CAPÍTULO 108

POV SEBASTIANO

La llamada se cortó.

El sonido del tono muerto perforó mis oídos, pero yo ya no estaba en control de mi cuerpo.

Ya no era humano.

Sentí mi corazón latir con una violencia que dolía, que amenazaba con destrozar mis costillas desde dentro. El teléfono resbaló de mi mano y chocó contra la pared, desarmándose en pedazos. Pero no me importó. Nada más importaba.

Mia.

La tenían.

La estaban lastimando.

Mis manos temblaban de pura furia contenida, de un odio tan puro y corrosivo que apenas podía respirar.

Sentí un rugido salir de mi garganta, inhumano, lleno de desesperación y rabia. Era un animal atrapado en su propia locura.

Lancé la silla contra la pared con todas mis fuerzas.

Golpeé el escritorio con tal brutalidad que la madera crujió y se astilló bajo mis nudillos. Pero no paré. No podía parar.

Su grito.

Había escuchado su grito.

La imagen de Mia atravesó mi mente como una daga.

Su voz, rota.

Su miedo, palpable.

Su dolor.

Grité con rabia mientras derribaba todo a mi paso.
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