gimnasio en lugar de estar en algún bar o explorando algún lugar nuevo?Dejé escapar una risa irónica mientras me sentaba en uno de los bancos del gimnasio.—Me gusta el gimnasio —respondí simplemente, sabiendo que mi respuesta no sería suficiente para satisfacer su curiosidad.Niccoló me observó con atención, sus ojos escudriñando mi rostro en busca de respuestas.—Te veo diferente. Te siento diferente —continuó, su tono grave y preocupado—. Esta última semana has estado